Its chief
tributary
is the Cinca.
Gustavo Adolfo Becuqer
.
.
miedo, exclamo la joven con un acento profundamente
conmovido.
--? Miedo! ? de que?
--No se. . . de una cosa sobrenatural. . . . Anoche, mirad, yo os habia
oido decir que teniais empeno en que tocase el organo en la Misa, y
ufana con esta distincion pense arreglar sus registros y templarle,[1]
a fin de que hoy os sorprendiese. . . Vine al coro. . . sola. . . abri la
puerta que conduce a la tribuna. . . . En el reloj de la catedral sonaba
en aquel momento una hora. . . no se cual. . . . Pero las campanadas eran
tristisimas y muchas. . . muchas. . . estuvieron sonando todo el tiempo
que yo permaneci como clavada en el dintel y aquel tiempo me parecio
un siglo.
[Footnote 1: templarle. See p. 66, note 1. ]
La iglesia estaba desierta y obscura. . . . Alla lejos, en el fondo,
brillaba como una estrella perdida en el cielo de la noche, una luz
moribunda, la luz de la lampara que arde en el altar mayor. . . . A sus
reflejos debilisimos, que solo contribuian a hacer mas visible todo el
profundo horror de las sombras, vi. . . le vi, madre, no lo dudeis, vi
un hombre que en silencio y vuelto de espaldas hacia el sitio en que
yo estaba, recorria con una mano las teclas del organo, mientras
tocaba con la otra a sus registros. . . y el organo sonaba; pero sonaba
de una manera indescriptible. Cada una de sus notas parecia un sollozo
ahogado dentro del tubo de metal, que vibraba con el aire comprimido
en su hueco, y reproducia el tono sordo, casi imperceptible, pero
justo.
Y el reloj, de la catedral continuaba dando la hora, y el hombre aquel
proseguia recorriendo las teclas. Yo oia hasta su respiracion.
El horror habia helado la sangre de mis venas; sentia en mi cuerpo
como un frio glacial, y en mis sienes fuego. . . . Entonces quise gritar,
pero no pude. El hombre aquel habia vuelto la cara y me habia
mirado. . . digo mal, no me habia mirado, porque era ciego. . . . ? Era mi
padre!
--? Bah! hermana, desechad esas fantasias con que el enemigo malo[1]
procura turbar las imaginaciones debiles. . . . Rezad un _Pater
Noster_[2] y un _Ave Maria_[3] al arcangel San Miguel,[4] jefe de las
milicias celestiales, para que os asista contra los malos espiritus.
Llevad al cuello un escapulario tocado en la reliquia de San
Pacomio,[5] abogado contra las tentaciones, y marchad, marchad a
ocupar la tribuna del organo; la Misa va a comenzar y ya esperan con
impaciencia los fieles. . . . Vuestro padre esta en el cielo, y desde
alli, antes que a daros sustos, bajara a inspirar a su hija en esta
ceremonia solemne para el objeto de tan especial devocion.
[Footnote 1: el enemigo malo. That is to say, the devil. ]
[Footnote 2: Pater Noster. See p. 33, note 1. ]
[Footnote 3: Ave Maria. "A form of devotion used in the Church of
Rome, comprising the salutation addressed by the angel Gabriel to
the Blessed Virgin Mary. (Luke i. 28. ) The words Ave Maria are the
first two, in Latin, of the form as it appears in the manuals of the
Roman Church, thus: ' Hail Mary (Ave Maria), full of grace, the Lord
is with thee, etc. ' To which is appended the following petition:
'Holy Mary, mother of God, pray for us sinners now, and in the hour
of our death. Amen. '. . . It was not used before the Hours, until the
sixteenth century, in Romish offices. " Hook's _Church Dict. _,
London, 1887, p. 72. Some say earlier. ]
[Footnote 4: San Miguel = 'St. Michael. ' "An archangel mentioned in
the Bible. He is regarded as the leader of the whole host of
angels. . . He is spoken of five times in the Bible, always [or to be
more exact _usually_ as fighting] John mentions him as fighting at
the head of the angels against the dragon and his host. " _Century
Dict. _]
[Footnote 5: San Pacomio = 'St. Pachomius. ' "Born probably in Lower
Egypt, about 292: died about 349. One of the founders of
monasticism. He established a monastery on the island of Tabenna in
the Nile, and was the first thus to collect the monks under one roof
and establish strict rules of government for the community. "
_Century Diet_. ]
La priora fue a ocupar su sillon en el coro en medio de la comunidad.
La hija de maese Perez abrio con mano temblorosa la puerta de la
tribuna para sentarse en el banquillo del organo, y comenzo la Misa.
Comenzo la Misa, y prosiguio sin que ocurriese nada de notable hasta
que llego la consagracion. [1] En aquel momento sono el organo, y al
mismo tiempo que el organo un grito de la hija de maese Perez. . . .
[Footnote 1: consagracion = 'consecration. ' "The form of words by
which the bread and wine in the Mass are changed into Christ's body
and blood. " Addis and Arnold, _Catholic Diet_, London, 1884, p. 216.
See also p. 101, note 2. ]
La superiora, las monjas y algunos de los fieles corrieron a la
tribuna.
--? Miradle, miradle! decia la joven fijando sus desencajados ojos en
el banquillo, de donde se habia levantado asombrada para agarrarse con
sus manos convulsas al barandal de la tribuna.
Todo el mundo fijo sus miradas en aquel punto. El organo estaba solo,
y no obstante, el organo seguia sonando . . . sonando como solo los
arcangeles podrian imitarlo en sus raptos de mistico
alborozo. . . . . . . . . . . . . . .
--? No os lo dije yo una y mil veces, mi senora dona Baltasara, no os
lo dije yo! . . . ? Aqui hay busilis! . . . Oidlo; que, ? no estuvisteis
anoche en la Misa del Gallo? Pero, en fin ya sabreis lo que paso. En
toda Sevilla no se habla de otra cosa. . . . El senor arzobispo esta
hecho, y con razon, una furia. . . . Haber dejado de asistir a Santa
Ines; no haber podido presenciar el portento. . . ? y para que? para oir
una cencerrada; porque personas que lo oyeron dicen que lo que hizo el
dichoso organista de San Bartolome en la catedral no fue otra cosa. . . .
Si lo decia yo. Eso no puede haberlo tocado el bisojo, mentira . . .
aqui hay busilis, y el busilis era, en efecto, el alma de maese Perez.
LA CRUZ DEL DIABLO
Que lo creas o no, me importa bien poco. Mi abuelo se lo narro a mi
padre; mi padre me lo ha referido a mi, y yo te lo cuento ahora,
siquiera no sea mas que por pasar el rato. [1]
***
[Footnote 1: por pasar el rato = 'to while away the time. ']
I
El crepusculo comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las
pintorescas orillas del Segre,[1] cuando despues de una fatigosa
jornada llegamos a Bellver,[2] termino de nuestro viaje.
[Footnote 1: Segre. A river of the province of Lerida in northern
Spain. It rises in the Pyrenees, and joins the Ebro twenty-two miles
southwest of Lerida.
Its chief tributary is the Cinca. Length about
250 miles. See _Century Diet_. ]
[Footnote 2: Bellver. A little town of some 650 inhabitants,
situated in the valley of the Segre, in the diocese of Urgel,
province of Lerida, Spain. Its situation is very picturesque. It
contains an ancient castle. ]
Bellver es una pequena poblacion situada a la falda de una colina, por
detras de la cual se ven elevarse, como las gradas de un colosal
anfiteatro de granito, las empinadas y nebulosas crestas de los
Pirineos. [1]
[Footnote 1: Pirineos = 'Pyrenees. ' A mountain range which separates
France from Spain, and extends from the Bay of Biscay to the
Mediterranean. The highest points are about 11,000 feet. A visit to
the Eastern Pyrenees from the Spanish side is much more difficult
than from France, as both traveling and hotel accommodations are
sadly lacking. ]
Los blancos caserios que la rodean, salpicados aqui y alla sobre una
ondulante sabana de verdura, parecen a lo lejos un bando de palomas
que han abatido su vuelo para apagar su sed en las aguas de la ribera.
Una pelada roca, a cuyos pies tuercen estas su curso, y sobre cuya
cima se notan aun remotos vestigios de construccion, senala la antigua
linea divisoria entre el condado de Urgel[1] y el mas importante de
sus feudos.
[Footnote 1: el condado de Urgel = 'the earldom (_or_ county) of
Urgel. ' The town of this name (2800 inhabitants) is situated on the
Segre, seventy-four miles northwest of Barcelona, in the province of
Lerida, Spain. It has been the see of a bishop since 840, and
possesses a Gothic cathedral. The earldom was of considerable
importance in the fourteenth century, Count Jaime (James) de Urgel
(d. 1433) being a most dangerous claimant of the crown of Aragon. ]
A la derecha del tortuoso sendero que conduce a este punto, remontando
la corriente del rio, y siguiendo sus curvas y frondosas margenes, se
encuentra una cruz.
El asta y los brazos son de hierro; la redonda base en que se apoya,
de marmol, y la escalinata que a ella conduce, de obscuros y mal
unidos fragmentos de silleria.
La destructora accion de los anos, que ha cubierto de orin el metal,
ha roto y carcomido la piedra de este monumento, entre cuyas
hendiduras crecen algunas plantas trepadoras que suben enredandose
hasta coronarlo, mientras una vieja y corpulenta encina le sirve de
dosel.
Yo habia adelantado algunos minutos a mis companeros de viaje, y
deteniendo mi escualida cabalgadura, contemplaba en silencio aquella
cruz, muda y sencilla expresion de las creencias y la piedad de otros
siglos.
Un mundo de ideas se agolpo a mi imaginacion en aquel instante. Ideas
ligerisimas, sin forma determinada, que unian entre si, como un
invisible hilo de luz, la profunda soledad de aquellos lugares, el
alto silencio de la naciente noche y la vaga melancolia de mi
espiritu.
Impulsado de un pensamiento religioso, espontaneo e indefinible, eche
maquinalmente pie a tierra, me descubri, y comence a buscar en el
fondo de mi memoria una de aquellas oraciones que me ensenaron cuando
nino; una de aquellas oraciones que, cuando mas tarde se escapan
involuntarias de nuestros labios, parece que aligeran el pecho
oprimido, y semejantes a las lagrimas, alivian el dolor, que tambien
toma estas formas para evaporarse.
Ya habia comenzado a murmurarla, cuando de improviso senti que me
sacudian con violencia por los hombros.
Volvi la cara: un hombre estaba al lado mio.
Era uno de nuestros guias, natural del pais, el cual, con una
indescriptible expresion de terror pintada en el rostro, pugnaba por
arrastrarme consigo y cubrir mi cabeza con el fieltro que aun tenia en
mis manos.
Mi primera mirada, mitad de asombro, mitad de colera, equivalia a una
interrogacion energica, aunque muda.
El pobre hombre, sin cejar en su empeno de alejarme de aquel sitio,
contesto a ella con estas palabras, que entonces no pude comprender,
pero en las que habia un acento de verdad que me sobrecogio:--? Por la
memoria de su madre! ? Por lo mas sagrado que tenga en el mundo,
senorito, cubrase usted la cabeza, y alejese mas que de prisa de esta
cruz! ? Tan desesperado esta usted, que no bastandole la ayuda de Dios,
recurre a la del demonio!
Yo permaneci un rato mirandole en silencio. Francamente, crei que
estaba loco, pero el prosiguio con igual vehemencia:
--Usted busca la frontera; pues bien, si delante de esa cruz le pide
usted al cielo que le preste ayuda, las cumbres de los monies vecinos
se levantaran en una sola noche hasta las estrellas invisibles, solo
porque no encontremos la raya en toda nuestra vida.
Yo no pude menos de sonreir.
--? Se burla usted? . . . ? cree acaso que esa es una cruz santa como la
del porche de nuestra iglesia? . . .
--? Quien lo duda?
--Pues se engana usted de medio a medio, porque esa cruz, salvo lo que
tiene de Dios, esta maldita. . . esa cruz pertenece a un espiritu
maligno, y por eso la llaman _La cruz del diablo_.
--? La cruz del diablo! repeti cediendo a sus instancias, sin darme
cuenta a mi mismo del involuntario temor que comenzo a apoderarse de
mi espiritu, y que me rechazaba como una fuerza desconocida de aquel
lugar; ? la cruz del diablo! ? Nunca ha herido mi imaginacion una
amalgama mas disparatada de dos ideas tan absolutamente enemigas! . . .
? Una cruz. . . y del diablo! ! ! ? Vaya, vaya! Fuerza sera que en llegando
a la poblacion me expliques este monstruoso absurdo.
Durante este corto dialogo, nuestros camaradas, que habian picado sus
cabalgaduras, se nos reunieron al pie de la cruz; yo les explique en
breves palabras lo que acababa de suceder; monte nuevamente en mi
rocin, y las campanas de la parroquia llamaban lentamente a la
oracion, cuando nos apeamos en lo mas escondido y lobrego de los
paradores de Bellver.
II
Las llamas rojas y azules se enroscaban chisporroteando a lo largo del
grueso tronco de encina que ardia en el ancho hogar; nuestras sombras,
que se proyectaban temblando sobre los ennegrecidos muros, se
empequenecian o tomaban formas gigantescas, segun la hoguera despedia
resplandores mas o menos brillantes; el vaso de sauco, ora vacio, ora
lleno y no de agua, como cangilon de noria, habia dado tres veces la
vuelta en derredor del circulo que formabamos junto al fuego, y todos
esperaban con impaciencia la historia de _La cruz del diablo_, que a
guisa de postres de la frugal cena que acababamos de consumir, se nos
habia prometido, cuando nuestro guia tosio por dos veces, se echo al
coleto un ultimo trago de vino, limpiose con el reves de la mano la
boca, y comenzo de este modo:
--Hace mucho tiempo, mucho tiempo, yo no se cuanto, pero los moros
ocupaban aun la mayor parte de Espana, se llamaban condes[1] nuestros
reyes, y las villas y aldeas pertenecian en feudo a ciertos senores,
que a su vez prestaban homenaje a otros mas poderosos, cuando acaecio
lo que voy a referir a ustedes. [2]
[Footnote 1: condes = 'counts,' 'earls. ' The word conde comes from
the Latin _comes, comitem_, 'companion,' and during the Roman empire
in Spain was a title of honor granted to certain officers who had
jurisdiction over war and peace. During the reign of the Goths it
was likewise an official and not a nobiliary title. Later, with the
growth of the feudal system, the counts became not merely royal
officers, but hereditary rulers, with coronets and arms and an
assumption of absolute authority in their counties. In some of these
counties the title developed later into that of king. ]
[Footnote 2: The epoch referred to is doubtless in the eleventh
century before the first crusade. See p. 122, note 1. ]
Concluida esta breve introduccion historica, el heroe de la fiesta
guardo silencio durante algunos segundos como para coordinar sus
recuerdos, y prosiguio asi:
--Pues es el caso, que en aquel tiempo remote, esta villa y algunas
otras formaban parte del patrimonio de un noble baron, cuyo castillo
senorial se levanto por muchos siglos sobre la cresta de un penasco
que bana el Segre, del cual toma su nombre.
Aun testifican la verdad de mi relacion algunas informes ruinas que,
cubiertas de jaramago y musgo, se alcanzan a ver sobre su cumbre desde
el camino que conduce a este pueblo.
No se si por ventura o desgracia quiso la suerte que este senor, a
quien por crueldad detestaban sus vasallos, y por sus malas cualidades
ni el rey admitia en la corte, ni sus vecinos en el hogar, se
aburriese de vivir solo con su mal humor y sus ballesteros en lo alto
de la roca en que sus antepasados colgaron su nido de piedra.
Devanabase noche y dia los sesos en busca de alguna distraccion propia
de su caracter, lo cual era bastante dificil, despues de haberse
cansado como ya lo estaba, de mover guerra a sus vecinos, apalear a
sus servidores y ahorcar a sus subditos.
En esta ocasion cuentan las cronicas que se le ocurrio, aunque sin
ejemplar, una idea feliz.
Sabiendo que los cristianos de otras poderosas naciones, se aprestaban
a partir juntos en una formidable armada[1] a un pais maravilloso para
conquistar el sepulcro de Nuestro Senor Jesucristo, que los moros
tenian en su poder,[2] se determino a marchar en su seguimiento.
[Footnote 1: armada = 'fleet. ' The reference is probably to the
first crusade under Godfrey of Bouillon (1096-1099), which resulted
in the capture of Jerusalem and the temporary establishment of a
Christian kingdom in Palestine. ]
[Footnote 2: que los moros tenian en su poder. See p. 35, note 4. ]
Si realizo esta idea con objeto de purgar sus culpas, que no eran
pocas, derramando su sangre en tan justa empresa, o con el de
transplantarse a un punto donde sus malas manas no se conociesen, se
ignora; pero la verdad del caso es que, con gran contentamiento de
grandes y chicos, de vasallos y de iguales, allego cuanto dinero pudo,
redimio a sus pueblos del senorio, mediante una gruesa cantidad, y no
conservando de propiedad suya mas que el penon del Segre y las cuatro
torres del castillo, herencia de sus padres, desaparecio de la noche a
la manana.
La comarca entera respiro en libertad durante algun tiempo, como si
despertara de una pesadilla.
Ya no colgaban de los arboles de sus sotos, en vez de frutas, racimos
de hombres: las muchachas del pueblo no temian al salir con su cantaro
en la cabeza a tomar agua de la fuente del camino, ni los pastores
llevaban sus rebanos al Segre por sendas impracticables y ocultas,
temblando encontrar a cada revuelta de la trocha a los ballesteros de
su muy amado senor.
Asi transcurrio el espacio de tres anos; la historia del _mal
caballero_, que solo por este nombre se le conocia, comenzaba a
pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas
veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa a los
asombrados chicos; las madres asustaban a los pequenuelos
incorregibles o llorones diciendoles: _? que viene el senor del
Segre! _[2] cuando he aqui que no se si un dia o una noche, si caido
del cielo o abortado de los profundos, el temido senor aparecio
efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus
antiguos vasallos.
[Footnote 1: las. See vocabulary. ]
[Footnote 2: ? que viene el senor del Segre! Compare the familiar
English expression used to frighten children: "The boogy-man is
coming. "]
Renuncio a describir el efecto de esta agradable sorpresa. Ustedes se
lo podran figurar mejor que yo pintarlo, solo con decirles que tornaba
reclamando sus vendidos derechos, que si malo se fue, peor volvio, y
si pobre y sin credito se encontraba antes de partir a la guerra, ya
no podia contar con mas recursos que su despreocupacion, su lanza y
una media docena de aventureros tan desalmados y perdidos como su
jefe.
Como era natural, los pueblos se resistieron a pagar tributes, que a
tanta costa habian redimido; pero el senor puso fuego a sus heredades,
a sus alquerias y a sus mieses.
Entonces apelaron a la justicia del rey; pero el senor se burlo de las
cartas-leyes de los Condes soberanos;[1] las clavo en el postigo de
sus torres, y colgo a los farsantes de una encina.
[Footnote 1: Condes soberanos. See p. 121, Note 1. ]
Exasperados, y no encontrando otra via de salvacion, por ultimo, se
pusieron de acuerdo entre si, se encomendaron a la Divina Providencia
y tomaron las armas; pero el senor reunio a sus secuaces, llamo en su
ayuda al diablo, se encaramo a su roca y se preparo a la lucha. Esta
comenzo terrible y sangrienta. Se peleaba con todas armas, en todos
sitios y a todas horas, con la espada y el fuego, en la montana y en
la llanura, en el dia y durante la noche.
Aquello no era pelear para vivir; era vivir para pelear.
Al cabo triunfo la causa de la justicia. Oigan ustedes como.
Una noche obscura, muy obscura, en que no se oia ni un rumor en la
tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los senores de la
fortaleza, engreidos por una reciente victoria, se repartian el botin,
y ebrios con el vapor de los licores en mitad de la loca y estruendosa
orgia, entonaban sacrilegos cantares en loor de su infernal patrono.
Como dejo dicho, nada se oia en derredor del castillo, excepto el eco
de las blasfemias, que palpitaban, perdidas en el sombrio seno de la
noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas en los
pliegues del huracan de los infiernos. [1]
[Footnote 1: huracan de los infiernos. The idea is taken from
Dante's _Inferno,_ v.
I came into a place mute of all light,
Which bellows as the sea does in a tempest,
If by opposing winds 't is combated.
The infernal hurricane that never rests
Hurtles the spirits onward in its rapine;
Whirling them round; and smiting, it molests them.
_Longfellow's translation_
It is to this realm, where the carnal sinners are punished, that
Dante relegates the lovers Paolo and Francesca da Rimini. ]
Ya los descuidados centinelas habian fijado algunas veces sus ojos en
la villa que reposaba silenciosa, y se habian dormido sin temor a una
sorpresa, apoyados en el grueso tronco de sus lanzas, cuando he aqui
que algunos aldeanos, resueltos a morir y protegidos por la sombra,
comenzaron a escalar el cubierto penon del Segre, a cuya cima tocaron
a punto de la media noche.
Una vez en la cima, lo que faltaba por hacer fue obra de poco tiempo:
los centinelas salvaron de un solo salto el valladar que separa al
sueno de la muerte;[1] el fuego aplicado con teas de resina al puente
y al rastrillo, se comunico con la rapidez del relampago a los muros;
y los escaladores, favorecidos por la confusion y abriendose paso
entre las llamas, dieron fin con los habitantes de aquella guarida en
un abrir y cerrar de ojos.
[Footnote 1: That is to say, they passed suddenly from sleep to
death. Tasso uses much the same figure, when he says, in his
_Gerusalemme Liberata_, ix. 18:
_Dal sonno a la marts e un picciol varco. _
Small is the gulf that lies 'twixt sleep and death. ]
Todos perecieron.
Cuando el cercano dia comenzo a blanquear las altas copas de los
enebros, humeaban aun los calcinados escombros de las desplomadas
torres, y a traves de sus anchas brechas, chispeando al herirla la luz
y colgada de uno de los negros pilares de la sala del festin, era
facil divisar la armadura del temido jefe, cuyo cadaver, cubierto de
sangre y polvo, yacia entre los desgarrados tapices y las calientes
cenizas, confundido con los de sus obscuros companeros.
El tiempo paso; comenzaron los zarzales a rastrear por los desiertos
patios, la hiedra a enredarse en los obscuros machones, y las
campanillas azules a mecerse colgadas de las mismas almenas. Los
desiguales soplos de la brisa, el graznido de las aves nocturnas y el
rumor de los reptiles, que se deslizaban entre las altas hierbas,
turbaban solo de vez en cuando el silencio de muerte de aquel lugar
maldecido; los insepultos huesos de sus antiguos moradores blanqueaban
al rayo de la luna, y aun podia verse el haz de armas del senor del
Segre, colgado del negro pilar de la sala del festin.
Nadie osaba tocarle; pero corrian mil fabulas acerca de aquel objeto,
causa incesante de hablillas y terrores para los que le miraban
llamear durante el dia, herido por la luz del sol, o creian percibir
en las altas horas de la noche el metalico son de sus piezas, que
chocaban entre si cuando las movia el viento, con un gemido prolongado
y triste.
A pesar de todos los cuentos que aproposito de la armadura se
fraguaron, y que en voz baja se repetian unos a otros los habitantes
de los alrededores, no pasaban de cuentos, y el unico mas positivo que
de ellos resulto, se redujo entonces a una dosis de miedo mas que
regular, que cada uno de por si se esforzaba en disimular lo posible,
haciendo, como decirse suele, de tripas corazon.
Si de aqui no hubiera pasado la cosa, nada se habria perdido. Pero el
diablo, que a lo que parece no se encontraba satisfecho de su obra,
sin duda. Con el permiso de Dios y a fin de hacer purgar a la comarca
algunas culpas, volvio a tomar cartas en el asunto.
Desde este momento las fabulas, que hasta aquella epoca no pasaron de
un rumor vago y sin viso alguno de verosimilitud, comenzaron a tomar
consistencia y a hacerse de dia en dia mas probables.
En efecto, hacia algunas noches que todo el pueblo habia podido
observar un extrano fenomeno.
Entre las sombras, a lo lejos, ya subiendo las retorcidas cuestas del
penon del Segre, ya vagando entre las ruinas del castillo, ya
cerniendose al parecer en los aires, se veian correr, cruzarse,
esconderse y tornar a aparecer para alejarse en distintas direcciones
unas luces misteriosas y fantasticas cuya procedencia nadie sabia
explicar.
Esto se repitio por tres o cuatro noches durante el intervalo de un
mes; y los confusos aldeanos esperaban inquietos el resultado de
aquellos conciliabulos, que ciertamente no se hizo aguardar mucho,
cuando tres o cuatro alquerias incendiadas, varias reses desaparecidas
y los cadaveres de algunos caminantes despenados en los precipicios,
pusieron en alarma todo el territorio en diez leguas a la redonda.
Ya no quedo duda alguna. Una banda de malhechores se albergaba en los
subterraneos del castillo.
Estos, que solo se presentaban al principio muy de tarde en tarde y en
determinados puntos del bosque que, aun en el dia, se dilata a lo
largo de la ribera, concluyeron por ocupar casi todos los desfiladeros
de las montanas, emboscarse en los caminos, saquear los valles y
descender como un torrente a la llanura, donde a este quiero a este no
quiero, no dejaban titere con cabeza.
Los asesinatos se multiplicaban; las muchachas desaparecian, y los
ninos eran arrancados de las cunas a pesar de los lamentos de sus
madres, para servirlos[1] en diabolicos festines, en que, segun la
creencia general, los vasos sagrados[2] sustraidos de las profanadas
iglesias servian de copas.
[Footnote 1: servirlos. The sacrifice of children has always been
considered by popular superstition as an essential part in practices
of black magic or in compacts with the devil. ]
[Footnote 2: los vasos sagrados. The sacred vessels of the church
are said to play an important part in demonolatry. The consecrated
wafers too are believed to be put to improper uses. ]
El terror llego a apoderarse de los animos en un grado tal, que al
toque de oraciones nadie se aventuraba a salir de su casa, en la que
no siempre se creian seguros de los bandidos del penon.
Mas ? quienes eran estos? ? De donde habian venido? ? Cual era el nombre
de su misterioso jefe? He aqui el enigma que todos querian explicar y
que nadie podia resolver hasta entonces, aunque se observase desde
luego que la armadura del senor feudal habia desaparecido del sitio
que antes ocupara,[1] y posteriormente varios labradores hubiesen
afirmado que el capitan de aquella desalmada gavilla marchaba a su
frente, cubierto con una, que de no ser la misma, se le asemejaba en
un todo.
[Footnote 1: ocupara See p. 16, note 3. ]
Cuanto queda repetido, si se le despoja de esa parte de fantasia con
que el miedo abulta y completa sus creaciones favoritas, nada tiene en
si de sobrenatural y extrano. ? Que cosa mas corriente en unos bandidos
que las ferocidades con que estos se distinguian, ni mas natural que
el apoderarse su jefe de las abandonadas armas del senor del Segre?
Sin embargo, algunas revelaciones hechas antes de morir por uno de sus
secuaces, prisionero en las ultimas refriegas, acabaron de colmar la
medida, preocupando el animo de los mas incredulos. Poco mas o menos,
el contenido de su confesion fue este:--Yo, dijo, pertenezco a una
noble familia. Los extravios de mi juventud, mis locas prodigalidades
y mis crimenes por ultimo atrajeron sobre mi cabeza la colera de mis
deudos y la maldicion de mi padre, que me desheredo al expirar.
Hallandome solo y sin recursos de ninguna especie, el diablo sin duda
debio sugerirme la idea de reunir algunos jovenes que se encontraban
en una situacion identica a la mia, los cuales, seducidos con las
promesas de un porvenir de disipacion, libertad, y abundancia, no
vacilaron un instante en suscribir a mis designios.
Estos se reducian a formar una banda de jovenes de buen humor,
despreocupados y poco temerosos del peligro, que desde alli en
adelante vivirian alegremente del producto de su valor y a costa del
pais, hasta tanto que Dios se sirviera disponer de cada uno de ellos
conforme a su voluntad, segun hoy a mi me sucede.
Con este objeto senalamos esta comarca para teatro de nuestras
expediciones futuras, y escogimos como punto el mas a proposito para
nuestras reuniones el abandonado castillo del Segre, lugar seguro, no
tanto por su posicion fuerte y ventajosa, como por hallarse defendido
contra el vulgo por las supersticiones y el miedo.
Congregados una noche bajo sus ruinosas arcadas, alrededor de una
hoguera que iluminaba con su rojizo resplandor las desiertas galerias,
trabose una acalorada disputa sobre cual de nosotros habia de ser
elegido jefe.
Cada uno alego sus meritos; yo expuse mis derechos: ya los unos
murmuraban entre si con ojeadas amenazadoras; ya los otros con voces
descompuestas por la embriaguez habian puesto la mano sobre el pomo de
sus punales para dirimir la cuestion, cuando de repente oimos un
extrano crujir de armas, acompanado de pisadas huecas y sonantes, que
de cada vez se hacian mas distintas. Todos arrojamos a nuestro
alrededor una inquieta mirada de desconfianza; nos pusimos de pie y
desnudamos nuestros aceros, determinados a vender caras las vidas;
pero no pudimos por menos de permanecer inmoviles al ver adelantarse
con paso firme e igual un hombre de elevada estatura, completamente
armado de la cabeza al pie y cubierto el rostro con la visera del
casco, el cual, desnudando su montante, que dos hombres podrian apenas
manejar, y poniendole[1] sobre uno de los carcomidos fragmentos de las
rotas arcadas, exclamo con una voz hueca y profunda, semejante al
rumor de una caida de aguas subterraneas:
[Footnote 1: poniendole. See p. 66, note 1. ]
--Si alguno de vosotros se atreve a ser el primero, mientras yo habite
en el castillo del Segre, que tome esa espada, signo del poder.
Todos guardamos silencio, hasta que, transcurrido el primer momento de
estupor, le proclamamos a grandes voces nuestro capitan, ofreciendole
una copa de nuestro vino, la cual rehuso por senas, acaso por no
descubrirse la faz, que en vano procuramos distinguir a traves de las
rejillas de hierro que la ocultaban a nuestros ojos.
No obstante, aquella noche pronunciamos el mas formidable de los
juramentos, y a la siguiente dieron principio nuestras nocturnas
correrias. En ellas nuestro misterioso jefe marchaba siempre delante
de todos. Ni el fuego le ataja, ni los peligros le intimidan, ni las
lagrimas le conmueven: Nunca despliega sus labios; pero cuando la
sangre humea en nuestras manos, como cuando los templos se derrumban
calcinados por las llamas: cuando las mujeres huyen espantadas entre
las ruinas, y los ninos arrojan gritos de dolor, y los ancianos
perecen a nuestros golpes, contesta con una carcajada de feroz alegria
a los gemidos, a las imprecaciones y a los lamentos.
Jamas se desnuda de sus armas ni abate la visera de su casco despues
de la victoria, ni participa del festin, ni se entrega al sueno. Las
espadas que le hieren se hunden entre las piezas de su armadura, y ni
le causan la muerte, ni se retiran tenidas en sangre; el fuego
enrojece su espaldar y su cota, y aun prosigue impavido entre las
llamas, buscando nuevas victimas; desprecia el oro, aborrece la
hermosura, y no le inquieta la ambicion.
Entre nosotros, unos le creen un extravagante; otros un noble
arruinado, que por un resto de pudor se tapa la cara; y no falta quien
se encuentra convencido de que es el mismo diablo en persona.
El autor de esas revelaciones murio con la sonrisa de la mofa en los
labios y sin arrepentirse de sus culpas; varios de sus iguales le
siguieron en diversas epocas al suplicio; pero el temible jefe, a
quien continuamente se unian nuevos proselitos, no cesaba en sus
desastrosas empresas.
Los infelices habitantes de la comarca, cada vez mas aburridos y
desesperados, no acertaban ya con la determinacion que deberia tomarse
para concluir de un todo con aquel orden de cosas, cada dia mas
insoportable y triste.
Inmediato a la villa, y oculto en el fondo de un espeso bosque, vivia
a esta sazon, en una pequena ermita dedicada a San Bartolome[1] un
santo hombre, de costumbres piadosas y ejemplares, a quien el pueblo
tuvo siempre en olor de santidad, merced a sus saludables consejos y
acertadas predicciones.
[Footnote 1: San Bartolome. See p. 29, note 2. ]
Este venerable ermitano, a cuya prudencia y proverbial sabiduria
encomendaron los vecinos de Bellver la resolucion de este dificil
problema, despues de implorar la misericordia divina por medio de su
santo Patrono, que, como ustedes no ignoran, conoce al diablo muy de
cerca, y en mas de una ocasion le ha atado bien corto,[1] les aconsejo
que se emboscasen durante la noche al pie del pedregoso camino que
sube serpenteando por la roca, en cuya cima se encontraba el castillo,
encargandoles al mismo tiempo que ya alli, no hiciesen uso de otras
armas para aprehenderlo que de una maravillosa oracion que les hizo
aprender de memoria, y con la cual aseguraban las cronicas que San
Bartolome habia hecho al diablo su prisionero. '
[Footnote 1: le ha atado bien corto. . . su prisionero. See p. 29,
note 2. ]
Pusose en planta el proyecto, y su resultado excedio a cuantas
esperanzas se habian concebido; pues aun no iluminaba el sol del otro
dia la alta torre de Bellver, cuando sus habitantes, reunidos en
grupos en la plaza Mayor,[1] se contaban unos a otros con aire de
misterio, como aquella noche fuertemente atado de pies y manos y a
lomos de una poderosa mula, habia entrado en la poblacion el famoso
capitan de los bandidos del Segre.
[Footnote 1: la plaza Mayor.
conmovido.
--? Miedo! ? de que?
--No se. . . de una cosa sobrenatural. . . . Anoche, mirad, yo os habia
oido decir que teniais empeno en que tocase el organo en la Misa, y
ufana con esta distincion pense arreglar sus registros y templarle,[1]
a fin de que hoy os sorprendiese. . . Vine al coro. . . sola. . . abri la
puerta que conduce a la tribuna. . . . En el reloj de la catedral sonaba
en aquel momento una hora. . . no se cual. . . . Pero las campanadas eran
tristisimas y muchas. . . muchas. . . estuvieron sonando todo el tiempo
que yo permaneci como clavada en el dintel y aquel tiempo me parecio
un siglo.
[Footnote 1: templarle. See p. 66, note 1. ]
La iglesia estaba desierta y obscura. . . . Alla lejos, en el fondo,
brillaba como una estrella perdida en el cielo de la noche, una luz
moribunda, la luz de la lampara que arde en el altar mayor. . . . A sus
reflejos debilisimos, que solo contribuian a hacer mas visible todo el
profundo horror de las sombras, vi. . . le vi, madre, no lo dudeis, vi
un hombre que en silencio y vuelto de espaldas hacia el sitio en que
yo estaba, recorria con una mano las teclas del organo, mientras
tocaba con la otra a sus registros. . . y el organo sonaba; pero sonaba
de una manera indescriptible. Cada una de sus notas parecia un sollozo
ahogado dentro del tubo de metal, que vibraba con el aire comprimido
en su hueco, y reproducia el tono sordo, casi imperceptible, pero
justo.
Y el reloj, de la catedral continuaba dando la hora, y el hombre aquel
proseguia recorriendo las teclas. Yo oia hasta su respiracion.
El horror habia helado la sangre de mis venas; sentia en mi cuerpo
como un frio glacial, y en mis sienes fuego. . . . Entonces quise gritar,
pero no pude. El hombre aquel habia vuelto la cara y me habia
mirado. . . digo mal, no me habia mirado, porque era ciego. . . . ? Era mi
padre!
--? Bah! hermana, desechad esas fantasias con que el enemigo malo[1]
procura turbar las imaginaciones debiles. . . . Rezad un _Pater
Noster_[2] y un _Ave Maria_[3] al arcangel San Miguel,[4] jefe de las
milicias celestiales, para que os asista contra los malos espiritus.
Llevad al cuello un escapulario tocado en la reliquia de San
Pacomio,[5] abogado contra las tentaciones, y marchad, marchad a
ocupar la tribuna del organo; la Misa va a comenzar y ya esperan con
impaciencia los fieles. . . . Vuestro padre esta en el cielo, y desde
alli, antes que a daros sustos, bajara a inspirar a su hija en esta
ceremonia solemne para el objeto de tan especial devocion.
[Footnote 1: el enemigo malo. That is to say, the devil. ]
[Footnote 2: Pater Noster. See p. 33, note 1. ]
[Footnote 3: Ave Maria. "A form of devotion used in the Church of
Rome, comprising the salutation addressed by the angel Gabriel to
the Blessed Virgin Mary. (Luke i. 28. ) The words Ave Maria are the
first two, in Latin, of the form as it appears in the manuals of the
Roman Church, thus: ' Hail Mary (Ave Maria), full of grace, the Lord
is with thee, etc. ' To which is appended the following petition:
'Holy Mary, mother of God, pray for us sinners now, and in the hour
of our death. Amen. '. . . It was not used before the Hours, until the
sixteenth century, in Romish offices. " Hook's _Church Dict. _,
London, 1887, p. 72. Some say earlier. ]
[Footnote 4: San Miguel = 'St. Michael. ' "An archangel mentioned in
the Bible. He is regarded as the leader of the whole host of
angels. . . He is spoken of five times in the Bible, always [or to be
more exact _usually_ as fighting] John mentions him as fighting at
the head of the angels against the dragon and his host. " _Century
Dict. _]
[Footnote 5: San Pacomio = 'St. Pachomius. ' "Born probably in Lower
Egypt, about 292: died about 349. One of the founders of
monasticism. He established a monastery on the island of Tabenna in
the Nile, and was the first thus to collect the monks under one roof
and establish strict rules of government for the community. "
_Century Diet_. ]
La priora fue a ocupar su sillon en el coro en medio de la comunidad.
La hija de maese Perez abrio con mano temblorosa la puerta de la
tribuna para sentarse en el banquillo del organo, y comenzo la Misa.
Comenzo la Misa, y prosiguio sin que ocurriese nada de notable hasta
que llego la consagracion. [1] En aquel momento sono el organo, y al
mismo tiempo que el organo un grito de la hija de maese Perez. . . .
[Footnote 1: consagracion = 'consecration. ' "The form of words by
which the bread and wine in the Mass are changed into Christ's body
and blood. " Addis and Arnold, _Catholic Diet_, London, 1884, p. 216.
See also p. 101, note 2. ]
La superiora, las monjas y algunos de los fieles corrieron a la
tribuna.
--? Miradle, miradle! decia la joven fijando sus desencajados ojos en
el banquillo, de donde se habia levantado asombrada para agarrarse con
sus manos convulsas al barandal de la tribuna.
Todo el mundo fijo sus miradas en aquel punto. El organo estaba solo,
y no obstante, el organo seguia sonando . . . sonando como solo los
arcangeles podrian imitarlo en sus raptos de mistico
alborozo. . . . . . . . . . . . . . .
--? No os lo dije yo una y mil veces, mi senora dona Baltasara, no os
lo dije yo! . . . ? Aqui hay busilis! . . . Oidlo; que, ? no estuvisteis
anoche en la Misa del Gallo? Pero, en fin ya sabreis lo que paso. En
toda Sevilla no se habla de otra cosa. . . . El senor arzobispo esta
hecho, y con razon, una furia. . . . Haber dejado de asistir a Santa
Ines; no haber podido presenciar el portento. . . ? y para que? para oir
una cencerrada; porque personas que lo oyeron dicen que lo que hizo el
dichoso organista de San Bartolome en la catedral no fue otra cosa. . . .
Si lo decia yo. Eso no puede haberlo tocado el bisojo, mentira . . .
aqui hay busilis, y el busilis era, en efecto, el alma de maese Perez.
LA CRUZ DEL DIABLO
Que lo creas o no, me importa bien poco. Mi abuelo se lo narro a mi
padre; mi padre me lo ha referido a mi, y yo te lo cuento ahora,
siquiera no sea mas que por pasar el rato. [1]
***
[Footnote 1: por pasar el rato = 'to while away the time. ']
I
El crepusculo comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las
pintorescas orillas del Segre,[1] cuando despues de una fatigosa
jornada llegamos a Bellver,[2] termino de nuestro viaje.
[Footnote 1: Segre. A river of the province of Lerida in northern
Spain. It rises in the Pyrenees, and joins the Ebro twenty-two miles
southwest of Lerida.
Its chief tributary is the Cinca. Length about
250 miles. See _Century Diet_. ]
[Footnote 2: Bellver. A little town of some 650 inhabitants,
situated in the valley of the Segre, in the diocese of Urgel,
province of Lerida, Spain. Its situation is very picturesque. It
contains an ancient castle. ]
Bellver es una pequena poblacion situada a la falda de una colina, por
detras de la cual se ven elevarse, como las gradas de un colosal
anfiteatro de granito, las empinadas y nebulosas crestas de los
Pirineos. [1]
[Footnote 1: Pirineos = 'Pyrenees. ' A mountain range which separates
France from Spain, and extends from the Bay of Biscay to the
Mediterranean. The highest points are about 11,000 feet. A visit to
the Eastern Pyrenees from the Spanish side is much more difficult
than from France, as both traveling and hotel accommodations are
sadly lacking. ]
Los blancos caserios que la rodean, salpicados aqui y alla sobre una
ondulante sabana de verdura, parecen a lo lejos un bando de palomas
que han abatido su vuelo para apagar su sed en las aguas de la ribera.
Una pelada roca, a cuyos pies tuercen estas su curso, y sobre cuya
cima se notan aun remotos vestigios de construccion, senala la antigua
linea divisoria entre el condado de Urgel[1] y el mas importante de
sus feudos.
[Footnote 1: el condado de Urgel = 'the earldom (_or_ county) of
Urgel. ' The town of this name (2800 inhabitants) is situated on the
Segre, seventy-four miles northwest of Barcelona, in the province of
Lerida, Spain. It has been the see of a bishop since 840, and
possesses a Gothic cathedral. The earldom was of considerable
importance in the fourteenth century, Count Jaime (James) de Urgel
(d. 1433) being a most dangerous claimant of the crown of Aragon. ]
A la derecha del tortuoso sendero que conduce a este punto, remontando
la corriente del rio, y siguiendo sus curvas y frondosas margenes, se
encuentra una cruz.
El asta y los brazos son de hierro; la redonda base en que se apoya,
de marmol, y la escalinata que a ella conduce, de obscuros y mal
unidos fragmentos de silleria.
La destructora accion de los anos, que ha cubierto de orin el metal,
ha roto y carcomido la piedra de este monumento, entre cuyas
hendiduras crecen algunas plantas trepadoras que suben enredandose
hasta coronarlo, mientras una vieja y corpulenta encina le sirve de
dosel.
Yo habia adelantado algunos minutos a mis companeros de viaje, y
deteniendo mi escualida cabalgadura, contemplaba en silencio aquella
cruz, muda y sencilla expresion de las creencias y la piedad de otros
siglos.
Un mundo de ideas se agolpo a mi imaginacion en aquel instante. Ideas
ligerisimas, sin forma determinada, que unian entre si, como un
invisible hilo de luz, la profunda soledad de aquellos lugares, el
alto silencio de la naciente noche y la vaga melancolia de mi
espiritu.
Impulsado de un pensamiento religioso, espontaneo e indefinible, eche
maquinalmente pie a tierra, me descubri, y comence a buscar en el
fondo de mi memoria una de aquellas oraciones que me ensenaron cuando
nino; una de aquellas oraciones que, cuando mas tarde se escapan
involuntarias de nuestros labios, parece que aligeran el pecho
oprimido, y semejantes a las lagrimas, alivian el dolor, que tambien
toma estas formas para evaporarse.
Ya habia comenzado a murmurarla, cuando de improviso senti que me
sacudian con violencia por los hombros.
Volvi la cara: un hombre estaba al lado mio.
Era uno de nuestros guias, natural del pais, el cual, con una
indescriptible expresion de terror pintada en el rostro, pugnaba por
arrastrarme consigo y cubrir mi cabeza con el fieltro que aun tenia en
mis manos.
Mi primera mirada, mitad de asombro, mitad de colera, equivalia a una
interrogacion energica, aunque muda.
El pobre hombre, sin cejar en su empeno de alejarme de aquel sitio,
contesto a ella con estas palabras, que entonces no pude comprender,
pero en las que habia un acento de verdad que me sobrecogio:--? Por la
memoria de su madre! ? Por lo mas sagrado que tenga en el mundo,
senorito, cubrase usted la cabeza, y alejese mas que de prisa de esta
cruz! ? Tan desesperado esta usted, que no bastandole la ayuda de Dios,
recurre a la del demonio!
Yo permaneci un rato mirandole en silencio. Francamente, crei que
estaba loco, pero el prosiguio con igual vehemencia:
--Usted busca la frontera; pues bien, si delante de esa cruz le pide
usted al cielo que le preste ayuda, las cumbres de los monies vecinos
se levantaran en una sola noche hasta las estrellas invisibles, solo
porque no encontremos la raya en toda nuestra vida.
Yo no pude menos de sonreir.
--? Se burla usted? . . . ? cree acaso que esa es una cruz santa como la
del porche de nuestra iglesia? . . .
--? Quien lo duda?
--Pues se engana usted de medio a medio, porque esa cruz, salvo lo que
tiene de Dios, esta maldita. . . esa cruz pertenece a un espiritu
maligno, y por eso la llaman _La cruz del diablo_.
--? La cruz del diablo! repeti cediendo a sus instancias, sin darme
cuenta a mi mismo del involuntario temor que comenzo a apoderarse de
mi espiritu, y que me rechazaba como una fuerza desconocida de aquel
lugar; ? la cruz del diablo! ? Nunca ha herido mi imaginacion una
amalgama mas disparatada de dos ideas tan absolutamente enemigas! . . .
? Una cruz. . . y del diablo! ! ! ? Vaya, vaya! Fuerza sera que en llegando
a la poblacion me expliques este monstruoso absurdo.
Durante este corto dialogo, nuestros camaradas, que habian picado sus
cabalgaduras, se nos reunieron al pie de la cruz; yo les explique en
breves palabras lo que acababa de suceder; monte nuevamente en mi
rocin, y las campanas de la parroquia llamaban lentamente a la
oracion, cuando nos apeamos en lo mas escondido y lobrego de los
paradores de Bellver.
II
Las llamas rojas y azules se enroscaban chisporroteando a lo largo del
grueso tronco de encina que ardia en el ancho hogar; nuestras sombras,
que se proyectaban temblando sobre los ennegrecidos muros, se
empequenecian o tomaban formas gigantescas, segun la hoguera despedia
resplandores mas o menos brillantes; el vaso de sauco, ora vacio, ora
lleno y no de agua, como cangilon de noria, habia dado tres veces la
vuelta en derredor del circulo que formabamos junto al fuego, y todos
esperaban con impaciencia la historia de _La cruz del diablo_, que a
guisa de postres de la frugal cena que acababamos de consumir, se nos
habia prometido, cuando nuestro guia tosio por dos veces, se echo al
coleto un ultimo trago de vino, limpiose con el reves de la mano la
boca, y comenzo de este modo:
--Hace mucho tiempo, mucho tiempo, yo no se cuanto, pero los moros
ocupaban aun la mayor parte de Espana, se llamaban condes[1] nuestros
reyes, y las villas y aldeas pertenecian en feudo a ciertos senores,
que a su vez prestaban homenaje a otros mas poderosos, cuando acaecio
lo que voy a referir a ustedes. [2]
[Footnote 1: condes = 'counts,' 'earls. ' The word conde comes from
the Latin _comes, comitem_, 'companion,' and during the Roman empire
in Spain was a title of honor granted to certain officers who had
jurisdiction over war and peace. During the reign of the Goths it
was likewise an official and not a nobiliary title. Later, with the
growth of the feudal system, the counts became not merely royal
officers, but hereditary rulers, with coronets and arms and an
assumption of absolute authority in their counties. In some of these
counties the title developed later into that of king. ]
[Footnote 2: The epoch referred to is doubtless in the eleventh
century before the first crusade. See p. 122, note 1. ]
Concluida esta breve introduccion historica, el heroe de la fiesta
guardo silencio durante algunos segundos como para coordinar sus
recuerdos, y prosiguio asi:
--Pues es el caso, que en aquel tiempo remote, esta villa y algunas
otras formaban parte del patrimonio de un noble baron, cuyo castillo
senorial se levanto por muchos siglos sobre la cresta de un penasco
que bana el Segre, del cual toma su nombre.
Aun testifican la verdad de mi relacion algunas informes ruinas que,
cubiertas de jaramago y musgo, se alcanzan a ver sobre su cumbre desde
el camino que conduce a este pueblo.
No se si por ventura o desgracia quiso la suerte que este senor, a
quien por crueldad detestaban sus vasallos, y por sus malas cualidades
ni el rey admitia en la corte, ni sus vecinos en el hogar, se
aburriese de vivir solo con su mal humor y sus ballesteros en lo alto
de la roca en que sus antepasados colgaron su nido de piedra.
Devanabase noche y dia los sesos en busca de alguna distraccion propia
de su caracter, lo cual era bastante dificil, despues de haberse
cansado como ya lo estaba, de mover guerra a sus vecinos, apalear a
sus servidores y ahorcar a sus subditos.
En esta ocasion cuentan las cronicas que se le ocurrio, aunque sin
ejemplar, una idea feliz.
Sabiendo que los cristianos de otras poderosas naciones, se aprestaban
a partir juntos en una formidable armada[1] a un pais maravilloso para
conquistar el sepulcro de Nuestro Senor Jesucristo, que los moros
tenian en su poder,[2] se determino a marchar en su seguimiento.
[Footnote 1: armada = 'fleet. ' The reference is probably to the
first crusade under Godfrey of Bouillon (1096-1099), which resulted
in the capture of Jerusalem and the temporary establishment of a
Christian kingdom in Palestine. ]
[Footnote 2: que los moros tenian en su poder. See p. 35, note 4. ]
Si realizo esta idea con objeto de purgar sus culpas, que no eran
pocas, derramando su sangre en tan justa empresa, o con el de
transplantarse a un punto donde sus malas manas no se conociesen, se
ignora; pero la verdad del caso es que, con gran contentamiento de
grandes y chicos, de vasallos y de iguales, allego cuanto dinero pudo,
redimio a sus pueblos del senorio, mediante una gruesa cantidad, y no
conservando de propiedad suya mas que el penon del Segre y las cuatro
torres del castillo, herencia de sus padres, desaparecio de la noche a
la manana.
La comarca entera respiro en libertad durante algun tiempo, como si
despertara de una pesadilla.
Ya no colgaban de los arboles de sus sotos, en vez de frutas, racimos
de hombres: las muchachas del pueblo no temian al salir con su cantaro
en la cabeza a tomar agua de la fuente del camino, ni los pastores
llevaban sus rebanos al Segre por sendas impracticables y ocultas,
temblando encontrar a cada revuelta de la trocha a los ballesteros de
su muy amado senor.
Asi transcurrio el espacio de tres anos; la historia del _mal
caballero_, que solo por este nombre se le conocia, comenzaba a
pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas
veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa a los
asombrados chicos; las madres asustaban a los pequenuelos
incorregibles o llorones diciendoles: _? que viene el senor del
Segre! _[2] cuando he aqui que no se si un dia o una noche, si caido
del cielo o abortado de los profundos, el temido senor aparecio
efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus
antiguos vasallos.
[Footnote 1: las. See vocabulary. ]
[Footnote 2: ? que viene el senor del Segre! Compare the familiar
English expression used to frighten children: "The boogy-man is
coming. "]
Renuncio a describir el efecto de esta agradable sorpresa. Ustedes se
lo podran figurar mejor que yo pintarlo, solo con decirles que tornaba
reclamando sus vendidos derechos, que si malo se fue, peor volvio, y
si pobre y sin credito se encontraba antes de partir a la guerra, ya
no podia contar con mas recursos que su despreocupacion, su lanza y
una media docena de aventureros tan desalmados y perdidos como su
jefe.
Como era natural, los pueblos se resistieron a pagar tributes, que a
tanta costa habian redimido; pero el senor puso fuego a sus heredades,
a sus alquerias y a sus mieses.
Entonces apelaron a la justicia del rey; pero el senor se burlo de las
cartas-leyes de los Condes soberanos;[1] las clavo en el postigo de
sus torres, y colgo a los farsantes de una encina.
[Footnote 1: Condes soberanos. See p. 121, Note 1. ]
Exasperados, y no encontrando otra via de salvacion, por ultimo, se
pusieron de acuerdo entre si, se encomendaron a la Divina Providencia
y tomaron las armas; pero el senor reunio a sus secuaces, llamo en su
ayuda al diablo, se encaramo a su roca y se preparo a la lucha. Esta
comenzo terrible y sangrienta. Se peleaba con todas armas, en todos
sitios y a todas horas, con la espada y el fuego, en la montana y en
la llanura, en el dia y durante la noche.
Aquello no era pelear para vivir; era vivir para pelear.
Al cabo triunfo la causa de la justicia. Oigan ustedes como.
Una noche obscura, muy obscura, en que no se oia ni un rumor en la
tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los senores de la
fortaleza, engreidos por una reciente victoria, se repartian el botin,
y ebrios con el vapor de los licores en mitad de la loca y estruendosa
orgia, entonaban sacrilegos cantares en loor de su infernal patrono.
Como dejo dicho, nada se oia en derredor del castillo, excepto el eco
de las blasfemias, que palpitaban, perdidas en el sombrio seno de la
noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas en los
pliegues del huracan de los infiernos. [1]
[Footnote 1: huracan de los infiernos. The idea is taken from
Dante's _Inferno,_ v.
I came into a place mute of all light,
Which bellows as the sea does in a tempest,
If by opposing winds 't is combated.
The infernal hurricane that never rests
Hurtles the spirits onward in its rapine;
Whirling them round; and smiting, it molests them.
_Longfellow's translation_
It is to this realm, where the carnal sinners are punished, that
Dante relegates the lovers Paolo and Francesca da Rimini. ]
Ya los descuidados centinelas habian fijado algunas veces sus ojos en
la villa que reposaba silenciosa, y se habian dormido sin temor a una
sorpresa, apoyados en el grueso tronco de sus lanzas, cuando he aqui
que algunos aldeanos, resueltos a morir y protegidos por la sombra,
comenzaron a escalar el cubierto penon del Segre, a cuya cima tocaron
a punto de la media noche.
Una vez en la cima, lo que faltaba por hacer fue obra de poco tiempo:
los centinelas salvaron de un solo salto el valladar que separa al
sueno de la muerte;[1] el fuego aplicado con teas de resina al puente
y al rastrillo, se comunico con la rapidez del relampago a los muros;
y los escaladores, favorecidos por la confusion y abriendose paso
entre las llamas, dieron fin con los habitantes de aquella guarida en
un abrir y cerrar de ojos.
[Footnote 1: That is to say, they passed suddenly from sleep to
death. Tasso uses much the same figure, when he says, in his
_Gerusalemme Liberata_, ix. 18:
_Dal sonno a la marts e un picciol varco. _
Small is the gulf that lies 'twixt sleep and death. ]
Todos perecieron.
Cuando el cercano dia comenzo a blanquear las altas copas de los
enebros, humeaban aun los calcinados escombros de las desplomadas
torres, y a traves de sus anchas brechas, chispeando al herirla la luz
y colgada de uno de los negros pilares de la sala del festin, era
facil divisar la armadura del temido jefe, cuyo cadaver, cubierto de
sangre y polvo, yacia entre los desgarrados tapices y las calientes
cenizas, confundido con los de sus obscuros companeros.
El tiempo paso; comenzaron los zarzales a rastrear por los desiertos
patios, la hiedra a enredarse en los obscuros machones, y las
campanillas azules a mecerse colgadas de las mismas almenas. Los
desiguales soplos de la brisa, el graznido de las aves nocturnas y el
rumor de los reptiles, que se deslizaban entre las altas hierbas,
turbaban solo de vez en cuando el silencio de muerte de aquel lugar
maldecido; los insepultos huesos de sus antiguos moradores blanqueaban
al rayo de la luna, y aun podia verse el haz de armas del senor del
Segre, colgado del negro pilar de la sala del festin.
Nadie osaba tocarle; pero corrian mil fabulas acerca de aquel objeto,
causa incesante de hablillas y terrores para los que le miraban
llamear durante el dia, herido por la luz del sol, o creian percibir
en las altas horas de la noche el metalico son de sus piezas, que
chocaban entre si cuando las movia el viento, con un gemido prolongado
y triste.
A pesar de todos los cuentos que aproposito de la armadura se
fraguaron, y que en voz baja se repetian unos a otros los habitantes
de los alrededores, no pasaban de cuentos, y el unico mas positivo que
de ellos resulto, se redujo entonces a una dosis de miedo mas que
regular, que cada uno de por si se esforzaba en disimular lo posible,
haciendo, como decirse suele, de tripas corazon.
Si de aqui no hubiera pasado la cosa, nada se habria perdido. Pero el
diablo, que a lo que parece no se encontraba satisfecho de su obra,
sin duda. Con el permiso de Dios y a fin de hacer purgar a la comarca
algunas culpas, volvio a tomar cartas en el asunto.
Desde este momento las fabulas, que hasta aquella epoca no pasaron de
un rumor vago y sin viso alguno de verosimilitud, comenzaron a tomar
consistencia y a hacerse de dia en dia mas probables.
En efecto, hacia algunas noches que todo el pueblo habia podido
observar un extrano fenomeno.
Entre las sombras, a lo lejos, ya subiendo las retorcidas cuestas del
penon del Segre, ya vagando entre las ruinas del castillo, ya
cerniendose al parecer en los aires, se veian correr, cruzarse,
esconderse y tornar a aparecer para alejarse en distintas direcciones
unas luces misteriosas y fantasticas cuya procedencia nadie sabia
explicar.
Esto se repitio por tres o cuatro noches durante el intervalo de un
mes; y los confusos aldeanos esperaban inquietos el resultado de
aquellos conciliabulos, que ciertamente no se hizo aguardar mucho,
cuando tres o cuatro alquerias incendiadas, varias reses desaparecidas
y los cadaveres de algunos caminantes despenados en los precipicios,
pusieron en alarma todo el territorio en diez leguas a la redonda.
Ya no quedo duda alguna. Una banda de malhechores se albergaba en los
subterraneos del castillo.
Estos, que solo se presentaban al principio muy de tarde en tarde y en
determinados puntos del bosque que, aun en el dia, se dilata a lo
largo de la ribera, concluyeron por ocupar casi todos los desfiladeros
de las montanas, emboscarse en los caminos, saquear los valles y
descender como un torrente a la llanura, donde a este quiero a este no
quiero, no dejaban titere con cabeza.
Los asesinatos se multiplicaban; las muchachas desaparecian, y los
ninos eran arrancados de las cunas a pesar de los lamentos de sus
madres, para servirlos[1] en diabolicos festines, en que, segun la
creencia general, los vasos sagrados[2] sustraidos de las profanadas
iglesias servian de copas.
[Footnote 1: servirlos. The sacrifice of children has always been
considered by popular superstition as an essential part in practices
of black magic or in compacts with the devil. ]
[Footnote 2: los vasos sagrados. The sacred vessels of the church
are said to play an important part in demonolatry. The consecrated
wafers too are believed to be put to improper uses. ]
El terror llego a apoderarse de los animos en un grado tal, que al
toque de oraciones nadie se aventuraba a salir de su casa, en la que
no siempre se creian seguros de los bandidos del penon.
Mas ? quienes eran estos? ? De donde habian venido? ? Cual era el nombre
de su misterioso jefe? He aqui el enigma que todos querian explicar y
que nadie podia resolver hasta entonces, aunque se observase desde
luego que la armadura del senor feudal habia desaparecido del sitio
que antes ocupara,[1] y posteriormente varios labradores hubiesen
afirmado que el capitan de aquella desalmada gavilla marchaba a su
frente, cubierto con una, que de no ser la misma, se le asemejaba en
un todo.
[Footnote 1: ocupara See p. 16, note 3. ]
Cuanto queda repetido, si se le despoja de esa parte de fantasia con
que el miedo abulta y completa sus creaciones favoritas, nada tiene en
si de sobrenatural y extrano. ? Que cosa mas corriente en unos bandidos
que las ferocidades con que estos se distinguian, ni mas natural que
el apoderarse su jefe de las abandonadas armas del senor del Segre?
Sin embargo, algunas revelaciones hechas antes de morir por uno de sus
secuaces, prisionero en las ultimas refriegas, acabaron de colmar la
medida, preocupando el animo de los mas incredulos. Poco mas o menos,
el contenido de su confesion fue este:--Yo, dijo, pertenezco a una
noble familia. Los extravios de mi juventud, mis locas prodigalidades
y mis crimenes por ultimo atrajeron sobre mi cabeza la colera de mis
deudos y la maldicion de mi padre, que me desheredo al expirar.
Hallandome solo y sin recursos de ninguna especie, el diablo sin duda
debio sugerirme la idea de reunir algunos jovenes que se encontraban
en una situacion identica a la mia, los cuales, seducidos con las
promesas de un porvenir de disipacion, libertad, y abundancia, no
vacilaron un instante en suscribir a mis designios.
Estos se reducian a formar una banda de jovenes de buen humor,
despreocupados y poco temerosos del peligro, que desde alli en
adelante vivirian alegremente del producto de su valor y a costa del
pais, hasta tanto que Dios se sirviera disponer de cada uno de ellos
conforme a su voluntad, segun hoy a mi me sucede.
Con este objeto senalamos esta comarca para teatro de nuestras
expediciones futuras, y escogimos como punto el mas a proposito para
nuestras reuniones el abandonado castillo del Segre, lugar seguro, no
tanto por su posicion fuerte y ventajosa, como por hallarse defendido
contra el vulgo por las supersticiones y el miedo.
Congregados una noche bajo sus ruinosas arcadas, alrededor de una
hoguera que iluminaba con su rojizo resplandor las desiertas galerias,
trabose una acalorada disputa sobre cual de nosotros habia de ser
elegido jefe.
Cada uno alego sus meritos; yo expuse mis derechos: ya los unos
murmuraban entre si con ojeadas amenazadoras; ya los otros con voces
descompuestas por la embriaguez habian puesto la mano sobre el pomo de
sus punales para dirimir la cuestion, cuando de repente oimos un
extrano crujir de armas, acompanado de pisadas huecas y sonantes, que
de cada vez se hacian mas distintas. Todos arrojamos a nuestro
alrededor una inquieta mirada de desconfianza; nos pusimos de pie y
desnudamos nuestros aceros, determinados a vender caras las vidas;
pero no pudimos por menos de permanecer inmoviles al ver adelantarse
con paso firme e igual un hombre de elevada estatura, completamente
armado de la cabeza al pie y cubierto el rostro con la visera del
casco, el cual, desnudando su montante, que dos hombres podrian apenas
manejar, y poniendole[1] sobre uno de los carcomidos fragmentos de las
rotas arcadas, exclamo con una voz hueca y profunda, semejante al
rumor de una caida de aguas subterraneas:
[Footnote 1: poniendole. See p. 66, note 1. ]
--Si alguno de vosotros se atreve a ser el primero, mientras yo habite
en el castillo del Segre, que tome esa espada, signo del poder.
Todos guardamos silencio, hasta que, transcurrido el primer momento de
estupor, le proclamamos a grandes voces nuestro capitan, ofreciendole
una copa de nuestro vino, la cual rehuso por senas, acaso por no
descubrirse la faz, que en vano procuramos distinguir a traves de las
rejillas de hierro que la ocultaban a nuestros ojos.
No obstante, aquella noche pronunciamos el mas formidable de los
juramentos, y a la siguiente dieron principio nuestras nocturnas
correrias. En ellas nuestro misterioso jefe marchaba siempre delante
de todos. Ni el fuego le ataja, ni los peligros le intimidan, ni las
lagrimas le conmueven: Nunca despliega sus labios; pero cuando la
sangre humea en nuestras manos, como cuando los templos se derrumban
calcinados por las llamas: cuando las mujeres huyen espantadas entre
las ruinas, y los ninos arrojan gritos de dolor, y los ancianos
perecen a nuestros golpes, contesta con una carcajada de feroz alegria
a los gemidos, a las imprecaciones y a los lamentos.
Jamas se desnuda de sus armas ni abate la visera de su casco despues
de la victoria, ni participa del festin, ni se entrega al sueno. Las
espadas que le hieren se hunden entre las piezas de su armadura, y ni
le causan la muerte, ni se retiran tenidas en sangre; el fuego
enrojece su espaldar y su cota, y aun prosigue impavido entre las
llamas, buscando nuevas victimas; desprecia el oro, aborrece la
hermosura, y no le inquieta la ambicion.
Entre nosotros, unos le creen un extravagante; otros un noble
arruinado, que por un resto de pudor se tapa la cara; y no falta quien
se encuentra convencido de que es el mismo diablo en persona.
El autor de esas revelaciones murio con la sonrisa de la mofa en los
labios y sin arrepentirse de sus culpas; varios de sus iguales le
siguieron en diversas epocas al suplicio; pero el temible jefe, a
quien continuamente se unian nuevos proselitos, no cesaba en sus
desastrosas empresas.
Los infelices habitantes de la comarca, cada vez mas aburridos y
desesperados, no acertaban ya con la determinacion que deberia tomarse
para concluir de un todo con aquel orden de cosas, cada dia mas
insoportable y triste.
Inmediato a la villa, y oculto en el fondo de un espeso bosque, vivia
a esta sazon, en una pequena ermita dedicada a San Bartolome[1] un
santo hombre, de costumbres piadosas y ejemplares, a quien el pueblo
tuvo siempre en olor de santidad, merced a sus saludables consejos y
acertadas predicciones.
[Footnote 1: San Bartolome. See p. 29, note 2. ]
Este venerable ermitano, a cuya prudencia y proverbial sabiduria
encomendaron los vecinos de Bellver la resolucion de este dificil
problema, despues de implorar la misericordia divina por medio de su
santo Patrono, que, como ustedes no ignoran, conoce al diablo muy de
cerca, y en mas de una ocasion le ha atado bien corto,[1] les aconsejo
que se emboscasen durante la noche al pie del pedregoso camino que
sube serpenteando por la roca, en cuya cima se encontraba el castillo,
encargandoles al mismo tiempo que ya alli, no hiciesen uso de otras
armas para aprehenderlo que de una maravillosa oracion que les hizo
aprender de memoria, y con la cual aseguraban las cronicas que San
Bartolome habia hecho al diablo su prisionero. '
[Footnote 1: le ha atado bien corto. . . su prisionero. See p. 29,
note 2. ]
Pusose en planta el proyecto, y su resultado excedio a cuantas
esperanzas se habian concebido; pues aun no iluminaba el sol del otro
dia la alta torre de Bellver, cuando sus habitantes, reunidos en
grupos en la plaza Mayor,[1] se contaban unos a otros con aire de
misterio, como aquella noche fuertemente atado de pies y manos y a
lomos de una poderosa mula, habia entrado en la poblacion el famoso
capitan de los bandidos del Segre.
[Footnote 1: la plaza Mayor.
