--Pues tu lo quieres, sea;
contesto
Lope.
Gustavo Adolfo Becuqer
[Footnote 1: tranquilizara. See p. 16, note 3. ]
Torno empero a dominarse, cerro los ojos para no verla, extendio la
mano con un movimiento convulsivo y le arranco la ajorca de oro,
piadosa ofrenda de un santo arzobispo; la ajorca de oro cuyo valor
equivalia a una fortuna. [2]
[Footnote 2: equivalia a una fortuna. The jewels of this Virgin,
presents for the most part from crowned heads and high church
dignitaries, are in fact of immense value. ]
Ya la presea estaba en su poder: sus dedos crispados la oprimian con
una fuerza sobrenatural, solo restaba huir, huir con ella: pero para
esto era preciso abrir los ojos, y Pedro tenia miedo de ver, de ver la
imagen, de ver los reyes de las sepulturas, los demonios de las
cornisas, los endriagos de los capiteles, las fajas de sombras y los
rayos de luz que semejantes a blancos y gigantescos fantasmas, se
movian lentamente en el fondo de las naves, pobladas de rumores
temerosos y extranos.
Al fin abrio los ojos, tendio una mirada, y un grito agudo se escapo
de sus labios.
La catedral estaba llena de estatuas, estatuas que, vestidas con
luengos y no vistos ropajes, habian descendido de sus huecos, y
ocupaban todo el ambito de la iglesia, y le miraban con sus ojos sin
pupila.
Santos, monjas, angeles, demonios, guerreros, damas, pajes, cenobitas
y villanos, se rodeaban y confundian en las naves y en el altar. A sus
pies oficiaban, en presencia de los reyes, de hinojos sobre sus
tumbas, los arzobispos de marmol que el habia visto otras veces,
inmoviles sobre sus lechos mortuorios, mientras que arrastrandose por
las losas, trepando por los machones, acurrucados en los doseles,
suspendidos de las bovedas, pululaban como los gusanos de un inmenso
cadaver, todo un mundo de reptiles y alimanas de granito, quimericos,
deformes, horrorosos.
Ya no pudo resistir mas. Las sienes le latieron con una violencia
espantosa; una nube de sangre obscurecio sus pupilas, arrojo un
segundo grito, un grito desgarrador y sobrehumano, y cayo desvanecido
sobre el ara.
Cuando al otro dia los dependientes de la iglesia le encontraron al
pie del altar, tenia aun la ajorca de oro entre sus manos, y al verlos
aproximarse, exclamo con una estridente carcajada:
--? Suya, suya!
El infeliz estaba loco.
EL CRISTO DE LA CALAVERA[1]
[Footnote 1: See p. 70, note 1. ]
El rey de Castilla[1] marchaba a la guerra de moros,[2] y para
combatir con los enemigos de la religion habia apellidado en son de
guerra a todo lo mas florido de la nobleza de sus reinos. Las
silenciosas calles de Toledo[3] resonaban noche y dia con el marcial
rumor de los atabales y los clarines, y ya en la morisca puerta de
Visagra,[4] ya en la del Cambron,[5] en la embocadura del antiguo
puente de San Martin,[6] no pasaba hora sin que se oyese el ronco
grito de los centinelas, anunciando la llegada de algun caballero que,
precedido de su pendon senorial y seguido de jinetes y peones, venia a
reunirse al grueso del ejercito castellano.
[Footnote 1: See p. 34, note 1. ]
[Footnote 2: moros = 'Moors. ' The Arabs who conquered Mauritania in
the Seventh century converted the native race to Mohammedanism, and
it was this mixed population that entered Spain by Gibraltar in 71.
There they remained in almost constant warfare with the Christians
until they were finally defeated at Granada by the armies of
Ferdinand and Isabella and driven from Spain in 1492.
Toledo was entered by the Christians under Alfonso VI in 1085. From
this time on Christian arms began to prevail in the peninsula. ]
[Footnote 3: Toledo. See p. 50, note 2. ]
[Footnote 4: puerta de Visagra. The gate referred to here is the
_Puerta Visagra Antigua_, an ancient Arab gate of the ninth century,
a little to the west of the _Puerta Visagra Actual_, which latter
was not built until 1550. The old _Puerta Visagra_ is now blocked
up. It was through this gateway that Alfonso VI entered Toledo. "The
work is entirely Moorish, of the first period, heavy and simple,
with the triple arches so delightfully curved in horseshoe shape,
and the upper crenelated apertures. " H. Lynch, _Toledo_, London,
1903, p. 297. Its name is probably from the Arabic, either from _Bab
Shaqra_ (red gate) or _Bab Shara_ (field-gate). ]
[Footnote 5: la del Cambron. The Puerta del Cambron is one of the
three open gateways in the outer walls of Toledo to-day. "Entering
the city by the Bridge of San Martin, you front the gate of the
Cambron, so called from the brambles that grew about that small,
charming, pinnacled edifice, which was built upon the spot of
Wamba's old gate in Alfonso VI's time, and was then completely
Moorish in style. In 1576 it was restored and took on its present
half renaissance, half classical aspect. " Ib. , p. 295. ]
[Footnote 6: Puente de San Martin. "The imposing _Puente de San
Martin_, which spans the Tagus to the west of the town, was built in
1212 and renewed in 1390. It consists of five arches, that in the
center being about 100 ft. in height Each end is guarded by a
gate-tower. . . . The gorge of the Tagus here is very imposing. "
Baedeker, _Spain and Portugal_ (1901), p. 150. ]
El tiempo que faltaba para emprender el camino de la frontera y
concluir de ordenar las huestes reales, discurria en medio de fiestas
publicas, lujosos convites y lucidos torneos, hasta que, llegada al
fin la vispera del dia senalado de antemano por S. A. [1] para la salida
del ejercito, se dispuso un postrer sarao, con el que debieran
terminar los regocijos.
[Footnote 1: S. A. Abbreviation for Su Alteza, 'His Highness,' a
title given to the kings of Spain down to the Austrian dynasty, and
now applied to princes and regents. ]
La noche del sarao, el alcazar[1] de los reyes ofrecia un aspecto
singular. En los anchurosos patios, alrededor de inmensas hogueras, y
diseminados sin orden ni concierto, se veia una abigarrada multitud de
pajes, soldados, ballesteros y gente menuda, quienes, estos aderezando
sus corceles y sus armas y disponiendolos para el combate; aquellos
saludando con gritos o blasfemias las inesperadas vueltas de la
fortuna, personificada en los dados del cubilete, los otros
repitiendo en coro el refran de un romance de guerra, que entonaba un
juglar acompanado de la guzla; los de mas alla comprando a un romero
conchas,[2] cruces y cintas tocadas en el sepulcro de Santiago,[3] o
riendo con locas carcajadas de los chistes de un bufon, o ensayando en
los clarines el aire belico para entrar en la pelea, propio de sus
senores, o refiriendo antiguas historias de caballerias o aventuras de
amor, o milagros recientemente acaecidos, formaban un infernal y
atronador conjunto imposible de pintar con palabras.
[Footnote 1: el alcazar. The Alcazar (Arab, _al qacr_, 'the castle')
"stands on the highest ground in Toledo. The site was originally
occupied by a Roman '_castellum_' which the Visigoths also used as a
citadel. After the capture of the city by Alfonso VI the Cid resided
here as 'Alcaide. ' Ferdinand the Saint and Alfonso the Learned
converted the castle into a palace, which was afterwards enlarged
and strengthened by John II, Ferdinand and Isabella, Charles V, and
Philip II. " (Baedeker, 1901, p. 152) It has been burned and restored
several times. The magnificent staircase is due to Charles V, whose
name the Alcazar sometimes bears. ]
[Footnote 2: conchas = 'shells. ' During the Middle Ages pilgrims
often ornamented their clothing with shells, particularly with
scallop-shells, to indicate doubtless that they had crossed the sea
to the Holy Shrine in Palestine; for this reason the scallops were
known as "pilgrim shells. " See the _Encyclopedia Americana_
("Shell"). According to one of the legends the remains of St. James
were brought to Spain in a scallop-shell; hence the use of that
emblem by pilgrims to his sanctuary. ]
[Footnote 3: Santiago = 'St. James,' the patron saint of Spain. A
legend of about the twelfth century tells us that the remains of St.
James the Greater, son of Zebedee, after he was beheaded in Judea,
were miraculously brought to Spain and interred in a spot whose
whereabouts was not known until in the ninth century a brilliant
star pointed out the place ('campus stellae'). The cathedral of
Santiago de Compostela was erected there, and throughout the Middle
Ages it was one of the most popular pilgrim-resorts in Christendom. ]
Sobre aquel revuelto oceano de cantares de guerra, rumor de martillos
que golpeaban los yunques, chirridos de limas que mordian el acero,
piafar de corceles, voces descompuestas, risas inextinguibles, gritos
desaforados, notas destempladas, juramentos y sonidos extranos y
discordes, flotaban a intervalos como un soplo de brisa armoniosa los
lejanos acordes de la musica del sarao.
Este, que tenia lugar en los salones que formaban el segundo cuerpo
del alcazar, ofrecia a su vez un cuadro, si no tan fantastico y
caprichoso, mas deslumbrador y magnifico.
Por las extensas galerias que se prolongaban a lo lejos formando un
intrincado laberinto de pilastras esbeltas y ojivas caladas y ligeras
como el encaje, por los espaciosos salones vestidos de tapices, donde
la seda y el oro habian representado, con mil colores diversos,
escenas de amor, de caza y de guerra, y adornados con trofeos de armas
y escudos, sobre los cuales vertian un mar de chispeante luz un
sinnumero de lamparas y candelabros de bronce, plata y oro, colgadas
aquellas de las altisimas bovedas, y enclavados estos en los gruesos
sillares de los muros; por todas partes a donde se volvian los ojos,
se veian oscilar y agitarse en distintas direcciones una nube de damas
hermosas con ricas vestiduras, chapadas en oro, redes de perlas
aprisionando sus rizos, joyas de rubies llameando sobre su seno,
plumas sujetas en vaporoso cerco a un mango de marfil, colgadas del
puno, y rostrillos de 'blancos encajes, que acariciaban sus mejillas,
o alegres turbas de galanes con talabartes de terciopelo, justillos de
brocado y calzas de seda, borceguies de tafilete, capotillos de mangas
perdidas y caperuza, punales con pomo de filigrana y estoques de
corte, brunidos, delgados y ligeros.
Pero entre esta juventud brillante y deslumbradora, que los ancianos
miraban desfilar con una sonrisa de gozo, sentados en los altos
sitiales de alerce que rodeaban el estrado real llamaba la atencion
por su belleza incomparable, una mujer aclamada reina de la hermosura
en todos los torneos y las cortes de amor de la epoca, cuyos colores
habian adoptado por emblema los caballeros mas valientes; cuyos
encantos eran asunto de las coplas de los trovadores mas versados en
la ciencia del gay saber; a la que se volvian con asombro todas las
miradas; por la que suspiraban en secreto todos los corazones,
alrededor de la cual se veian agruparse con afan, como vasallos
humildes en torno de su senora, los mas ilustres vastagos de la
nobleza toledana, reunida en el sarao de aquella noche. Los que
asistian de continuo a formar el sequito de presuntos galanes de dona
Ines de Tordesillas, que tal era el nombre de esta celebrada
hermosura, a pesar de su caracter altivo y desdenoso, no desmayaban
jamas en sus pretensiones; y este, animado con una sonrisa que habia
creido adivinar en sus labios; aquel, con una mirada benevola que
juzgaba haber sorprendido en sus ojos; el otro, con una palabra
lisonjera, un ligerisimo favor o una promesa remota, cada cual
esperaba en silencio ser el preferido. Sin embargo, entre todos ellos
habia dos que mas particularmente se distinguian por su asiduidad y
rendimiento, dos que al parecer, si no los predilectos de la hermosa,
podrian calificarse de los mas adelantados en el camino de su corazon.
Estos dos caballeros, iguales en cuna, valor y nobles prendas,
servidores de un mismo rey y pretendientes de una misma dama,
llamabanse Alonso de Carrillo el uno, y el otro Lope de Sandoval.
Ambos habian nacido en Toledo; juntos habian hecho sus primeras armas,
y en un mismo dia, al encontrarse sus ojos con los de dona Ines, se
sintieron poseidos de un secreto y ardiente amor por ella, amor que
germino algun tiempo retraido y silencioso, pero que al cabo comenzaba
a descubrirse y a dar involuntarias senales de existencia en sus
acciones y discursos.
En los torneos del Zocodover,[1] en los juegos florales de la corte,
siempre que se les habia presentado coyuntura para rivalizar entre si
en gallardia o donaire, la habian aprovechado con afan ambos
caballeros, ansiosos de distinguirse a los ojos de su dama; y aquella
noche, impelidos sin duda por un mismo afan, trocando los hierros por
las plumas y las mallas por los brocados y la seda, de pie junto al
sitial donde ella se reclino un instante despues de haber dado una
vuelta por los salones, comenzaron una elegante lucha de frases
enamoradas e ingeniosas, o epigramas embozados y agudos.
[Footnote 1: El Zocodover. A small, quaint, three-cornered plaza,
with two sides straight and the third curved, surrounded by
buildings with rough arcades shading the shops on the ground floor.
It used to be the scene of tournaments and bull-fights, as well as
being the market-place, as it is to-day. "The life of the city then
(after the Christian conquest), as now, spread from the Zocodover,
word of inexplicable charm, said to be Arabian and to signify 'Place
of the Beasts. ' Down the picturesque archway, cut in deep yellow
upon such a blue as only southern Europe can show at all seasons, a
few steps lead you to the squalid ruin where Cervantes slept, ate
and wrote the _Ilustre Fregona_. So exactly must it have been in the
day Cervantes suffered and smiled, offering to his mild glance just
such a wretched and romantic front. " H. Lynch, _op. cit. _, pp.
119-120]
Los astros menores de esta brillante constelacion, formando un dorado
semicirculo en torno de ambos galanes, reian y esforzaban las
delicadas burlas; y la hermosa, objeto de aquel torneo de palabras,
aprobaba con una imperceptible sonrisa los conceptos escogidos o
llenos de intencion, que, ora salian de los labios de sus adoradores,
como una ligera onda de perfume que halagaba su vanidad, ora partian
como una saeta aguda que iba a buscar para clavarse en el, el punto
mas vulnerable del contrario, su amor propio.
Ya el cortesano combate de ingenio y galanura comenzaba a hacerse de
cada vez mas crudo; las frases eran aun corteses en la forma, pero
breves, secas, y al pronunciarlas, si bien las acompanaba una ligera
dilatacion de los labios, semejante a una sonrisa, los ligeros
relampagos de los ojos imposibles de ocultar, demostraban que la
colera hervia comprimida en el seno de ambos rivales.
La situacion era insostenible. La dama lo comprendio asi, y
levantandose del sitial se disponia a volver a los salones, cuando un
nuevo incidente vino a romper la valla del respetuoso comedimiento en
que se contenian los dos jovenes enamorados. Tal vez con intencion,
acaso por descuido, dona Ines habia dejado sobre su falda uno de los
perfumados guantes, cuyos botones de oro se entretenia en arrancar uno
a uno mientras duro la conversacion. Al ponerse de pie, el guante
resbalo por entre los anchos pliegues de seda, y cayo en la alfombra.
Al verle caer, todos los caballeros que formaban su brillante comitiva
se inclinaron presurosos a recogerle,[1] disputandose el honor de
alcanzar un leve movimiento de cabeza en premio de su galanteria.
[Footnote 1: le. This use of the accusative _le_ instead of _lo_,
when the object is not personal, is sanctioned by the Spanish
Academy. See _Gramatica de La Lengua Castellana por La Real Academia
Espanola_, nueva edicion, Madrid, 1901, p. 241. ]
Al notar la precipitacion con que todos hicieron el ademan de
inclinarse, una imperceptible sonrisa de vanidad satisfecha asomo a
los labios de la orgullosa dona Ines, que despues de hacer un saludo
general a los galanes que tanto empeno mostraban en servirla, sin
mirar apenas y con la mirada alta y desdenosa, tendio la mano para
recoger el guante en la direccion que se encontraban Lope y Alonso,
los primeros que parecian haber llegado al sitio en que cayera. [1] En
efecto, ambos jovenes habian visto caer el guante cerca de sus pies;
ambos se habian inclinado con igual presteza a recogerle,[2] y al
incorporarse cada cual le[2] tenia asido por un extremo. Al verlos
inmoviles, desafiandose en silencio con la mirada, y decididos ambos a
no abandonar el guante que acababan de levantar del suelo, la dama
dejo escapar un grito leve e involuntario, que ahogo el murmullo de
los asombrados espectadores, los cuales presentian una escena
borrascosa, que en el alcazar y en presencia del rey podria
calificarse de un horrible desacato.
[Footnote 1: _cayera_. See p. 16, note 3. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
No obstante, Lope y Alonso permanecian impasibles, mudos, midiendose
con los ojos, de la cabeza a los pies, sin que la tempestad de sus
almas se revelase mas que por un ligero temblor nervioso, que agitaba
sus miembros como si se hallasen acometidos de una repentina fiebre.
Los murmullos y las exclamaciones iban subiendo de punto; la gente
comenzaba a agruparse en torno de los actores de la escena; dona Ines,
o aturdida o complaciendose en prolongarla, daba vueltas de un lado a
otro, como buscando donde refugiarse y evitar las miradas de la gente,
que cada vez acudia en mayor numero. La catastrofe era ya segura; los
dos jovenes habian ya cambiado algunas palabras en voz sorda, y
mientras que con la una mano sujetaban el guante con una fuerza
convulsiva, parecian ya buscar instintivamente con la otra el puno de
oro de sus dagas, cuando se entreabrio respetuosamente el grupo que
formaban los espectadores, y aparecio el Rey.
Su frente estaba serena; ni habia indignacion en su rostro, ni colera
en su ademan.
Tendio una mirada alrededor, y esta sola mirada fue bastante para
darle a conocer lo que pasaba. Con toda la galanteria del doncel mas
cumplido, tomo el guante de las manos de los caballeros que, como
movidas por un resorte, se abrieron sin dificultad al sentir el
contacto de la del monarca, y volviendose a dona Ines de Tordesillas
que, apoyada en el brazo de una duena,[1] parecia proxima a
desmayarse, exclamo, presentandolo, con acento, aunque templado,
firme:
[Footnote 1: duena = 'duenna,' an elderly woman who occupies a
position midway between that of governess and companion to young
Spanish women. ]
--Tomad, senora, y cuidad de no dejarle[1] caer en otra ocasion, donde
al devolverosle,[2] os lo devuelvan manchado en sangre.
[Footnote 1: le. See p. 66, note 1. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
Cuando el rey termino de decir estas palabras, dona Ines, no
acertaremos a decir si a impulsos de la emocion, o por salir mas
airosa del paso, se habia desvanecido en brazos de los que la
rodeaban.
Alonso y Lope, el uno estrujando en silencio entre sus manos el
birrete de terciopelo, cuya pluma arrastraba por la alfombra, y el
otro mordiendose los labios hasta hacerse brotar la sangre, se
clavaron una mirada tenaz e intensa.
Una mirada en aquel lance equivalia a un bofeton, a un guante arrojado
al rostro, a un desafio a muerte.
II
Al llegar la media noche, los reyes se retiraron a su camara. Termino
el sarao y los curiosos de la plebe que aguardaban con impaciencia
este momento, formando grupos y corrillos en las avenidas del palacio,
corrieron a estacionarse en la cuesta del alcazar,[1] los miradores[2]
y el Zocodover.
[Footnote 1: la cuesta del alcazar. This is the name of the street
that leads from the Zocodover up to the height on which is situated
the Alcazar (see p. 61, note 3). ]
[Footnote 2: miradores. See p. 51 note 2. ]
Durante una o dos horas, en las calles inmediatas a estos puntos reino
un bullicio, una animacion y un movimiento indescriptibles. Por todas
partes se veian cruzar escuderos caracoleando en sus corceles
ricamente enjaezados; reyes de armas con lujosas casullas llenas de
escudos y blasones: timbaleros vestidos de colores vistosos, soldados
cubiertos de armaduras resplandecientes, pajes con capotillos de
terciopelo y birretes coronados de plumas, y servidores de a pie que
precedian las lujosas literas y las andas cubiertas de ricos panos,
llevando en sus manos grandes hachas encendidas, a cuyo rojizo
resplandor podia verse a la multitud, que con cara atonita, labios
entreabiertos y ojos espantados, miraba desfilar con asombro a todo lo
mejor de la nobleza castellana, rodeada en aquella ocasion de un
fausto y un esplendor fabulosos.
Luego, poco a poco fue cesando el ruido y la animacion; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atraveso
por entre los apinados grupos la ultima cabalgata; la gente del pueblo
a su vez comenzo a dispersarse en todas direcciones, perdiendose entre
las sombras del enmaranado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche mas que
el grito lejano de vela de algun guerrero, el rumor de los pasos de
algun curioso que se retiraba el ultimo, o el ruido que producian las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducia a la plataforma del palacio aparecio un
caballero, el cual, despues de tender la vista por todos lados como
buscando a alguien que debia esperarle, descendio lentamente hasta la
cuesta del alcazar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
[Footnote 1: torcidas. See p. 50, note 2. ]
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento, y volvio a
pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba obscura; no brillaba
una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veia una sola
luz; no obstante, alla a lo lejos, y en la misma direccion en que
comenzo a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban
aproximandose, creyo distinguir el bulto de un hombre: era sin duda el
mismo a quien parecia[1] aguardaba con tanta impaciencia.
[Footnote 1: parecia is parenthetic in sense as used here. ]
El caballero que acababa de abandonar el alcazar para dirigirse al
Zocodover era Alonso Carrillo, que en razon al puesto de honor que
desempenaba cerca de la persona del rey, habia tenido que acompanarle
en su camara hasta aquellas horas. El que saliendo de entre las
sombras de los arcos[1] que rodean la plaza vino a reunirsele, Lope de
Sandoval. Cuando los dos caballeros se hubieron reunido, cambiaron
algunas frases en voz baja.
[Footnote 1: arcos. See p. 64, note 1. ]
--Presumi que me aguardabas, dijo el uno.
--Esperaba que lo presumirias, contesto el otro.
--Y ? a donde iremos?
--A cualquiera parte en que se puedan hallar cuatro palmos de terreno
donde revolverse, y un rayo de claridad que nos alumbre.
Terminado este brevisimo dialogo, los dos jovenes se internaron por
una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover,
desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que
despues de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en atomos de
niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Largo rato anduvieron dando vueltas a traves de las calles de Toledo,
buscando un lugar a proposito para terminar sus diferencias; pero la
obscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo parecia
imposible. No obstante, ambos deseaban batirse, y batirse antes que
rayase el alba; pues al amanecer debian partir las huestes reales, y
Alonso con ellas. Prosiguieron, pues, cruzando al azar plazas
desiertas, pasadizos sombrios, callejones estrechos y tenebrosos,
hasta que por ultimo, vieron brillar a lo lejos una luz, una luz
pequena y moribunda, en torno de la cual la niebla formaba un cerco de
claridad fantastica y dudosa.
Habian llegado a la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecia ser la del farolillo que alumbraba en
aquella epoca, y alumbra aun, a la imagen que le da su nombre. Al
verla, ambos dejaron escapar una exclamacion de jubilo, y apresurando
el paso en su direccion, no tardaron mucho en encontrarse junto al
retablo en que ardia. Un arco rehundido en el muro, en el fondo del
cual se veia la imagen del Redentor enclavado en la cruz y con una
calavera al pie; un tosco cobertizo de tablas que lo defendia de la
intemperie, y el pequeno farolillo colgado de una cuerda que lo
iluminaba debilmente, vacilando al impulse del aire, formaban todo el
retablo, alrededor del cual colgaban algunos festones de hiedra que
habian crecido entre los obscuros y rotos sillares, formando una
especie de pabellon de verdura.
[Footnote 1: la calle del Cristo. The street mentioned here is one
known up to the year 1864 as _la Calle del Cristo de la Calavera_ or
_la Calle de la Calavera_, but which bears to-day the name of _la
Cuesta del Pez_. It terminates near a little square which is called
to-day _Plazuela de Abdon de Paz_, but which earlier bore the name
of _Plazuela de la Cruz de la Calavera_. Miraculous tales are
related of several of the images of Christ in Toledo, of the _Cristo
de la Luz_, of the _Cristo de la Vega_, and others, as well as of
the image we have to deal with here. ]
Los caballeros, despues de saludar respetuosamente la imagen de
Cristo, quitandose los birretes y murmurando en voz baja una corta
oracion, reconocieron el terreno con una ojeada, echaron a tierra sus
mantos, y apercibiendose mutuamente para el combate y dandose la senal
con un leve movimiento de cabeza, cruzaron los estoques. Pero apenas
se habian tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso o intentar un golpe, la luz se
apago[1] de repente y la calle quedo sumida en la obscuridad mas
profunda. Como guiados de un mismo pensamiento y al verse rodeados de
repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atras,
bajaron al suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia
el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvio a brillar de
nuevo al punto en que hicieron ademan de suspender la pelea.
[Footnote 1: la luz se apago. Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lampara que ardia
Tremula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombria
La misteriosa calle encapoto.
Al pronunciar tan insolente ultraje
La lampara del Cristo se encendio:
Y una mujer velada en blanco traje,
Ante la imagen de rodillas vio.
Y al rostro la acerca, que el candido lino
Encubre, con animo asaz descortes;
Mas la luz apaga viento repentino,
Y la blanca dama se puso de pie. ]
--Sera alguna rafaga de aire que ha abatido la llama al pasar, exclamo
Carrillo volviendo a ponerse en guardia, y previniendo con una voz a
Lope, que parecia preocupado.
Lope dio un paso adelante para recuperar el terreno perdido, tendio el
brazo y los aceros se tocaron otra vez; mas al tocarse, la luz se
torno a apagar por si misma, permaneciendo asi mientras no se
separaron los estoques.
--En verdad que esto es extrano, murmuro Lope mirando al farolillo,
que espontaneamente habia vuelto a encenderse, y se mecia con lentitud
en el aire, derramando una claridad tremula y extrana sobre el
amarillo craneo de la calavera colocada a los pies de Cristo.
--? Bah! dijo Alonso, sera que la beata encargada de cuidar del farol
del retablo sisa a los devotos y escasea el aceite, por lo cual la
luz, proxima a morir, luce y se obscurece a intervalos en senal de
agonia; y dichas estas palabras, el impetuoso joven torno a colocarse
en actitud de defensa. Su contrario le imito; pero esta vez, no tan
solo volvio a rodearlos una sombra espesisima e impenetrable, sino que
al mismo tiempo hirio sus oidos el eco profundo de una voz misteriosa,
semejante a esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y
articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y
tenebrosas calles de Toledo.
Que dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero
al oirla ambos jovenes se sintieron poseidos de tan profundo terror,
que las espadas se escaparon de sus manos, el cabello se les erizo, y
por sus cuerpos, que estremecia un temblor involuntario, y por sus
frentes palidas y descompuestas, comenzo a correr un sudor frio como
el de la muerte.
La luz, por tercera vez apagada, por tercera vez volvio a resucitar, y
las tinieblas se disiparon.
--? Ah! exclamo Lope al ver a su contrario entonces, y en otros dias su
mejor amigo, asombrado como el, y como el palido e inmovil; Dios no
quiere permitir este combate, porque es una lucha fratricida; porque
un combate entre nosotros ofende al cielo, ante el cual nos hemos
jurado cien veces una amistad eterna. Y esto diciendo se arrojo en los
brazos de Alonso, que le estrecho entre los suyos con una fuerza y una
efusion indecibles.
III
Pasados algunos minutos, durante los cuales ambos jovenes se dieron
toda clase de muestras de amistad y carino, Alonso tomo la palabra, y
con acento conmovido aun por la escena que acabamos de referir,
exclamo, dirigiendose a su amigo:
--Lope, yo se que amas a dona Ines; ignoro si tanto como yo, pero la
amas. Puesto que un duelo entre nosotros es imposible, resolvamonos a
encomendar nuestra suerte en sus manos. Vamos en su busca; que ella
decida con libre albedrio cual ha de ser el dichoso, cual el infeliz.
Su decision sera respetada por ambos, y el que no merezca sus favores
manana saldra con el rey de Toledo, e ira a buscar el consuelo del
olvido en la agitacion de la guerra.
--Pues tu lo quieres, sea; contesto Lope.
Y el uno apoyado en el brazo del otro, los dos amigos se dirigieron
hacia la catedral,[1] en cuya plaza,[2] y en un palacio del que ya no
quedan ni aun los restos, habitaba dona Ines de Tordesillas.
[Footnote 1: la catedral. See p. 55, note 1. ]
[Footnote 2: plaza. There is a small square in front of the
cathedral, called to-day the _Plaza de_ (or _del_) _Ayuntamiento_. ]
Estaba a punto de rayar el alba, y como algunos de los deudos de dona
Ines, sus hermanos entre ellos, marchaban al otro dia con el ejercito
real, no era imposible que en las primeras horas de la manana pudiesen
penetrar en su palacio.
Animados con esta esperanza, llegaron, en fin, al pie de la gotica
torre[1] del templo; mas al llegar a aquel punto, un ruido particular
llamo su atencion, y deteniendose en uno de los angulos, ocultos entre
las sombras de los altos machones que flanquean los muros, vieron, no
sin grande asombro, abrirse el balcon del palacio de su dama, aparecer
en el un hombre que se deslizo hasta el suelo con la ayuda de una
cuerda, y, por ultimo, una forma blanca, dona Ines sin duda, que
inclinandose sobre el calado antepecho, cambio algunas tiernas frases
de despedida con su misterioso galan.
[Footnote 1: la gotica torre. See p. 55, note i. ]
El primer movimiento de los dos jovenes fue llevar las manos al puno
de sus espadas; pero deteniendose como heridos de una idea subita,
volvieron los ojos a mirarse, y se hubieron de encontrar con una cara
de asombro tan comica, que ambos prorrumpieron en una ruidosa
carcajada, carcajada que, repitiendose de eco en el silencio de la
noche, resono en toda la plaza y llego hasta el palacio.
Al oirla, la forma blanca desaparecio del balcon, se escucho el ruido
de las puertas que se cerraron con violencia, y todo volvio a quedar
en silencio.
Al dia siguiente, la reina, colocada en un estrado lujosisimo, veia
desfilar las huestes que marchaban a la guerra de moros, teniendo a su
lado las damas mas principales de Toledo. Entre ellas estaba dona Ines
de Tordesillas, en la que aquel dia, como siempre, se fijaban todos
los ojos; pero segun a ella le parecia advertir, con diversa expresion
que la de costumbre. Diriase que en todas las curiosas miradas que a
ella se volvian, retozaba una sonrisa burlona.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habia creido
percibir a lo lejos y en uno de los angulos de la plaza, cuando
cerraba el balcon y despedia a su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar a la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivino, y la purpura de la verguenza enrojecio su frente, y brillo en
sus ojos una lagrima de despecho.
EL BESO
I
Cuando una parte del ejercito frances se apodero a principios de este
siglo[1] de la historica Toledo,[2] sus jefes, que no ignoraban el
peligro a que se exponian en las poblaciones espanolas diseminandose
en alojamientos separados, comenzaron por habilitar para cuarteles los
mas grandes y mejores edificios de la ciudad.
[Footnote 1: una parte. . . siglo. The French armies of Napoleon
entered Spain in 1808. Joseph Bonaparte was declared king, but the
opposition of Spain was most heroic, and in 1814 the French were
expelled. They made great havoc in Toledo, where among other
desecrations they burned the Alcazar (now restored) and the convent
church of San Juan de los Reyes. ]
[Footnote 2: Toledo. See p. 50, note 2. ]
Despues de ocupado el suntuoso alcazar[1] de Carlos V, [Footnote:2]
echose mano de la casa de Consejos;[3] y cuando esta no pudo contener
mas gente, comenzaron a invadir el asilo de las comunidades
religiosas, acabando a la postre por transformar en cuadras hasta las
iglesias consagradas al culto. En esta conformidad se encontraban las
cosas en la poblacion donde tuvo lugar el suceso que voy a referir,
cuando, una noche, ya a hora bastante avanzada, envueltos en sus
obscures capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias
calles que conducen desde la Puerta del Sol[4] a Zocodover,[5] con el
choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles
que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta
unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que
todavia nos hablan con admiracion nuestras abuelas.
[Footnote 1: alcazar. See p. 61, note 3. ]
[Footnote 2: Carlos V. Charles V, the son of Philip of Burgundy by
Joanna (daughter of Ferdinand and Isabella), and grandson of the
emperor Maximilian 1, was bom at Ghent, Flanders, February 24,1500,
and died in the monastery of Yuste, Estremadura, Spain, September
21, 1558. He became king of Spain (as Charles 1) in 1516, and
emperor in 1520. In 1556 he abdicated the government of the former
in favor of his son Philip II, and of the latter in favor of his
brother Ferdinand I. ]
[Footnote 3: la casa de Consejos. The _Casa de_ Consejos ('City
Hall'), _Casa Consistorial_, or _Ayuntamiento_, by which various
names it is known, is a building erected in the fifteenth century
and remodeled in the seventeenth. It has a handsome Greco-Roman
facade in striking' contrast with the Gothic architecture of the
cathedral, which stands upon the same plaza (see p. 73, note 2). ]
[Footnote 4: la Puerta del Sol. A charming old Moorish gateway with
horseshoe arches between two towers, built about 1100, and recently
restored. It is one of the most impressive and beautiful of Toledo's
monuments. ]
[Footnote 5: Zocodover. See p. 64, note 1. ]
Mandaba la fuerza un oficial bastante joven, el cual iba como a
distancia de unos treinta pasos de su gente hablando a media voz con
otro, tambien militar a lo que podia colegirse por su traje. Este, que
caminaba a pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un
farolillo, parecia servirle de guia por entre aquel laberinto de
calles obscuras, enmaranadas y revueltas.
--Con verdad, decia el jinete a su acompanante, que si el alojamiento
que se nos prepara es tal y como me lo pintas, casi casi seria
preferible arrancharnos en el campo o en medio de una plaza.
--? Y que quereis, mi capitan? contestole el guia que efectivamente era
un sargento aposentador; en el alcazar no cabe ya un grano de trigo
cuanto mas un hombre; de San Juan de los Reyes[1] no digamos, porque
hay celda de fraile en la que duermen quince husares. El convento a
donde voy a conduciros no era mal local, pero hara cosa de tres o
cuatro dias nos cayo aqui como de las nubes ima de las columnas
volantes que recorren la provincia, y gracias que hemos podido
conseguir que se amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
[Footnote 1: San Juan de los Reyes. This convent was founded in 1476
by Ferdinand and Isabella, who meant it to be their burial-place,
and was dedicated to their patron saint John the Baptist. "After the
capture of Granada in 1492 and the foundation of the royal mausoleum
there, the chief object of San Juan disappeared and the building was
protracted till the seventeenth century. Thus the edifice, begun in
the late Gothic style, shows a strong leaning towards the forms of
the Renaissance. The interior was much damaged by the French in
1808. " Baedeker's _Spain_ (1901), p. 147. ]
--En fin, exclamo el oficial despues de un corto silencio y como
resignandose con el extrano alojamiento que la casualidad le
deparaba,--mas vale incomodo que ninguno. De todas maneras, si llueve,
que no sera dificil segun se agrupan las nubes, estaremos a cubierto y
algo es algo.
Interrumpida la conversacion en este punto, los jinetes, precedidos
del guia, siguieron en silencio el camino adelante hasta llegar a una
plazuela, en cuyo fondo se destacaba la negra silueta del convento con
su torre morisca, su campanario de espadana, su cupula ojival y sus
tejados de crestas desiguales y obscuras.
--He aqui vuestro alojamiento, exclamo el aposentador al divisarle y
dirigiendose al capitan, que despues que hubo mandado hacer alto a la
tropa, echo pie a tierra, tomo el farolillo de manos del guia, y se
dirigio hacia el punto que este le senalaba.
Como quiera que la iglesia del convento estaba completamente
desmantelada, los soldados que ocupaban el resto del edificio habian
creido que las puertas le eran ya poco menos que inutiles, y un
tablero hoy, otro manana, habian ido arrancandolas pedazo a pedazo
para hacer hogueras con que calentarse por las noches.
Nuestro joven oficial no tuvo, pues, que torcer Haves ni descorrer
cerrojos para penetrar en el interior del templo.
A la luz del farolillo, cuya dudosa claridad se perdia entre las
espesas sombras de las naves y dibujaba con gigantescas proporciones
sobre el muro la fantastica sombra del sargento aposentador que iba
precediendole, recorrio la iglesia de arriba abajo y escudrino una por
una todas sus desiertas capillas, hasta que una vez hecho cargo del
local, mando echar pie a tierra a su gente, y hombres y caballos
revueltos, fue acomodandola como mejor pudo.
Segun dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en
el altar mayor pendian aun de las alias cornisas los rotos jirones del
velo con que le habian cubierto los religiosos al abandonar aquel
recinto; diseminados por las naves veianse algunos retablos adosados
al muro, sin imagenes en las hornacinas; en el coro se 'dibujaban con
un ribete de luz los extranos perfiles de la obscura silleria de
alerce; en el pavimento, destrozado en varies puntos, distinguianse
aun anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas
inscripciones goticas; y alla a lo lejos, en el fondo de las
silenciosas capillas y a lo largo del crucero, se destacaban
confusamente entre la obscuridad, semejantes a blancos e inmoviles
fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos
sobre el marmol de sus tumbas, parecian ser los unicos habitantes del
ruinoso edificio.
A cualquiera otro menos molido que el oficial de dragones, el cual
traia una jornada de catorce leguas en el cuerpo, o menos acostumbrado
a ver estos sacrilegios como la cosa mas natural del mundo, hubieranle
bastado dos adarmes de imaginacion para no pegar los ojos en toda la
noche en aquel obscuro e imponente recinto, donde las blasfemias de
los soldados que se quejaban en alta voz del improvisado cuartel, el
metalico golpe de sus espuelas que resonaban sobre las antes losas
sepulcrales del navimento, el ruido de los caballos que piafaban
impacientes, cabeceando y haciendo sonar las cadenas con que estaban
sujetos a los pilares, formaban un rumor extrano y temeroso que se
dilataba por todo el ambito de la iglesia y se reproducia cada vez mas
confuso repetido de eco en eco en sus alias bovedas.
Pero nuestro heroe, aunque joven, estaba ya tan familiarizado con
estas peripecias de la vida de campana, que apenas hubo acomodado a su
gente, mando colocar un saco de forraje al pie de la grada del
presbiterio, y arrebujandose como mejor pudo en su capote y echando la
cabeza en el escalon, a los cinco minutos roncaba con mas tranquilidad
que el mismo rey Jose[1] en su palacio de Madrid. [2]
[Footnote 1: rey Jose. Joseph Bonaport. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: Madrid. The capital of Spain and of the province of
Madrid, situated on the Manzanares, and nearly in the geographical
center of Spain. Population some 540,000. The royal palace, begun in
1737, is an imposing rectangular structure on a lofty terrace
overlooking the Manzanares. ]
Los soldados, haciendose almohadas de las monturas, imitaron su
ejemplo, y poco a poco fue apagandose el murmullo de sus voces.
A la media hora solo se oian los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenian sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los
pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de
su capote, a lo largo del portico.
II
En la epoca a que se remonta la relacion de esta historia, tan
veridica como extraordinaria, lo mismo que al presente, para los que
no sabian apreciar los tesoros del arte que encierran sus muros la
ciudad de Toledo no era mas que un poblacon destartalado, antiguo,
ruinoso e insufrible.
Los oficiales del ejercito frances, que a juzgar por los actos de
vandalismo[1] con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de
su ocupacion, de todo tenian menos de artistas o arqueologos, no hay
para que decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad
de los Cesares. [2]
[Footnote 1: vandalismo. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: ciudad de los Cesares. See p. 50, note 2, and p. 52,
note 1. ]
En esta situacion de animo, la mas insignificante novedad que viniese
a romper la monotona quietud de aquellos dias eternos e iguales, era
acogida con avidez entre los ociosos; asi es que la promocion al grado
inmediato de uno de sus camaradas, la noticia del movimiento
estrategico de una columna volante, la salida de un correo de
gabinete, o la llegada de una fuerza cualquiera a la ciudad,
convertianse en tema fecundo de conversacion y objeto de toda clase de
comentarios, hasta tanto que otro incidente venia a sustituirle,[1]
sirviendo de base a nuevas quejas, criticas y suposiciones.
[Footnote 1: sustituirle. See p. 66, note 1. ]
Como era de esperar, entre los oficiales que, segun tenian de
costumbre, acudieron al dia siguiente a tomar el sol y a charlar un
rato en el Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la
llegada de los dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capitulo
durmiendo a pierna suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
Cerca de una hora hacia que la conversacion giraba alrededor de este
asunto, y ya comenzaba a interpretarse de diversos modos la ausencia
del recien venido, a quien uno de los presentes, antiguo companero
suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las
boca-calles de la plaza aparecio al fin nuestro bizarro capitan
despojado de su ancho capoton de guerra, luciendo un gran casco de
metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turqui con
vueltas rojas y un magnifico mandoble con vaina de acero, que resonaba
arrastrandose al compas de sus marciales pasos y del golpe seco y
agudo de sus espuelas de oro.
Apenas le vio su camarada, salio a su encuentro para saludarle, y con
el se adelantaron casi todos los que a la sazon se encontraban en el
corrillo; en quienes habian despertado la curiosidad y la gana de
conocerle, los pormenores que ya habian oido referir acerca de su
caracter original y extrano.
Despues de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones,
placemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; despues de hablar
largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia
fortuna de la guerra y los amigotes muertos o ausentes, rodando de uno
en otro asunto la conversacion, vino a parar al tema obligado, esto
es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la
ciudad y el inconveniente de los alojamientos.
Al llegar a este punto, uno de los de la reunion que, por lo visto,
tenia noticia del mal talante con que el joven oficial se habia
resignado a acomodar su gente en la abandonada iglesia, le dijo con
aire de zumba:
--Y a proposito de alojamiento, ? que tal se ha pasado la noche en el
que ocupais?
--Ha habido de todo, contesto el interpelado; pues si bien es verdad
que no he dormido gran cosa, el origen de mi vigilia merece la pena de
la velada. El insomnio junto a una mujer bonita no es seguramente el
peor de los males.
--? Una mujer! repitio su interlocutor como admirandose de la buena
fortuna del recien venido; eso es lo que se llama llegar y besar el
santo.
--Sera tal vez algun antiguo amor de la corte que le sigue a Toledo
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
--? Oh! no, dijo entonces el capitan; nada menos que eso. Juro, a fe de
quien soy, que no la conocia y que nunca crei hallar tan bella patrona
en tan incomodo alojamiento. Es todo lo que se llama una verdadera
aventura.
--? Contadla! ? contadla! exclamaron en coro los oficiales que rodeaban
al capitan; y como este se dispusiera a hacerlo asi, todos prestaron
la mayor atencion a sus palabras, mientras el comenzo la historia en
estos terminos:
--Dormia esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo
trece[1] leguas de camino, cuando he aqui que en lo mejor del sueno me
hizo despertar sobresaltado e incorporarme sobre el codo un estruendo
horrible, un estruendo tal, que me ensordecio un instante para dejarme
despues los oidos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardon me
cantase a la oreja.
[Footnote 1: trece = 'thirteen. ' Our author has told us on p. 79
that it was catorce ('fourteen'). ]
Como os habras figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oia de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canonigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable proposito de matar a disgustos a los necesitados de reposo.
[Footnote 1: campana gorda = 'great bell. ' The famous _Campana
Gorda_, weighing nearly two tons, was cast by Alejandro Gargollo in
1753. It hangs in the cathedral tower surrounded by eight other
bells, and surmounted by two more. ]
Renegando entre dientes de la campana y del campanero que la toca,
disponiame, una vez apagado aquel insolito y temeroso rumor, a coger
nuevamente el hilo del interrumpido sueno, cuando vino a herir mi
imaginacion y a ofrecerse ante mis ojos una cosa extraordinaria. A la
dudosa luz de la luna que entraba en el templo por el estrecho ajimez
del muro de la capilla mayor, vi una mujer arrodillada junto al altar.
Los oficiales se miraron entre si con expresion entre asombrada e
incredula; el capitan, sin atender al efecto que su narracion
producia, continuo de este modo:
--No podeis figuraros nada semejante a aquella nocturna y fantastica
vision que se dibujaba confusamente en la penumbra de la capilla como
esas virgenes pintadas en los vidrios de colores que habreis visto
alguna vez destacarse a lo lejos, blancas y luminosas, sobre el
obscuro fondo de las catedrales.
Su rostro ovalado, en donde se veia impreso el sello de una leve y
espiritual demacracion, sus armoniosas facciones llenas de una suave y
melancolica dulzura; su intensa palidez, las purisimas lineas de su
contorno esbelto, su ademan reposado y noble, su traje blanco y
flotante, me traian a la memoria esas mujeres que yo sonaba cuando
casi era un nino. ? Castas y celestes imagenes, quimerico objeto del
vago amor de la adolescencia! Yo me creia juguete de una alucinacion,
y sin quitarle un punto los ojos, ni aun osaba respirar, temiendo que
un soplo desvaneciese el encanto. Ella permanecia inmovil.
Antojabaseme al verla tan diafana y luminosa que no era una criatura
terrenal, sino un espiritu que, revistiendo por un instante la forma
humana, habia descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y
en pos de si la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba
verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura
sombra de aquel recinto lobrego y misterioso.
--Pero . . . exclamo interrumpiendole su camarada de colegio, que,
comenzando por echar a broma la historia, habia concluido
interesandose con su relato: ? como estaba alli aquella mujer? ? No
la[1] dijiste nada? ? No te explico su presencia en aquel sitio?
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--No me determine a hablarla,[1] porque estaba seguro de que no habia
de contestarme, ni verme ni oirme.
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--? Era sorda?
--? Era ciega?
--? Era muda? exclamaron a un tiempo tres o cuatro de los que
escuchaban la relacion.
--Lo era todo a la vez, exclamo al fin el capitan despues de un
momento de pausa; porque era. . . de marmol. Al oir el estupendo
desenlace de tan extrana aventura, cuantos habia en el corro
prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al
narrador de la peregrina historia, que era el unico que permanecia
callado y en una grave actitud:
--? Acabaramos de una vez! Lo que es de ese genero, tengo yo mas de un
millar, un verdadero serrallo, en San Juan de los Reyes; serrallo que
desde ahora pongo a vuestra disposicion, ya que, a lo que parece,
tanto os da de una mujer de carne como de piedra.
--? Oh! no . . . continuo el capitan, sin alterarse en lo mas minimo por
las carcajadas de sus companeros: estoy seguro de que no pueden ser
como la mia. La mia es una verdadera dama castellana que por un
milagro de la escultura parece que no la han enterrado en un sepulcro,
sino que aun permanece en cuerpo y alma de hinojos sobre la losa que
le cubre, inmovil, con las manos juntas en ademan suplicante,
sumergida en un extasis de mistico amor.
--De tal modo te explicas, que acabaras por probarnos la verosimilitud
de la fabula de Galatea. [1]
[Footnote 1: Galatea. In the story told by Ovid (_Met. _ x. 243)
Pygmalion, king of Cyprus, conceived an aversion to women, and
devoted himself to art, but having made in ivory a lovely statue of
a woman he became enamored of it, and at his request Aphrodite
endowed it with life. This beautiful woman, Galatea, became his
wife, and bore him a son called Paphos, founder of the city of that
name in Cyprus. ]
--Por mi parte, puedo deciros que siempre la crei una locura; mas
desde anoche comienzo a comprender la pasion del escultor griego.
--Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que, no
tendras inconveniente en presentarnos a ella. De mi se decir que ya no
vivo hasta ver esa maravilla. Pero . . . ? que diantres te pasa? . . .
diriase que esquivas la presentacion. ? Ja! ? ja! ? ja! Bonito fuera que
ya te tuvieramos hasta celoso.
--Celoso, se apresuro a decir el capitan, celoso . . . de los hombres no
. . .
