Up to that height the Patriarch Jacob saw it
Extending its supernal part, whst time
So thronged with angels it appeared to him.
Extending its supernal part, whst time
So thronged with angels it appeared to him.
Gustavo Adolfo Becuqer
Ya en el[1] despacharonse cuatro emisarios, que en representacion de
la atribulada villa hiciesen presente el caso al conde de Urgel y al
arzobispo, los que no tardaron muchos dias en tornar con la resolucion
de estos personajes, resolucion que, como suele decirse, era breve y
compendiosa.
[Footnote 1: Ya en el. A bold ellipsis which would be inconsistent
with common usage in English. ]
--Cuelguese, les dijeron, la armadura en la plaza Mayor de la villa;
que si el diablo la ocupa, fuerza le sera el abandonarla o ahorcarse
con ella.
Encantados los habitantes de Bellver con tan ingeniosa solucion,
volvieron a reunirse en concejo, mandaron levantar una altisima horca
en la plaza, y cuando ya la multitud ocupaba sus avenidas, se
dirigieron a la carcel por la armadura, en corporacion y con toda la
solemnidad que la importancia del caso requeria.
Cuando la respetable comitiva llego al macizo arco que daba entrada al
edificio, un hombre palido y descompuesto se arrojo al suelo en
presencia de los aturdidos circunstantes, exclamando con las lagrimas
en los ojos:
--Perdon, senores, perdon!
--Perdon! ; ? Para quien? dijeron algunos; ? para, el diablo, que habita
dentro de la armadura del senor del Segre?
--Para mi, prosiguio con voz tremula el infeliz, en quien todos
reconocieron al alcaide de las prisiones; para mi. . . porque las
armas. . . han desaparecido.
Al oir estas palabras, el asombro se pinto en el rostro de cuantos se
encontraban en el portico, que, mudos e inmoviles, hubieran
permanecido en la posicion en que se encontraban, Dios sabe hasta
cuando, si la siguiente relacion del aterrado guardian no les hubiera
hecho agruparse en su alrededor para escuchar con avidez:
Perdonadme, senores, decia el pobre alcaide; y yo no os ocultare nada,
siquiera sea en contra mia.
Todos guardaron silencio, y el prosiguio asi:
--Yo no acertare nunca a dar la razon; pero es el caso que la historia
de las armas vacias me parecio siempre una fabula tejida en favor de
algun noble personaje, a quien tal vez altas razones de conveniencia
publica no permitian ni descubrir ni castigar.
En esta creencia estuve siempre, creencia en que no podia menos de
confirmarme la inmovilidad en que se encontraban desde que por segunda
vez tornaron a la carcel traidas del concejo. En vano una noche y
otra, deseando sorprender su misterio, si misterio en ellas habia, me
levantaba poco a poco y aplicaba el oido a los intersticios de la
ferrada puerta de su calabozo; ni un rumor se percibia.
En vano procure observarlas a traves de un pequeno agujero producido
en el muro; arrojadas sobre un poco de paja y en uno de los mas
obscuros rincones, permanecian un dia y otro descompuestas e
inmoviles.
Una noche, por ultimo, aguijoneado por la curiosidad y deseando
convencerme por mi mismo de que aquel objeto de terror nada tenia de
misterioso, encendi una linterna, baje a las prisiones, levante sus
dobles aldabas, y no cuidando siquiera--tanta era mi fe en que todo no
pasaba de un cuento--de cerrar las puertas tras mi, penetre en el
calabozo. Nunca lo hubiera hecho; apenas anduve algunos pasos, la luz
de mi linterna se apago por si sola, y mis dientes comenzaron a
chocar, y mis cabellos a erizarse. Turbando el profundo silencio que
me rodeaba, habia oido como un ruido de hierros, que se removian y
chocaban al unirse entre las sombras.
Mi primer movimiento fue arrojarme a la puerta para cerrar el paso,
pero al asir sus hojas, senti sobre mis hombros una mano formidable
cubierta-con un guantelete, que despues de sacudirme con violencia me
derribo sobre el dintel. Alli permaneci hasta la manana siguiente, que
me encontraron mis servidores falto de sentido, y recordando solo que
despues de mi caida, habia creido percibir confusamente como unas
pisadas sonoras, al compas de las cuales resonaba un rumor de
espuelas, que poco a poco se fue alejando hasta perderse.
Cuando concluyo el alcaide, reino un silencio profundo, al que siguio
luego un infernal concierto de lamentaciones, gritos y amenazas.
Trabajo costo a los mas pacificos el contener al pueblo que, furioso
con la novedad, pedia a grandes voces la muerte del curioso autor de
su nueva desgracia.
Al cabo logrose apaciguar el tumulto, y comenzaron a disponerse a una
nueva persecucion. Esta obtuvo tambien un resultado satisfactorio.
Al cabo de algunos dias, la armadura volvio a encontrarse en poder de
sus perseguidores. Conocida la formula, y mediante la ayuda de San
Bartolome,[1] la cosa no era ya muy dificil.
[Footnote 1: San Bartolome. See p. 29, note 2. ]
Pero aun quedaba algo por hacer: pues en vano, a fin de sujetarlo, lo
colgaron de una horca; en vano emplearon la mas exquisita vigilancia
con el objeto de quitarle toda ocasion de escaparse por esos mundos.
En cuanto las desunidas armas veian dos dedos de luz, se encajaban, y
pian pianito volvian a tomar el trote y emprender de nuevo sus
excursiones por montes y llanos, que era una bendicion del cielo.
Aquello era el cuento de nunca acabar. [1]
[Footnote 1: Aquello era el cuento de nunca acabar = 'It was a
never-ending story. ' One of the sort that seems to reach a climax
only to begin over again. ]
En tan angustiosa situacion, los vecinos se repartieron entre si las
piezas de la armadura, que acaso por la centesima vez se encontraba en
sus manos, y rogando[1] al piadoso eremita, que un dia los ilumino con
sus consejos, decidiera lo que debia hacerse de ella.
[Footnote 1: y rogando. A careless and incorrect construction which
leaves the sentence incomplete. Better y rogaron. Notice the
omission of the conjunction que before the subjunctive decidiera.
This is a frequent Spanish usage. ]
El santo varon ordeno al pueblo una penitencia general. Se encerro por
tres dias en el fondo de una caverna que le servia de asilo, y al cabo
de ellos dispuso que se fundiesen las diabolicas armas, y con ellas y
algunos sillares del castillo del Segre, se levantase una cruz.
La operacion se llevo a termino, aunque no sin que nuevos y
aterradores prodigios llenasen de pavor el animo de los consternados
habitantes de Bellver.
En tanto que las piezas arrojadas a las llamas comenzaban a
enrojecerse, largos y profundos gemidos parecian escaparse de la ancha
hoguera, de entre cuyos troncos saltaban[1] como si estuvieran vivas y
sintiesen la accion del fuego. Una tromba de chispas rojas, verdes y
azules danzaba en la cuspide de sus encendidas lenguas, y se retorcian
crujiendo como si una legion de diablos, cabalgando sobre ellas,
pugnasen por libertar a su senor de aquel tormento.
[Footnote 1: saltaban. The antecedent must be piezas, although it is
too remote to be obvious. Such loose constructions are not to be
recommended. ]
Extrana, horrible fue la operacion, en tanto que la candente armadura
perdia su forma para tomar la de una cruz.
Los martillos, caian resonando con un espantoso estruendo sobre el
yunque, al que veinte trabajadores vigorosos sujetaban las barras del
hirviente metal, que palpitaba y gemia al sentir los golpes.
Ya se extendian los brazos del signo de nuestra redencion, ya
comenzaba a formarse la cabecera, cuando la diabolica y encendida masa
se retorcia de nuevo como en una convulsion espantosa, y rodeandose al
cuerpo de los desgraciados, que pugnaban por desasirse de sus brazos
de muerte, se enroscaba en anillas como una culebra, o se contraia en
zigzag como un relampago.
El constante trabajo, la fe, las oraciones y el agua bendita
consiguieron, por ultimo, vencer el espiritu infernal y la armadura se
convirtio en cruz.
Esa cruz es la que hoy habeis visto, y a la cual se encuentra sujeto
el diablo que le presta su nombre; ante ella, ni las jovenes colocan
en el mes de Mayo[1] ramilletes de lirios, ni los pastores se
descubren al pasar, ni los ancianos se arrodillan, bastando apenas las
severas amonestaciones del clero para que los muchachos no la
apedreen.
[Footnote 1: en el mes de Mayo. To celebrate the festival of
May-day. ]
Dios ha cerrado sus oidos a cuantas plegarias se le dirijan en su
presencia. En el invierno los lobos se reunen en manadas junto al
enebro que la protege, para lanzarse sobre las reses; los bandidos
esperan a su sombra a los caminantes, que entierran a su pie despues
que los asesinan; y cuando la tempestad se desata, los rayos tuercen
su camino para liarse, silbando, al asta de esa cruz y romper los
sillares de su pedestal.
CREED EN DIOS
CANTIGA PROVENZAL
Yo fui el verdadero Teobaldo de Montagut, baron de Fortcastell. [1]
Noble o villano, senor o pechero, tu, cualquiera que seas, que te
detienes un instante al borde de mi sepultura, cree en Dios, como yo
he creido, y ruegale por mi.
[Footnote 1: Teobaldo de Montagut, baron de Fortcastell. The name of
Teobaldo, does not figure in mediaeval Catalonia, nor the barony of
Fortcastell. This inscription is probably a literary fiction. ]
I
Nobles aventureros, que puesta la lanza en la cuja, caida la visera
del casco y jinetes sobre un corcel poderoso, recorreis la tierra sin
mas patrimonio que vuestro nombre clarisimo y vuestro montante,
buscando honra y prez en la profesion de las armas; si al atravesar el
quebrado valle de Montagut [Foonote: 1] os han sorprendido en el la
tormenta y la noche, y habeis encontrado un refugio en las ruinas del
monasterio que aun se ve en su fondo, oidme.
[Footnote 1: Montagut. The mountains of Montagut, which rise to a
height of 3125 teet, are situated in the province of Tarragona,
Spain. ]
II
Pastores, que seguis con lento paso vuestras ovejas que pacen
derramadas por las colinas y las llanuras; si al conducirlas al borde
del transparente riachuelo que corre, forcejea y salta por entre los
penascos del valle de Montagut en el rigor del verano, y en una
siesta de fuego habeis encontrado la sombra y el reposo al pie de las
derruidas arcadas del monasterio, cuyos musgosos pilares besan las
ondas, oidme.
III
Ninas de las cercanas aldeas, lirios silvestres que creceis felices al
abrigo de vuestra humildad; si en la manana del santo Patrono de estos
lugares, al bajar al valle de Montagut a coger treboles y margaritas
con que embellecer su retablo, venciendo el temor que os inspira el
sombrio monasterio que se alza en sus penas, habeis penetrado en su
claustro mudo y desierto para vagar entre sus abandonadas tumbas, a
cuyos bordes crecen las margaritas mas dobles y los jacintos mas
azules, oidme.
IV
Tu, noble caballero, tal vez al resplandor de un relampago; tu, pastor
errante, calcinado por los rayos del sol; tu, en fin, hermosa nina,
cubierta aun con gotas de rocio semejantes a lagrimas, todas habreis
visto en aquel santo lugar una tumba, una tumba humilde. Antes la
componian una piedra tosca y una cruz de palo; la cruz ha
desaparecido, y solo queda la piedra. En esa tumba, cuya inscripcion
es el mote de mi canto, reposa en paz el ultimo baron de Fortcastell,
Teobaldo de Montagut,[1] del cual voy a referiros la peregrina
historia.
[Footnote 1: Teobaldo de Montagut. See p, 140, note I. ]
* * * * *
I
Cuando la noble condesa de Montagut estaba en cinta de su primogenito
Teobaldo, tuvo un ensueno misterioso y terrible. Acaso un aviso de
Dios; tal vez una vana fantasia, que el tiempo realizo mas adelante.
Sono que en su seno engendraba una serpiente, una serpiente monstruosa
que, arrojando agudos silbidos, y ora arrastrandose entre la menuda
hierba, ora replegandose sobre si misma para saltar, huyo de su vista,
escondiendose al fin entre unas zarzas.
--? Alli esta! ? alli esta! gritaba la condesa en su horrible pesadilla,
senalando a sus servidores la zarza en que se habia escondido el
asqueroso reptil.
Cuando sus servidores llegaron presurosos al punto que la noble dama,
inmovil y presa de un profundo terror, les senalaba aun con el dedo,
una blanca paloma se levanto de entre las brenas y se remonto a las
nubes.
La serpiente habia desaparecido.
II
Teobaldo vino al mundo, su madre murio al darlo a luz, su padre
perecio algunos anos despues en una emboscada, peleando como bueno
contra los enemigos de Dios. [1]
[Footnote 1: los enemigos de Dios. The Moors are meant here. ]
Desde este punto la juventud del primogenito de Fortcastell solo puede
compararse a un huracan. Por donde pasaba se veia senalando su camino
un rastro de lagrimas y de sangre. Ahorcaba a sus pecheros, se batia
con sus iguales, perseguia a las doncellas, daba de palos a los
monjes, y en sus blasfemias y juramentos ni dejaba Santo en paz ni
cosa sagrada que no maldijese.
III
Un dia en que salio de caza, y que, como era su costumbre, hizo entrar
a guarecerse de la lluvia a toda su endiablada comitiva de pajes
licenciosos, arqueros desalmados y siervos envilecidos, con perros,
caballos y gerifaltes, en la iglesia de una aldea de sus dominios, un
venerable sacerdote, arrostrando su colera y sin temer los violentos
arranques de su caracter impetuoso, le conjuro en nombre del cielo y
llevando una hostia consagrada en sus manos, a que abandonase aquel
lugar y fuese a pie y con un bordon de romero a pedir al Papa la
absolucion de sus culpas.
--? Dejame en paz, viejo loco! exclamo Teobaldo al oirle; dejame en
paz; o ya que no he encontrado una sola pieza durante el dia, te
suelto mis perros y te cazo como a un jabali para distraerme.
IV
Teobaldo era hombre de hacer lo que decia. El sacerdote, sin embargo,
se limito a contestarle:--Haz lo que quieras, pero ten presente que
hay un Dios que castiga y perdona, y que si muero a tus manos borrara
mis culpas del libro de su indignacion, para escribir tu nombre y
hacerte expiar tu crimen.
--? Un Dios que castiga y perdona! prorrumpio el sacrilego baron con
una carcajada. Vo no creo en Dios, y para darte una prueba voy a
cumplirte lo que te he prometido; porque aunque poco rezador, soy
amigo de no faltar a mis palabras. ? Raimundo! ? Gerardo! ? Pedro! Azuzad
la jauria, dadme el venablo, tocad el _alali_ en vuestras trompas, que
vamos a darle caza a este imbecil, aunque se suba a los retablos de
sus altares.
V
Ya despues de dudar un instante y a una nueva orden de su senor,
comenzaban los pajes a desatar los lebreles, que aturdian la iglesia
con sus ladridos; ya el baron habia armado su ballesta riendo con una
risa de Satanas, y el venerable sacerdote, murmurando una plegaria,
elevaba sus ojos al cielo y esperaba tranquilo la muerte, cuando se
oyo fuera del sagrado recinto una voceria horrible, bramidos de
trompas que hacian senales de ojeo, y gritos de _? Al jabali! --? Por Zas
brenas! --? Hacia el monte! _ Teobaldo, al anuncio de la deseada res,
corrio a las puertas del santuario, ebrio de alegria; tras el fueron
sus servidores, y con sus servidores los caballos y los lebreles.
VI
--? Por donde va el jabali? pregunto el baron subiendo a su corcel, sin
apoyarse en el estribo ni desarmar la ballesta. --Por la canada que se
extiende al pie de esas colinas, le respondieron. Sin escuchar la
ultima palabra, el impetuoso cazador hundio su acicate de oro en el
ijar del caballo, que partio al escape. Tras el partieron todos.
Los habitantes de la aldea, que fueron los primeros en dar la voz de
alarma, y que al aproximarse el terrible animal se habian guarecido en
sus chozas, asomaron timidamente la cabeza a los quicios de sus
ventanas; y cuando vieron desaparecer la infernal comitiva por entre
el follaje de la espesura, se santiguaron en silencio.
VII
Teobaldo iba delante de todos. Su corcel, mas ligero o mas castigado
que los de sus servidores, seguia tan de cerca a la res, que dos o
tres veces, dejandole la brida sobre el cuello al fogoso bruto, se
habia empinado sobre los estribos, y echadose al hombro la ballesta
para herirlo. Pero el jabali, al que solo divisaba a intervalos entre
los espesos matorrales, tomaba a desaparecer de su vista para
mostrarsele de nuevo fuera del alcance de su armas.
Asi corrio muchas horas, atraveso las canadas del valle y el pedregoso
lecho del rio, e internandose en un bosque inmenso, se perdio entre
sus sombrias revueltas, siempre fijos los ojos en la codiciada res,
siempre creyendo alcanzarla, siempre viendose burlado por su agilidad
maravillosa.
VIII
Por ultimo, pudo encontrar una ocasion propicia; tendio el brazo y
volo la saeta, que fue a clavarse temblando en el lomo del terrible
animal, que dio un salto y un espantoso bufido. --? Muerto esta! exclama
con un grito de alegria el cazador, volviendo a hundir por la
centesima vez el acicate en el sangriento ijar de su caballo; ? muerto
esta! en balde huye. El rastro de la sangre que arroja marca su
camino. Y esto diciendo, comenzo a hacer en la bocina la senal del
triunfo para que la oyesen sus servidores.
En aquel instante el corcel se detuvo, flaquearon sus piernas, un
ligero temblor agito sus contraidos musculos, cayo al suelo
desplomado, arrojando por la hinchada nariz cubierta de espuma un cano
de sangre.
Habia muerto de fatiga, habia muerto cuando la carrera del herido
jabali comenzaba a acortarse; cuando bastaba un solo esfuerzo mas para
alcanzarlo.
IX
Pintar la ira del colerico Teobaldo, seria imposible. Repetir sus
maldiciones y sus blasfemias, solo repetirlas, fuera escandaloso e
impio. Llamo a grandes voces a sus servidores, y unicamente le
contesto el eco en aquellas inmensas soledades, y se arranco los
cabellos y se meso las barbas, presa de la mas espantosa
desesperacion. --Le seguire a la carrera, aun cuando haya de
reventarme, exclamo al fin, armando de nuevo su ballesta y
disponiendose a seguir a la res; pero en aquel momento sintio ruido a
sus espaldas; se entreabrieron las ramas de la espesura, y se presento
a sus ojos un paje que traia del diestro un corcel negro como la
noche.
--El cielo me lo envia, dijo el cazador, lanzandose sobre sus lomos
agil como un gamo. El paje, que era delgado, muy delgado, y amarillo
como la muerte, se sonrio de una manera extrana al presentarle la
brida.
X
El caballo relincho con una fuerza que hizo estremecer el bosque, dio
un bote increible, un bote en que se levanto mas de diez varas del
suelo, y el aire comenzo a zumbar en los oidos del jinete, como zumba
una piedra arrojada por la honda. Habia partido al escape; pero a un
escape tan rapido, que temeroso de perder los estribos y caer a tierra
turbado por el vertigo, tuvo que cerrar los ojos y agarrarse con ambas
manos a sus[1] flotantes crines.
[Footnote 1: sus. The antecedent is logically, but not grammatically
evident. ]
Y sin agitar sus riendas, sin herirle con el acicate ni animarlo con
la voz, el corcel corria, corria sin detenerse. ? Cuanto tiempo corrio
Teobaldo con el, sin saber por donde, sintiendo que las ramas le
abofeteaban el rostro al pasar, y los zarzales desgarraban sus
vestidos, y el viento silbaba a su alrededor? Nadie lo sabe.
XI
Cuando recobrando el animo, abrio los ojos un instante para arrojar en
torno suyo una mirada inquieta, se encontro lejos, muy lejos de
Montagut, y en unos lugares, para el completamente extranos. El corcel
corria, corria sin detenerse, y arboles, rocas, castillos y aldeas
pasaban a su lado como una exhalacion. Nuevos y nuevos horizontes se
abrian ante su vista; horizontes que se borraban para dejar lugar a
otros mas y mas desconocidos. Valles angostos, erizados de colosales
fragmentos de granito que las tempestades habian arrancado de la
cumbre de las montanas, alegres campinas, cubiertas de un tapiz de
verdura y sembradas de blancos caserios; desiertos sin limites, donde
hervian las arenas calcinadas por los rayos de un sol de fuego; vastas
soledades, llanuras inmensas, regiones de eternas nieves, donde los
gigantescos tempanos asemejaban, destacandose sobre un cielo gris y
obscuro, blancos fantasmas que extendian sus brazos para asirle por
los cabellos al pasar; todo esto, y mil y mil otras cosas que yo no
podre deciros, vio en su fantastica carrera, hasta tanto que envuelto
en una niebla obscura; dejo de percibir el ruido que producian los
cascos del caballo al herir la tierra.
* * * * *
I
Nobles caballeros, sencillos pastores, hermosas ninas que escuchais mi
relato, si os maravilla lo que os cuento, no creais que es una fabula
tejida a mi antojo para sorprender vuestra credulidad; de boca en boca
ha llegado hasta mi esta tradicion, y la leyenda del sepulcro[1] que
aun subsiste en el monasterio de Montagut, es un testimonio
irrecusable de la veracidad de mis palabras.
[Footnote 1: la leyenda del sepulcro. See p. 140, note 1. ]
Creed, pues, lo que he dicho, y creed lo que aun me resta por decir,
que es tan cierto como lo anterior, aunque mas maravilloso. Yo podre
acaso adornar con algunas galas de la poesia el desnudo esqueleto de
esta sencilla y terrible historia, pero nunca me apartare un punto de
la verdad a sabiendas.
II
Cuando Teobaldo dejo de percibir las pisadas de su corcel y se sintio
lanzado en el vacio, no pudo reprimir un involuntario estremecimiento
de terror. Hasta entonces habia creido que los objetos que se
representaban a sus ojos eran fantasmas de su imaginacion, turbada por
el vertigo, y que su corcel corria desbocado, es verdad, pero corria,
sin salir del termino de su senorio. Ya no le quedaba duda de que era
el juguete de un poder sobrenatural que le arrastraba sin que supiese
a donde, a traves de aquellas nieblas obscuras, de aquellas nubes de
formas caprichosas y fantasticas, en cuyo seno, que se iluminaba a
veces con el resplandor de un relampago, creia distinguir las
hirvientes centellas, proximas a desprenderse.
El corcel corria, o mejor dicho nadaba en aquel oceano de vapores
caliginosos y encendidos, y las maravillas del cielo ro comenzaron a
desplegarse unas tras otras ante los espantados ojos de su jinete.
III
Cabalgando sobre las nubes, vestidos de luengas tunicas con orlas de
fuego, suelta al huracan la encendida cabellera, y blandiendo sus
espadas que relampagueaban arrojando chispas de cardena luz, vio a los
angeles, ministros de la colera del Senor, cruzar como un formidable
ejercito sobre alas de la tempestad.
Y subio mas alto, y creyo divisar a lo lejos las tormentosas nubes
semejantes a un mar de lava, y oyo mugir el trueno a sus pies como
muge el oceano azotando la roca desde cuya cima le contempla el
atonito peregrino.
IV
Y vio el arcangel, blanco como la nieve, que sentado sobre un inmenso
globo de cristal,[1] lo dirige por el espacio en las noches serenas,
como un bajel de plata sobre la superficie de un lago azul.
[Footnote 1: globo de cristal. The moon. Longfellow thus translates
Dante's description of the sphere of the moon in canto II of the
_Paradiso:_
It seemed to me a cloud encompassed us,
Luminous, dense, consolidate and bright
As adamant on which the sun is striking.
Into itself did the eternal pearl
Receive us. . . ]
Y vio el sol volteando encendido sobre ejes de oro en una atmosfera de
colores y de fuego, y en su foco a los igneos espiritus[1] que habitan
incolumes entre las llamas, y desde su ardiente seno entonan al
Criador himnos de alegria.
[Footnote 1: igneos espiritus. These are not elemental spirits (see
p. 47, note 1), but are either angelic beings of a fiery nature, or
the spirits of the blessed in the sphere of the sun, of whom Dante
speaks as follows:
Lights many saw, vivid and triumphant,
Make us a center and themselves a circle,
More sweet in voice than luminous in aspect,
Within the court of Heaven, whence I return,
Are many jewels found, so fair and precious
They cannot be transported from the realm;
And of them was the singing of these lights.
_Dante's Paradiso, canto X, Longfellow's translation. _]
Vio los hilos de luz imperceptibles que atan los hombres a las
estrellas,[1] y vio el arco iris, echado como un puente colosal sobre
el abismo que separa al primer cielo del segundo. [2]
[Footnote 1: A reference doubtless to the power of the stars to
influence the destiny of man, with which subject astrology concerns
itself. Compare--
That which Timasus argues of the soul
Doth not resemble that which here is seen,
Because it seems that as he speaks he thinks.
He says the soul unto its star returns,
Believing it to have been severed thence
Whenever nature gave it as a form.
Perhaps his doctrine is of other guise
Than the words sound, and possibly may be
With meaning that is not to be derided.
If he doth mean that to these wheels return
The honor of their influence and the blame,
Perhaps his bow doth hit upon some truth.
O glorious stars, O light impregnated
With mighty virtue, from which I acknowledge
All my genius, whatso'er it be.
_Idem, canto's IV and XXII. _]
[Footnote 2: primer cielo, segundo. Belief in a series of heavenly
spheres, such as Dante describes, has characterized most mystical
philosophies. ]
V
Por una escala[1] misteriosa vio bajar las almas a la tierra; vio
bajar muchas, y subir pocas. [2] Cada una de aquellas almas inocentes
iba acompanada de un arcangel purisimo que le cubria con la sombra de
sus alas. Los que tornaban solos, tornaban en silencio y con lagrimas
en los ojos; los que no, subian cantando como suben las alondras en
las mananas de Abril? [3]
[Footnote 1: escala. Dante mentions a similar stairway in canto XXII
of the _Paradiso_, and intimates that the vision of it is disclosed
only to true mystics.
He thereupon: "Brother, thy high desire
In the remotest sphere shall be fulfilled,
Where are fulfilled all others and my own.
There perfect is, and ripened, and complete,
Every desire; within that one alone
Is every part where it has always been;
For it is not in space, nor turns on poles,
And unto it our stairway reaches up,
thus from out thy sight it steals away.
Up to that height the Patriarch Jacob saw it
Extending its supernal part, whst time
So thronged with angels it appeared to him.
But to ascend it now no one uplifts
His feet from off the earth. . . . "
_Longfellow's translation_. ]
[Footnote 2: pocas. Because, in comparison with the number of souls
born into earthly bodies, but few escape the snares of evil and rise
again to their original state of innocence. ]
[Footnote 3: Though the idea is somewhat different, there is a
certain parallelism in the picture evoked by the closing verses of
Rossetti's poem "The Blessed Damozel. " The Damozel is represented as
waiting for her lover on the ramparts of heaven.
She gazed and listened and then said,
Less sad of speech than mild,--
"All this is when he comes. " She ceased.
The light thrilled towards her, fill'd
With angels in strong level flight.
Her eyes prayed, and she smiled.
(I saw her smile. ) But soon their path
Was vague in distant spheres:
And then she cast her arms along
The golden barriers,
And laid her face between her hands,
And wept. (I heard her tears. )]
Despues las tinieblas rosadas y azules que flotaban en el espacio,
como cortinas de gasa transparente, se rasgaron como el dia de
gloria[1] se rasga en nuestros templos el velo de los altares, y el
paraiso de los justos se ofrecio a sus miradas deslumbrador y
magnifico. [2]
[Footnote 1: el dia de gloria. Called also _Sabado de gloria_, 'Holy
Saturday. ' "During the last two weeks of Lent, the pictures and
statues throughout the Catholic Church are covered by a purple cloth
and uncovered on Holy Saturday. In parts of Spain this unveiling is
effected suddenly by rending them with a spear or lance, so as to
reveal all the pictures and statues at the same time. " Hence the
comparison. ]
[Footnote 2: Read Dante's description in canto XXXII of the
_Paradiso_]
VI
Alli estaban los santos profetas que habreis visto groseramente
esculpidos en las portadas de piedra de nuestras catedrales; alli las
virgenes luminosas,[1] que intenta en vano copiar de sus suenos el
pintor en los vidrios de colores de las ojivas; alli los
querubines,[2] con sus largas y flotantes vestidura? y sus nimbos de
oro, como los de las tablas de los altares; alli, en fin, coronada de
estrellas, vestida de luz, rodeada de todas las jerarquias celestes, y
hermosa sobre toda ponderacion, Nuestra Senora de Monserrat,[3] la
Madre de Dios, la Reina de los arcangeles, el amparo de los pecadores
y el consuelo de los afligidos. [4]
[Footnote 1: las virgenes luminosas. _Virgin_ is "one of the titles
and grades given by the church, by which are distinguished the
choirs of sainted women who have preserved their integrity and
purity. " _Diccionario Enciclopedico Hispano-Americano_. Compare--
. . . de humildes y penitentes confesores, y de aquel coro-mas
blanco que la nieve, de _virgenes_ purisimas.
Rivadeneira.
. . . los estados de los martires, confesores y _virgenes_ cantaron
unos los triunfos de los otros.
P. Martin de Roa.
By _luminosas_ is suggested the halo of light that surrounds them,
proceeding from their own sanctity and represented in the
stained-glass windows. ]
[Footnote 2: querubines. Read Dante's description of the heavenly
hierarchy in canto XXVIII of the _Paradiso_. See also p. 47, note
1. ]
[Footnote 3: Nuestra Senora de Monserrat = 'Our Lady of Montserrat,'
the Virgin as venerated in the famous monastery of this name. "The
monastery owes its foundation to the miraculous image of the Virgin,
the handiwork of Luke the Apostle, which was brought to Barcelona in
the year of our Lord 50, by St. Peter himself. At the time of the
Moorish invasion, in 717, the Goths hid it in the hill, where it
remained until 880, when Some shepherds were attracted to the spot
by heavenly lightd, etc. , whereupon Gondemar Bishop of Vique (guided
also by a _sweet smell_) found the image in a cave. Accompanied by
his clergy, the good bishop set out on his return to Manresa
carrying the holy image with him, but on reaching a certain spot the
Virgin obstinately refused to proceed farther; thereupon a small
chapel was built over her, where she remained 160 years. The spot
where the image first refused to move is still marked by a cross
with an appropriate inscription. . . . A chapel where the image now
rests was founded in 1592, and later opened by Philip II in person. "
Ford, _Handbook for Travellers in Spain_. The monastery is one of
the most picturesquely situated in all Christendom. It stands high
up upon the jagged mountain _Mons Serratus_, or Montserrat, which
gives to the monastery its name. See p. 54, note 2. ]
[Footnote 4: Compare--
And at that center, with their wings expanded,
More than a thousand jubilant Angels saw I,
Each differing in effolgence and in kind.
I saw there at their sports and at their songs
A Beauty[*] smiling, which the gladness was
Within the eyes of all the other saints;
And if I had in speaking as much wealth
As in imagining, I should not dare
To attempt the smallest part of its delight.
[Footnote *: The Virgin]
_Dante's Paradiso, canto XXXI, Longfellow's Translation. _]
Mas alla el paraiso de los justos, mas alla el trono donde se asienta
la Virgen Maria. [1] El animo de Teobaldo se sobrecogio temeroso, y un
hondo pavor se apodero de su alma. La eterna soledad, el eterno
silencio viven en aquellas regiones, que conducen al misterioso
santuario del Senor. De cuando en cuando azotaba su frente una rafaga
de aire, frio como la hoja de un punal, que crispaba sus cabellos de
horror y penetraba hasta la medula de sus huesos; rafagas semejantes a
las que anunciaban a los profetas la aproximacion del espiritu
divino. [2] Al fin llego a un punto donde creyo percibir un rumor
sordo, que pudiera compararse al zumbido lejano de un enjambre de
abejas, cuando, en las tardes del otono, revolotean en derredor de las
ultimas flores.
[Footnote 1: Is there confusion here between the Virgin Mary and the
Virgin of Montserrat, or is the throne her ementioned vacant? ]
[Footnote 2: Compare "And, behold, the Lord passed by, and a great
and strong wind rent the mountains, and brake in pieces the rocks
before the Lord; but the Lord was not in the wind: and after the
wind an earthquake; but the Lord was not in the earthquake: and
after the earthquake a fire; but the Lord was not in the fire: and
after the fire a still small voice. And it was so, when Elijah heard
it, that he wrapped his face in his mantle, and went out, and stood
in the entering in of the cave. " I Kings, xix, part of verses 11-13.
"And I looked, and, behold, a whirlwind came out of the north, a
great cloud, and a fire. . . . And when I saw it, I fell upon my face,
and I heard a voice of one that spake. " Ezekiel, i. 4 and 28. ]
VIII
Atravesaba esa fantastica region adonde van todos los acentos de la
tierra, los sonidos que decimos que se desvanecen, las palabras que
juzgamos que se pierden en el aire, los lamentos que creemos que nadie
oye.
Aqui, en un circulo armonico,[1] flotan las plegarias de los ninos,
las, oraciones de las virgenes, los salmos de los piadosos eremitas,
las peticiones de los humildes, las castas palabras de los limpios de
corazon, las resignadas quejas de los que padecen, los ayes de los que
sufren y los himnos de los que esperan. Teobaldo oyo entre aquellas
voces que palpitaban aun en el eter luminoso, la voz de su santa
madre, que pedia a Dios por el; pero no oyo la suya.
[Footnote 1: circulo armonico = 'melodious circle. ' A rhythmic
circling accompanied by song is characteristic of all of the
heavenly choirs in Dante's _Paradiso_. Compare--
Soon as the blessed flame had taken up
The final word to give it utterance
Began the holy millstone to revolve,
And in its gyre had not turned wholly round,
Before another in a ring enclosed it,
And motion joined to motion, song to song;
Song that as greatly doth transcend our muses,
Our Sirens, in those dulcet clarions,
As primal splendor that which is reflected.
_canto XII, Longfellow's translation. _
As by a greater gladness urged and drawn
They who are dancing in a ring sometimes
Uplift their voices and their motions quicken;
So, at that orison devout and prompt,
The holy circles a new joy displayed
In their revolving and their wondrous Song.
_Idem, canto XIV. _]
IX
Mas alla hirieron sus oidos con un estrepito discordante mil y mil
acentos asperos y roncos, blasfemias, gritos de venganzas, cantares de
orgias, palabras lubricas, maldiciones de la desesperacion, amenazas
de impotencia y juramentos sacrilegos de la impiedad. [1]
[Footnote 1: This conception of two distinct places in the other
world to which all good words and all evil words go and echo
eternally seems to be original with Becquer. ]
Teobaldo atraveso el segundo circulo con la rapidez que el meteoro
cruza el cielo en una tarde de verano, por no oir su voz que vibraba
alli sonante y atronadora, sobreponiendose a las otras voces en media
de aquel concierto infernal.
--_? No creo en Dios! ? No creo en Dios! _ decia aun su acento
agitandose en aquel oceano de blasfemias; y Teobaldo comenzaba a
creer.
X
Dejo atras aquellas regiones y atraveso otras inmensidades llenas de
visiones terribles, que ni el pudo comprender ni yo acierto a
concebir, y llego al cabo al ultimo circulo[1] de la espiral de los
cielos, donde los serafines[2] adoran al Senor, cubierto el rostro con
las triples alas[3] y postrados a sus pies.
[Footnote 1: ultimo circulo. Becquer follows no particular
metaphysical system in his description of the various heavenly
spheres. ]
[Footnote 2: serafines. The seraphim ('burning' _or_ 'flaming ones')
are the highest order in the hierarchy of angels. They are mentioned
by Isaiah (vi. 2).
Dante speaks of the seraph as "that soul in Heaven which is most
enlightened. " _Paradiso_, canto XXI, Charles Eliot Norton's
translation. See p. 47, note 1, and also p. 152, note 1. ]
[Footnote 3: cubierto el rostro con las triples alas. Becquer does
not follow exactly the Biblical description. "Above it stood the
seraphim: each one had six wings; with twain he covered his face,
and with twain he covered his feet, and with twain he did fly. "
Isaiah vi. 2.
In the famous vision of St. Francis of Assisi, at the time that he
received his stigmata, the Seraph appeared to him with two wings
raised above his head, with two wings stretched out for flight, and
with two wings covering his whole body. See Mrs. Oliphant, Francis
_of Assisi_, London, Macmillan & Co. , 1871, pp. 253-255. ]
El quiso mirarlo.
Un aliento de fuego abraso su cara, un mar de luz obscurecio sus ojos,
un trueno gigante retumbo en sus oidos, y arrancado del corcel y
lanzado al vacio como la piedra candente que arroja un volcan, se
sintio bajar, y bajar sin caer nunca, ciego, abrasado y ensordecido,
como cayo el angel rebelde cuando Dios derribo el pedestal de su
orgullo con un soplo de sus labios. [1]
[Footnote 1: Compare--
Nine days they fell; confounded Chaos roared,
And felt tenfold confusion in their fall
Through his wild anarchy; so huge a rout
Encumbered him with ruin. Hell at last,
Yawning, received them whole, and on them closed--
Hell, their fit habitation, fraught with fire
Unquenchable, the house of woe and pain.
Milton, _Paradise Lost_, book vi. ]
* * * * *
I
La noche habia cerrado, y el viento gemia agitando las hojas de los
arboles, por entre cuyas frondosas ramas se deslizaba un suave rayo de
luna, cuando Teobaldo, incorporandose sobre el codo y restregandose
los ojos como si despertara de un profundo sueno, tendio alrededor una
mirada y se encontro en el mismo bosque donde hirio al jabali, donde
cayo muerto su corcel; donde le dieron aquella fantastica cabalgadura
que le habia arrastrado a unas regiones desconocidas y misteriosas.
Un silencio de muerte reinaba a su alrededor; un silencio que solo
interrumpia el lejano bramido de los ciervos, el temeroso murmullo de
las hojas, y el eco de una campana distante que de vez en cuando traia
el viento en sus rafagas.
--Habre sonado, dijo el baron: y emprendio su camino al traves del
bosque, y salio al fin a la llanura.
II
En lontananza, y sobre las rocas de Montagut, vio destacarse la negra
silueta de su castillo, sobre el fondo azulado y transparente del
cielo de la noche. --Mi castillo esta lejos y estoy cansado, murmuro;
esperare el dia en un lugar cercano, y se dirigio al lugar. --Llamo a
la puerta. --? Quien sois? le preguntaron. --El baron de Fortcastell,
respondio, y se le rieron en sus barbas. --Llamo a otra. --? Quien sois y
que quereis? tornaron a preguntarle. --Vuestro senor, insistio el
caballero, sorprendido de que no le conociesen; Teobaldo de
Montagut. [1]--? Teobaldo de Montagut! dijo colerica su interlocutora,
que no era una vieja; ? Teobaldo de Montagut el del cuento! . . . ? Bah! . . .
Seguid vuestro camino, y no vengais a sacar de su sueno a las gentes
honradas para decirles chanzonetas insulsas.
[Footnote 1: Teobaldo de Montagut. See p. 140, note 1. ]
III
Teobaldo, lleno de asombro, abandono la aldea y se dirigio al
castillo, a cuyas puertas llego cuando apenas clareaba el dia. El foso
estaba cegado con los sillares de las derruidas almenas; el puente
levadizo, inutil ya, se pudria colgado aun de sus fuertes tirantes de
hierro, cubiertos de orin por la accion de los anos; en la torre del
homenaje tania lentamente una campana; frente al arco principal de la
fortaleza y sobre un pedestal de granito se elevaba una cruz; en los
muros no se veia un solo soldado; y confuso, y sordo, parecia que de
su seno se elevaba como un murmullo lejano, un himno religioso, grave,
solemne y magnifico.
--? Y este es mi castillo, no hay duda! decia Teobaldo, paseando su
inquieta mirada de un punto a otro, sin acertar a comprender lo que le
pasaba. ? Aquel es mi escudo, grabado aun sobre la clave del arco! ? Ese
es el valle de Montagut! Estas tierras que domina, el senorio de
Fortcastell. . . .
En aquel instante las pesadas hojas de la puerta giraron sobre sus
goznes y aparecio en su dintel un religioso.
IV
--? Quien sois y que haceis aqui? pregunto Teobaldo al monje.
--Yo soy, contesto este, un humilde servidor de Dios, religioso del
monasterio de Montagut.
--Pero . . . interrumpio el baron, Montagut ? no es un senorio?
--Lo fue, prosiguio el monje . . . hace mucho tiempo. . . . A su ultimo
senor, segun cuentan, se le llevo el diablo; y como no tenia a nadie
que le sucediese en el feudo, los condes soberanos[1] hicieron
donacion de estas tierras a los religiosos de nuestra regla, que estan
aqui desde hara cosa de ciento a ciento veinte anos. Y vos ? quien
sois?
[Footnote 1: condes soberanos. See p. 121, note 1, and p. 123, l.
22. ]
--Yo . . . balbuceo el baron de Fortcastell, despues de un largo rato de
silencio; yo soy . . . un miserable pecador, que arrepentido de sus
faltas, viene a confesarlas a vuestro abad, y 15 a pedirle que le
admita en el seno de su religion.
LAS HOJAS SECAS
El sol se habia puesto: las nubes, que cruzaban hechas jirones sobre
mi cabeza, iban a amontonarse unas sobre otras en el horizonte lejano.