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Ven desde allí los ojos embebidos
Cien alegres y blancos lugarejos,
Que de palomas asemejan nidos
Entre las verdes huertas á lo lejos;
Y montes cien que, por el sol heridos,
Descomponen su luz con mil reflejos
Que lanza el agua y el metal que encierra
          madre su fecunda tierra.