57: «Por acudir a una definición de Pierre Dupuy: “Los sistemas sacrifi
ciales contienen la violencia en el doble sentido de la palabra”: porque les es ínsita a
ellos mismos y porque impiden que la violencia lo inunde todo».
ciales contienen la violencia en el doble sentido de la palabra”: porque les es ínsita a
ellos mismos y porque impiden que la violencia lo inunde todo».
Sloterdijk - Esferas - v2
E.
Raven, Losfilósofospresocráticos, versión española dej.
García Fernández, Gredos,
Madrid 1974, pág. 385. (N. del T. )]
MVersos 42-44, ibid. , pág. 323 (Mansfeld); 386-387 (Kirk y Raven).
” La vista o visión panorámica (Um-Sicht) parmenídea se implementa técnica
mente, en parte, por medio del circo romano y del panorama moderno: el cine pa
norámico y su prosecución en la actual Virtual-Reality-Technology. Cfr. Uwe Pirr,
«Para la historia técnica de la mirada panorámica. Del cuadro panorámico a la Rea
lidad Virtual interactiva», en Hyperkult. Geschichte, Theorie und Kontext digitaler Medien,
Martin Warnke, Wolfgang Coy, Georg Christoph Tholen (eds. ), Basilea y Frankfurt
1997, págs. 291-330.
%Alexandre Kojéve hace notar con respecto a ese Uno-Todo que se ve en la ima
gen de la esfera: «Lo que importa en la imagen parmenídea del ser es, por un lado,
que la esfera es absolutamente homogénea, de modo que no se puede hablar propia
mente de sus partes, y, por otro, que la esfera misma no tiene límites [sobrepasables]
hacia el exterior y, por tanto, está totalmente limitada a sí misma. . . Así pues, nada pue
de sobrepasar a la esfera del ser: puede uno des-plazarse en ella como quiera que
siempre tendrá por todas partes exactamente igual de ser delante que detrás de sí, y por
todas partes se tratará del mismo ser». Le Concept, le Temps et le Discours. Introduction au
Systeme du Savoir, París 1990, pág. 289. (Agradezco a Boris Groys la remisión a las con
sideraciones de Kojéve sobre la posibilidad de una «última esferología». ) Esto signi
884
fica: la exigencia de homogeneidad implica queen la esfera no hay multiplicidad au
téntica de puntos reales o espacialmente distintos, sino sólo el punto central único,
espacial-hiperespacial, al que pertenece ya la esferoscopia divina. Para ello, cfr. tam
bién las explicaciones de Kojéve sobre la «tesis parmenídea», en Essai d'une histoire
raisonnéedelaphilosophiepaiennei. Lesprésocratiques,París 1968,reedición 1997,págs.
206-236, aquí sobre todo pág. 211.
37Cfr. para esto Esferas i, capítulo 3: «Seres humanos en el círculo mágico. Para
una historia de ideas de lafascinación de la proximidad»; con respecto a Hegel, cfr. sobre
todo págs. 230-ss.
38Richard Dawkins, Das egoistische Gen, Reinbeck bei Hamburg 1996, pág. 206 [El
gen egoísta, Salvat, Barcelona 1993].
39Para el problema de la representación del absoluto, cfr. el capítulo 7: «Cómo a
través del medio puro el centro de las esferas actúa en la lejanía», págs. 598-ss.
40«San Cristóbal», en DieLegendaAureadesfacobusdeVorágine,traducida del latín
por Richard Benz, Heidelberg 1984,pág. 500. [Santiago de laVorágine, Laleyendado
rada, traducción de frayJ. M. Macías, 2vols. , Alianza, Madrid 1982,1,pág. 407. ]
41 Quizá una única excepción a esto sea el libro de Gertrud Hóhler y Michael
Koch, Der veruntreute Sündenfall. EntZweiung oder neues Bündnis? , Stuttgart 1998, en el
que la pareja de hombre y mujer se realza definiéndola como «protoequipo duo-
cén trico».
42Cfr. Wilhelm Schmidt-Biggemann,Philosophiaperennis. HistorischeUmrisseabend-
landischerSpiritualitátinAntike,MittelalterundFrüherNeuzeit,Frankfurt 1998,págs. 439-
453.
43El último pensador de altura que hay que considerar como un teólogo de la es
fera, consciente de sus motivos, fue Karl Jaspers, quien insistió en que la ontología
(la teoría del ser) sólo puede construirse como periech-onlología. (teoría del ser en
volvente y envuelto). Cfr. K. J. , Von der Wahrheit. Philosophische Logik, vol. i, Munich
1991, págs. 47-222.
44Cfr. H einz
Robert
Schlette,
Weltseele.
Geschichte und Hermeneutik, Frankfurt
1993.
45Cfr. Nicolás de Cusa, Dialogusdeludoglobilíberprimus,en Diephilosophisch-theo-
logischenSchriften, latín-alemán, vol. m, Viena 1989, págs. 271-273.
46Para la lucha de Platón contra esas tesis y sus representantes, cfr. infra el capí
tulo 4: «El argumento ontológico de la esfera», págs. 320-ss.
47Poema, versos 30-31.
48Sobre la bimilenaria historia de las representaciones cosmológicas de las esfe
ras trata recientemente con minuciosidad Jean-Pierre Lerner, Le monde des spheres,
vol. i: Genese et triomphe d'une représentation cosmique, París 1996, vol. ii: La fin du cosmos
classique, París 1997.
49Esta proposición sospechosa parece retrotraerse al hermético Líberxxivphilo-
sophorum, en el que aparece seguramente por primera vez la formulación: Deus est
sphaera infinita cuius centrum est ubique, et circumferentia nusquam. San Buenaventura,
que recoge esta frase en su Itinerarium mentís in Deumv, 8, añade al sustantivo «esfe
885
ra» el adjetivo «inteligible»». También el Maestro Eckhart y sus sucesores hasta el Cu-
sano son deudores de este enunciado. El Líber xxjv philosophorum se ha reeditado ex
celentemente como tomo 153 A del Corpus Christianorum, Toumhout 1997. En el ca
pítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», cfr. infra las págs. 466-ss. , se
discuten tres de las veinticuatro tesis teosóficas de ese libro.
«Theatrumphilosophicum», en Gilíes Deleuze, MichelFoucauli, DerFaden istgeris-
sen,traducidodelfrancésporWalterSeitteryUlrich Raulff,Berlín 1977,pág. 33[Mi
chel FoucaultyGilíes Deleuze, TheatrumphilosophicumseguidodeRepeticiónydiferencia,
Anagrama, Barcelona 1995. ]
1Cfr. Esferas I, pág. 561.
VJJohann Wolfgang Goethe, Zur Morphologie. Die Schriften zur Naturwissenschaft,
sección I, vol. 9, Weimar 1954, pág. 233.
*En el capítulo final de este volumen: «La última esfera. Para una historiafilosó
fica de la globalización terrestre», págs. 695-ss. , se encuentra una deducción de la expre
sión «emplazamiento» de las nuevas relaciones de pensamiento y circulación tras las
circunvalaciones habidas en la tierra.
MCfr. Boris Groys, «Lenin und Lincoln. Zwei Gestalten des modemen Todes»,
en B. G. , Die Erfindung Russlands, Munich-Viena 1995, págs. 180-s.
’’Cfr. infrael capítulo 8: «La última esfera. Paraunahistoriafilosóficadelaglobali
zación terrestre»>, apartado 26, «Segunda Ecúmene», págs. 855-ss.
Cfr. Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de mí que yo mismo. Elementos teológicos pa
ra una teoría del interior común», págs. 485-ss.
’7Cfr. Alexander Gosztonyi, DerRaum. GeschichteseinerProblemeinPhilosophieund
Wissenschajlen,2 vols. , Friburgo-Munich 1976, vol. II, pág. 1255.
* Hermann Schmitz, en el § 149de su SystemderPhilosophie,vol. III, 2. aparte, Der
Gefühlsraum, 2. aed. , Bonn 1981, págs. 98-s. , lleva a cabo una impresionante interpre
tación de los «sentimientos como atmósferas». Entre otras sugerencias, Gemot Bóh-
me, en su libro Atmosphare. Essays zur neuen Ásthetik, Frankfurt 1995, desarrolla una
concepción de la actividad estética como producción de atmósferas. Variantes de ello
ofrece el mismo autor en Anmutungen. ÚberdasAtmosphárísche, Stuttgart-Ostfildem
1998. Cfr. también, al margen, Michael Hauskeller, Atmosphdren erleben. Philosophische
Untersuchungen zur Sinneswahmehmung, Berlín 1995; Reinhard Knodt, «Atmósferas.
Sobre un objeto olvidado del buen gusto», en R. K. , AsthetischeKorrespondenzen. Den-
ken im technischen Raum, Stuttgart 1994.
Como linkinquebrantable entre las teorías heideggeriana y schmitzeríana del es
pacio y de la atmósfera sigue valiendo Otto Friedrich Bollnow, Mensch und Raum,
Stuttgart 1963, 7. aed. , 1994, sobre todo los capítulos «Der gestimmte Raum», «Der
prásentische Raum», «Der Raum des menschlichen Zusammenlebens», págs. 229-270.
Hermann Timm, en su libro Das Weltquadrat. Eine reUgióse Kosmologie, Gütersloh
1985, presentó un intento paradigmático de atmosferología teológica.
MY el trabajo de Hermann Schmitz como el intento, parcialmente conseguido,
de superar el proyecto de Heidegger (y Bollnow).
886
60 Cfr. Elisabeth von Samsonow, (Práliminarien zu einer) Phanomenologie des halluzi-
nierenden Geistes. Proyecto de investigación de la Academia de las Artes Plásticas, Vie-
na, semestre de invierno 1998-1999-ss.
61Cfr. Alfred Seidel, Bewusstsein ais Verhángnis, postumo, editado por Hans Prinz-
hom, Bonn 1927.
62Esferas I, pág. 58.
65Para imperios establecidos o universos políticos esto implica, además, la am
pliación de la tesis a la proposición: toda historia es la historia de autoexaltaciones,
programas de selección y sistemas de mega! o«manía».
64 En Esferas 1, capítulo 7: «El estadio-sirenas. De la primera alianza sonosférica», se
puso de relieve cómo, ya en la conmoción que supone la escucha de saludos, el yo
viene primero a sí mismo en forma de alegría anticipada o expectativa de sí mismo.
65Sobre perturbaciones en el proceso de esta predespedida, cfr. EsferasI, excur
so 6: «Dueloesférico. Sobre la pérdida del nobjeto y la dificultad de decir lo que falta»,
págs. 415-ss.
66Cfr. Ram Adhar Malí, Heinz Húlsmann, Die drei Geburtsorte der Philosophie. Chi
na. Iridien. Europa, Bonn 1989.
87 El argumento de que la imagen de mundo se desarrolla a la vez que la imagen
del contorno del mundo se seguirá desarrollando después en el capítulo 2: «Recuer
dos-receptáculo.
Sobreelfundamento de la solidaridad en laforma inclusiva»,
págs. 173-ss.
68Cfr. Marc Augé, OrleundNicht-Orte. VorüberlegungenzueinerEthnologiederEin-
samkeit, Frankfurt 1994, págs. 53-ss. [Los «no lugares». Espacios del anonimato. Una antro
pologíadelasobremodemidad,Gedisa, Barcelona 1993,págs. 49-ss. ].
89Para la disolución del territorialismo y la distensión del lazo entre lugar y sí-mis
mo, cfr. infrael capítulo 8: «La última esfera. Paraunahistoriafilosóficadelaglobaliza-
ción terrestre»ypágs. 820-ss.
70DasGilgamesch-Epos,nueva traducción y notas de Albert Schott, revisado y com
pletado por Wolfram von Soden, Stuttgart 1958, págs. 83-84 [Gilgamés, Florence Mal-
bran-Labat (ed. ), Verbo Divino, Madrid 1983].
71 Cfr. Augustinus, Bekenntnissey latín-alemán, J. Bemhart (ed. ), Frankfurt 1987,
págs. 151-155. [Citamos la traducción castellana de Angel Custodio Vega, BAC, Ma
drid 1979, págs. 166 y 168-169, que cambiamos en algún punto que parece querer po
ner de relieve P. SI. , quien modifica, a su vez, en ciertos momentos la traducción ale
mana que cita. N. del 7 ]
72ConfesionesTVy9, 14.
73«De semejante modo se forma también nuestro discurso por medio de los sig
nos sonoros (persigna sonantia). Porque nunca sería íntegro nuestro discurso si en él
una palabra no se retirase, una vez pronunciadas sus sílabas, para dar lugar a otra»
(ConfesionesIV, 10, 15).
74 Confesiones IX, 12, 32.
75SymbolumNicaeum: parajuzgar a los vivos y a los muertos.
76Cfr. René Girard, Quandceschosescommenceront. EntretiensavecMichelTreguer,Pa
887
rís 1996, pág.
57: «Por acudir a una definición de Pierre Dupuy: “Los sistemas sacrifi
ciales contienen la violencia en el doble sentido de la palabra”: porque les es ínsita a
ellos mismos y porque impiden que la violencia lo inunde todo».
7Cfr. René Girard, La route antique des hommes pervers, París 1985 [La ruta antigua
de los hombres perversos, Anagrama, Barcelona 1989].
78 Para los siguientes pasajes, cfr. Elisabeth Laffont, Les livres de sagesses des pha-
raons, París 1979, págs. 111-s.
79Cfr. Dominic O’Meara, «Der Mensch ais politisches Lebewesen. Zum Verhált-
nis zwischen Platón und Aristóteles», en Der Mensch -ein politisches Tiert Essays zurpoti-
tischen Anthropologie, Otfried Hóffe (ed. ), Stuttgart 1992, págs. 14-s.
80 Para el concepto de «relación fuerte», cfr. Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de
mí que yo mismo. Elementos teológicos para una teoría del interior común», págs. 485-s.
81Lo cual se articula mediante el concepto de perichoresis, explicado en Esferas I,
capítulo 8, págs. 540-ss.
82Por sugerencias de Heiner Mühlmann, en el tercer volumen se interpretará la
morfogénesis de conjuntos sociales fundándose en el modelo de «tensogridad» de
Buckminster Fuller.
MCfr. Eric Voegelin, Order and History, vol. 4: The Ecumenic Age, Baton Rouge y
Londres 1974, págs. 272-ss.
MCfr. André Leroi-Gourhan, Hand und Wort. Die Evolution von Technik, Sprache
und Kunst, Frankfurt 1988, pág. 396.
85 Cfr. Klaus E. Müller, Das magische Universum der Identitát. Elementarformen sozia-
len Verhaltens. Ein ethnologischer Grundriss, Frankfurt-Nueva York 1987.
86Cfr. Hugh Miller, Progress and Decline. The Group in Evolution, 1964.
87 Dieter Claessens, Das Konkrete und das Abstrakte. Soziologische Skizzen zur Anthro
pologie, Frankfurt 1980, pág. 61.
88Thomas Macho, «Dentro y fuera. Reflexiones sobre la ordenación de los espa
cios», en Bemhard Perchinnig y Winfried Steiner (eds. ), Kaos Stadt. Móglichkeiten und
Wirklichkeiten stádtischer Kultur, Viena 1991, págs. 107-123.
89Louis Dumont, Homo hierarchicus. I^esystéme des costes et ses implications, París 1986,
pág. 397.
*' Se ve en este contexto cómo el lema de los mosqueteros, «uno para todos y to
dos para uno», insinúa un socialismo temprano, vago y romántico-militar. Hólderlin,
en el santo y seña de Hiperión: «Todos para uno y uno para todos», había anticipa
do esta figura mental como una profecía esferológica del «Estado libre», es decir de
la República burguesa.
91 Alfred Tomatis, Klangwelt Mutterleib. Die Anfánge der Kommunikation zwischen
Mutter und Kind, Munich 1994, pág. 126.
92Cfr. Erika Simón, «Der Schild des Achilleus», en Beschreibungskunst-Kunstbesch-
reibung, Ciottfried Boehm y Helmut Pfotenhauer (eds. ), Munich 1995, págs. 123-ss.
* Georg Simmel, «El marco. Un ensayo esférico», 1902, en G. S. , Vom Wesen derMo-
deme. Essays zur Philosophie uns Ásthetik, Wemerjung (ed. ), Hamburgo 1990, pág. 254.
888
94En el capítulo siguiente se explicará, en el caso de las potencialidades metafó
ricas de la arquitectura palaciega persa, cómo el esquema de la producción de espa
cio se ha abierto paso en la línea occidental por medio de transferencias de palacios;
cfr. infra las págs. 245-ss.
95 «Os mostraré que el mar birkánico (caspio) y el índico y el golfo Pérsico están
conectados; pues el Océano rodea toda la tierra. De modo que nosotros navegare
mos con nuestra flota desde el mar pérsico, a través de Libia (Africa), hasta las co
lumnas de Hércules, daremos la vuelta a Libia y después a toda Asia, de modo que
las fronteras de nuestro dominio coinciden con las que Dios trazó a la tierra», Flavio
Arriano, Anábasis V , 26.
96Cfr. infra el capítulo 8: «La última esfera. Para una historiafilosófica de la globali-
zación terrestre», págs. 756-ss.
97Esta doble centralidad ideal prototípica se presenta en las ciudades de Meso-
potamia como triple centralidad (de templo, palacio, silo).
,JKCfr. para ello el sobresaliente análisis de Norbert Bolz, Auszug aus der entzau-
berten Welt. Philosophischer Extremismus zwischen den Weltkriegm, Munich 1989.
99Cfr. infra el capítulo 4: «El argumento ontológico de la esfera», págs. 309-ss. ,
así como el excurso 4: «Panteón. Sobre la teoría de la cúpula», págs. 375-ss.
IH0 Vitruvii Pollionis de architectura libri decem. . . ; Vitruv, Zehn Bücher über Architektur,
traducción y notas del doctor Curt Fensterbusch, Darmstadt 1991, págs. 79-85 [Los diez
libros de arquitectura, Alianza, Madrid 2002].
"MLa derivación de toda sociedad de la reunión en torno al fuego ya fue comba
tida en la teoría clásica de la arquitectura, y con razón, puesto que adopta indebida
mente el punto de vista de los mundos de vida norteños. León Battista Alberti (muer
to en 1472), en la introducción de sus Diez libros sobre arquitectura (Zehn Bücher über die
Baukunst, Darmstadt 1975, pág. 10), puso en el comienzo la casa como tal: «Hubo
quienes dijeron que el agua o el fuego eran los comienzos sobre cuyo fundamento
se formó la sociedad humana. Pero si considero la utilidad y necesidad de techo y pa
red me convenceré de modo natural de que ellos han contribuido en mucho más al
to grado a reunir y mantener unidos a los seres humanos».
102Cfr; Esferas l, capítulo 6, «Compartidores del espacio anímico. Angeles, gemelos,
dobles», págs. 382-s.
,nsDerUntergangdesAbendlandes. UmrissezueinerMorfjhologiederWeltgeschichte,Mu
nich 1923, 1979, pág. 1035.
"MLa lógica del dominio a través de la irradiación se explicará después en el apar
tado sobre emanacionismo político; cfr. infra el capítulo 7: «Cómo a través del medio
puro el centro de las esferas actúa en la lejanía. Para una metafísica de la telecomunica
ción», págs. 616-ss. , 628-ss.
m No es casual que Hegel, que con sus instrumentos conceptuales ronda estre
chamente estas relaciones, en el parágrafo 257 de sus Principios defilosofía del derecho,
con el que comienza la teoría del Estado, hablara de la diferencia entre los dioses pri
vados y lo divino público: «Los penates son los dioses interiores, inferiores, el espíritu del
889
pueblo (Atenea), lo divino que se sabey se quierea sí mismo». G. W. F. Hegel, Werke,
vol. 7, Frankfurt 1970, pág. 398. Con ello se insinúa una clarajerarquización de los sis
temas de inmunidad pararreligiosos.
Cfr. Catherine Clément, La putain du diable, París 1996, págs. 64-s.
107Cfr. supra la Introducción: «Geometría en lo inmenso. El proyecto de la glo-
balización metafísica», apartado iv: «El evangelio morfológico y su destino», págs.
105-ss.
""Cfr. también W. Altmann, DieitalienischenRundbauten, 1906,citado por Oswald
Spengler (ver nota 103), pág. 699.
m Giacomo Leopardi, Gedichte und Prosa, obras escogidas y traducidas por Lud-
w i g W o l d e , F r a n k f u r t 1979, p á g . 143 [Poesía y prosa, A l f a g u a r a , M a d r i d 1990].
110Citado por Paul Hübner, VomerstenMenschenwirderzáhltinMythen, Wissenschafi
und Kunsl, Düsseldorf-Viena 1969, pág. 187.
Sobre el concepto de contrato natural, cfr. Michel Serres, Lecontratnaturel,Pa
rís 1990. Que Gunnar Heinsohn (en DieErschaffungderGotter. DasOpferaisUrsprung
der Religión, Reinbeck bei Hamburg 1997, pág. 157) crea poder caracterizar la con-
tractualización de la naturaleza posdiluviana por medio de la alianza como signo de
un «optimismo cósmico» es algo que pertenece a las florescencias más curiosas que
es capaz de ofrecer un filosemitismo sin recursos.
1,2Cfr. Rüdiger Safranski, DasBóseoderDasDramadermenschlichenFreiheit,Munich
1997, págs. 32-33 [El mal o El drama de la libertad, trad. de Raúl Gabás, Tusquets, Bar
celona 2000].
"* Cfr. para este tema Oswald Loretz, Des Gottes Einzigkeit. Ein altorientalisches
Argumentationsmodellzum «SchmaJisrael», Darmstadt 1997.
IMCfr. Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia, § 124, «En el horizonte de lo infinito»:
«¡Hemos abandonado tierra firme y embarcado! Hemos roto el puente -más aún: la
tierra firme- tras nosotros».
Cuando, al contrario, la ciudad entera sale al agua, surge la figura técnica ima
ginaria «gigante oceánico», representada clásicamente porJulio Veme en su novela
La ciudadflotante, siguiendo el modelo del primer gran barco de vapor, Great Eastem,
que en 1858 cruzó el Atlántico desde Bristol a Nueva York; cfr. infra la pág. 734.
Oswald Spengler (ver nota 103), pág. 661.
117Las intuiciones de Spengler fueron preparadas por la tipología de la expe
riencia del espacio de Leo Frobenius, que había distinguido entre culturas del
sentimiento de la amplitud y culturas del sentimiento de la caverna del mundo. Cfr.
Paideuma. Umrisse einer Kultur- und Seenlehre, Munich 1921; así como Hansjürgen
Heinrichs, DiefremdeWelt,dasbinich. LeoFrobenius:Ethnologe,Forschungsreisender,Aben-
teurer,Wuppertal 1998. La recepción yaguzamiento más interesante de las intuicio
nes filosófico-espaciales de Spengler se encuentra en la obra temprana de Max Ben-
se: Raum und Ich. Eine Philosophie über den Raum, Berlín
1934.
"HCfr. Mircea Eliade yloan P. Culianu, HandbuchderReligionen,Zurich y Munich
1991, pág. 145.
890
19Ello se refiere sobre todo a los diagnósticos de la fenomenología de microsfe-
ras que fue desarrollada en el primer volumen; también en las ciudades e imperios
alguien ha de cumplir la función del gemelo íntimo, el que complementa al indivi
duo «aislado», y esto sucede en ellos generalmente de modo que el grupo en su to
talidad se aúna en tomo a un mismo complementador. Más al respecto, infra, con
motivo de una observación de León Battista Alberti sobre genios de ciudad; ver tam
bién las explicaciones sobre la relación de la geometría y el modelo de almas geme
las en la teología cristiana en el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que es
talla» (págs. 458-ss. sobre todo), que continúa estas consideraciones.
El primer argumento se desarrolla a continuación en págs. 243-ss. ; el segundo, en
págs. 259-ss. ; el tercero, en págs. 278-ss.
120Cuarenta y cinco días de visye: en el poema de Gilgamés ésa es la clave de la
distancia desde Uruk hasta el borde del mundo.
121 C i t a d o p o r J a n A s s m a n n , D a s k u l t u r e l l e G e d á c h t n i s , M u n i c h 1 9 9 8 , p á g s . 1 9 8 - s s . ; e n
el contexto se explica cómo eljudaismo posterior al éxodo aprovecha el motivo egip
cio del «muro de bronce» para losjuegos de lenguaje de su secesión de los pueblos
impuros, no judíos.
122Con el ingenioso concepto de «arquitectura instintiva», desarrollado por Hei-
ner Mühlmann (cfr. DieNaturderKulturen. EntwuifeinerkulturgenetischenTheorie,Vie-
na-NuevaYork 1996,págs. 55-ss. ),se puede interpretar ese complejo fortificado como
síntesis de modo de construcción de alto estrés y de arte posestresórico de relajación.
123André Neher ha especificado esa tesis haciendo esta observación: si Fausto es
el mito del ser humano moderno, el golem encarna el del posmodemo. Citado en el
prólogo de Henri Atlan a Moshe Idel, Le golem, París 1992, pág. 8. Para la cuestión de
la técnica adámica, cfr. Esferasi, págs. 39-51.
171.
124Shalom ben-Horin, Paulus. Der Vólkerapostel injiidischer Sicht, Munich 1980, pág.
125Shalom ben-Horin escribe sin rodeos: «El monoteísmojudío, con su perspec
tiva universal, nace de la tragedia del exilio y queda preso del exilio», op. cit. «Exilio»
significa aquí: tener que lamentarse ante los ríos de Babilonia y tener que mirar ha
cia arriba a las altas construcciones de señores extraños.
126Al contrario, también se desarrollan discursos antiteológicos con forma de ri
validad o porfía; así, por ejemplo, se malentendería la dinámica específica del po-
sestructuralismo francés,junto con sus derivaciones alemanas, si no se reconociera
en él la subasta pública de las negaciones del sujeto: la pugna por el discurso más li
berado de restos teológicos.
127Para la interpretación de la representación como actividad original, cfr. infra
el capítulo 7: «Cómo a través del medio puro el centro de las esferas actúa en la le
janía», págs. 592-ss.
128Cfr. infra el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», págs. 403-
ss. , así como Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de mí que yo mismo. Elementos teológicos
para una teoría del interior común», págs. 511-522.
891
,5NCfr. Ernst Heinrich y Ursula Seidl, «Mesura y exceso en las dimensiones de los
edificios de la antigua Mesopotamia»; conferencia pronunciada en la reunión anual
de la DOG, el 9 de junio de 1967; en Mitteilungen der Deutschen Orientgesellschaft 99,
págs. 5-8; agradezco a Gwendolyn Leick (Londres) y Elisabeth von Samsonow (Vie-
na) las referencias a este texto.
130Cfr. el libro del autor, Im selben Boot. Versuch über die Hyperpolitik, Frankfurt 1995,
págs.
Madrid 1974, pág. 385. (N. del T. )]
MVersos 42-44, ibid. , pág. 323 (Mansfeld); 386-387 (Kirk y Raven).
” La vista o visión panorámica (Um-Sicht) parmenídea se implementa técnica
mente, en parte, por medio del circo romano y del panorama moderno: el cine pa
norámico y su prosecución en la actual Virtual-Reality-Technology. Cfr. Uwe Pirr,
«Para la historia técnica de la mirada panorámica. Del cuadro panorámico a la Rea
lidad Virtual interactiva», en Hyperkult. Geschichte, Theorie und Kontext digitaler Medien,
Martin Warnke, Wolfgang Coy, Georg Christoph Tholen (eds. ), Basilea y Frankfurt
1997, págs. 291-330.
%Alexandre Kojéve hace notar con respecto a ese Uno-Todo que se ve en la ima
gen de la esfera: «Lo que importa en la imagen parmenídea del ser es, por un lado,
que la esfera es absolutamente homogénea, de modo que no se puede hablar propia
mente de sus partes, y, por otro, que la esfera misma no tiene límites [sobrepasables]
hacia el exterior y, por tanto, está totalmente limitada a sí misma. . . Así pues, nada pue
de sobrepasar a la esfera del ser: puede uno des-plazarse en ella como quiera que
siempre tendrá por todas partes exactamente igual de ser delante que detrás de sí, y por
todas partes se tratará del mismo ser». Le Concept, le Temps et le Discours. Introduction au
Systeme du Savoir, París 1990, pág. 289. (Agradezco a Boris Groys la remisión a las con
sideraciones de Kojéve sobre la posibilidad de una «última esferología». ) Esto signi
884
fica: la exigencia de homogeneidad implica queen la esfera no hay multiplicidad au
téntica de puntos reales o espacialmente distintos, sino sólo el punto central único,
espacial-hiperespacial, al que pertenece ya la esferoscopia divina. Para ello, cfr. tam
bién las explicaciones de Kojéve sobre la «tesis parmenídea», en Essai d'une histoire
raisonnéedelaphilosophiepaiennei. Lesprésocratiques,París 1968,reedición 1997,págs.
206-236, aquí sobre todo pág. 211.
37Cfr. para esto Esferas i, capítulo 3: «Seres humanos en el círculo mágico. Para
una historia de ideas de lafascinación de la proximidad»; con respecto a Hegel, cfr. sobre
todo págs. 230-ss.
38Richard Dawkins, Das egoistische Gen, Reinbeck bei Hamburg 1996, pág. 206 [El
gen egoísta, Salvat, Barcelona 1993].
39Para el problema de la representación del absoluto, cfr. el capítulo 7: «Cómo a
través del medio puro el centro de las esferas actúa en la lejanía», págs. 598-ss.
40«San Cristóbal», en DieLegendaAureadesfacobusdeVorágine,traducida del latín
por Richard Benz, Heidelberg 1984,pág. 500. [Santiago de laVorágine, Laleyendado
rada, traducción de frayJ. M. Macías, 2vols. , Alianza, Madrid 1982,1,pág. 407. ]
41 Quizá una única excepción a esto sea el libro de Gertrud Hóhler y Michael
Koch, Der veruntreute Sündenfall. EntZweiung oder neues Bündnis? , Stuttgart 1998, en el
que la pareja de hombre y mujer se realza definiéndola como «protoequipo duo-
cén trico».
42Cfr. Wilhelm Schmidt-Biggemann,Philosophiaperennis. HistorischeUmrisseabend-
landischerSpiritualitátinAntike,MittelalterundFrüherNeuzeit,Frankfurt 1998,págs. 439-
453.
43El último pensador de altura que hay que considerar como un teólogo de la es
fera, consciente de sus motivos, fue Karl Jaspers, quien insistió en que la ontología
(la teoría del ser) sólo puede construirse como periech-onlología. (teoría del ser en
volvente y envuelto). Cfr. K. J. , Von der Wahrheit. Philosophische Logik, vol. i, Munich
1991, págs. 47-222.
44Cfr. H einz
Robert
Schlette,
Weltseele.
Geschichte und Hermeneutik, Frankfurt
1993.
45Cfr. Nicolás de Cusa, Dialogusdeludoglobilíberprimus,en Diephilosophisch-theo-
logischenSchriften, latín-alemán, vol. m, Viena 1989, págs. 271-273.
46Para la lucha de Platón contra esas tesis y sus representantes, cfr. infra el capí
tulo 4: «El argumento ontológico de la esfera», págs. 320-ss.
47Poema, versos 30-31.
48Sobre la bimilenaria historia de las representaciones cosmológicas de las esfe
ras trata recientemente con minuciosidad Jean-Pierre Lerner, Le monde des spheres,
vol. i: Genese et triomphe d'une représentation cosmique, París 1996, vol. ii: La fin du cosmos
classique, París 1997.
49Esta proposición sospechosa parece retrotraerse al hermético Líberxxivphilo-
sophorum, en el que aparece seguramente por primera vez la formulación: Deus est
sphaera infinita cuius centrum est ubique, et circumferentia nusquam. San Buenaventura,
que recoge esta frase en su Itinerarium mentís in Deumv, 8, añade al sustantivo «esfe
885
ra» el adjetivo «inteligible»». También el Maestro Eckhart y sus sucesores hasta el Cu-
sano son deudores de este enunciado. El Líber xxjv philosophorum se ha reeditado ex
celentemente como tomo 153 A del Corpus Christianorum, Toumhout 1997. En el ca
pítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», cfr. infra las págs. 466-ss. , se
discuten tres de las veinticuatro tesis teosóficas de ese libro.
«Theatrumphilosophicum», en Gilíes Deleuze, MichelFoucauli, DerFaden istgeris-
sen,traducidodelfrancésporWalterSeitteryUlrich Raulff,Berlín 1977,pág. 33[Mi
chel FoucaultyGilíes Deleuze, TheatrumphilosophicumseguidodeRepeticiónydiferencia,
Anagrama, Barcelona 1995. ]
1Cfr. Esferas I, pág. 561.
VJJohann Wolfgang Goethe, Zur Morphologie. Die Schriften zur Naturwissenschaft,
sección I, vol. 9, Weimar 1954, pág. 233.
*En el capítulo final de este volumen: «La última esfera. Para una historiafilosó
fica de la globalización terrestre», págs. 695-ss. , se encuentra una deducción de la expre
sión «emplazamiento» de las nuevas relaciones de pensamiento y circulación tras las
circunvalaciones habidas en la tierra.
MCfr. Boris Groys, «Lenin und Lincoln. Zwei Gestalten des modemen Todes»,
en B. G. , Die Erfindung Russlands, Munich-Viena 1995, págs. 180-s.
’’Cfr. infrael capítulo 8: «La última esfera. Paraunahistoriafilosóficadelaglobali
zación terrestre»>, apartado 26, «Segunda Ecúmene», págs. 855-ss.
Cfr. Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de mí que yo mismo. Elementos teológicos pa
ra una teoría del interior común», págs. 485-ss.
’7Cfr. Alexander Gosztonyi, DerRaum. GeschichteseinerProblemeinPhilosophieund
Wissenschajlen,2 vols. , Friburgo-Munich 1976, vol. II, pág. 1255.
* Hermann Schmitz, en el § 149de su SystemderPhilosophie,vol. III, 2. aparte, Der
Gefühlsraum, 2. aed. , Bonn 1981, págs. 98-s. , lleva a cabo una impresionante interpre
tación de los «sentimientos como atmósferas». Entre otras sugerencias, Gemot Bóh-
me, en su libro Atmosphare. Essays zur neuen Ásthetik, Frankfurt 1995, desarrolla una
concepción de la actividad estética como producción de atmósferas. Variantes de ello
ofrece el mismo autor en Anmutungen. ÚberdasAtmosphárísche, Stuttgart-Ostfildem
1998. Cfr. también, al margen, Michael Hauskeller, Atmosphdren erleben. Philosophische
Untersuchungen zur Sinneswahmehmung, Berlín 1995; Reinhard Knodt, «Atmósferas.
Sobre un objeto olvidado del buen gusto», en R. K. , AsthetischeKorrespondenzen. Den-
ken im technischen Raum, Stuttgart 1994.
Como linkinquebrantable entre las teorías heideggeriana y schmitzeríana del es
pacio y de la atmósfera sigue valiendo Otto Friedrich Bollnow, Mensch und Raum,
Stuttgart 1963, 7. aed. , 1994, sobre todo los capítulos «Der gestimmte Raum», «Der
prásentische Raum», «Der Raum des menschlichen Zusammenlebens», págs. 229-270.
Hermann Timm, en su libro Das Weltquadrat. Eine reUgióse Kosmologie, Gütersloh
1985, presentó un intento paradigmático de atmosferología teológica.
MY el trabajo de Hermann Schmitz como el intento, parcialmente conseguido,
de superar el proyecto de Heidegger (y Bollnow).
886
60 Cfr. Elisabeth von Samsonow, (Práliminarien zu einer) Phanomenologie des halluzi-
nierenden Geistes. Proyecto de investigación de la Academia de las Artes Plásticas, Vie-
na, semestre de invierno 1998-1999-ss.
61Cfr. Alfred Seidel, Bewusstsein ais Verhángnis, postumo, editado por Hans Prinz-
hom, Bonn 1927.
62Esferas I, pág. 58.
65Para imperios establecidos o universos políticos esto implica, además, la am
pliación de la tesis a la proposición: toda historia es la historia de autoexaltaciones,
programas de selección y sistemas de mega! o«manía».
64 En Esferas 1, capítulo 7: «El estadio-sirenas. De la primera alianza sonosférica», se
puso de relieve cómo, ya en la conmoción que supone la escucha de saludos, el yo
viene primero a sí mismo en forma de alegría anticipada o expectativa de sí mismo.
65Sobre perturbaciones en el proceso de esta predespedida, cfr. EsferasI, excur
so 6: «Dueloesférico. Sobre la pérdida del nobjeto y la dificultad de decir lo que falta»,
págs. 415-ss.
66Cfr. Ram Adhar Malí, Heinz Húlsmann, Die drei Geburtsorte der Philosophie. Chi
na. Iridien. Europa, Bonn 1989.
87 El argumento de que la imagen de mundo se desarrolla a la vez que la imagen
del contorno del mundo se seguirá desarrollando después en el capítulo 2: «Recuer
dos-receptáculo.
Sobreelfundamento de la solidaridad en laforma inclusiva»,
págs. 173-ss.
68Cfr. Marc Augé, OrleundNicht-Orte. VorüberlegungenzueinerEthnologiederEin-
samkeit, Frankfurt 1994, págs. 53-ss. [Los «no lugares». Espacios del anonimato. Una antro
pologíadelasobremodemidad,Gedisa, Barcelona 1993,págs. 49-ss. ].
89Para la disolución del territorialismo y la distensión del lazo entre lugar y sí-mis
mo, cfr. infrael capítulo 8: «La última esfera. Paraunahistoriafilosóficadelaglobaliza-
ción terrestre»ypágs. 820-ss.
70DasGilgamesch-Epos,nueva traducción y notas de Albert Schott, revisado y com
pletado por Wolfram von Soden, Stuttgart 1958, págs. 83-84 [Gilgamés, Florence Mal-
bran-Labat (ed. ), Verbo Divino, Madrid 1983].
71 Cfr. Augustinus, Bekenntnissey latín-alemán, J. Bemhart (ed. ), Frankfurt 1987,
págs. 151-155. [Citamos la traducción castellana de Angel Custodio Vega, BAC, Ma
drid 1979, págs. 166 y 168-169, que cambiamos en algún punto que parece querer po
ner de relieve P. SI. , quien modifica, a su vez, en ciertos momentos la traducción ale
mana que cita. N. del 7 ]
72ConfesionesTVy9, 14.
73«De semejante modo se forma también nuestro discurso por medio de los sig
nos sonoros (persigna sonantia). Porque nunca sería íntegro nuestro discurso si en él
una palabra no se retirase, una vez pronunciadas sus sílabas, para dar lugar a otra»
(ConfesionesIV, 10, 15).
74 Confesiones IX, 12, 32.
75SymbolumNicaeum: parajuzgar a los vivos y a los muertos.
76Cfr. René Girard, Quandceschosescommenceront. EntretiensavecMichelTreguer,Pa
887
rís 1996, pág.
57: «Por acudir a una definición de Pierre Dupuy: “Los sistemas sacrifi
ciales contienen la violencia en el doble sentido de la palabra”: porque les es ínsita a
ellos mismos y porque impiden que la violencia lo inunde todo».
7Cfr. René Girard, La route antique des hommes pervers, París 1985 [La ruta antigua
de los hombres perversos, Anagrama, Barcelona 1989].
78 Para los siguientes pasajes, cfr. Elisabeth Laffont, Les livres de sagesses des pha-
raons, París 1979, págs. 111-s.
79Cfr. Dominic O’Meara, «Der Mensch ais politisches Lebewesen. Zum Verhált-
nis zwischen Platón und Aristóteles», en Der Mensch -ein politisches Tiert Essays zurpoti-
tischen Anthropologie, Otfried Hóffe (ed. ), Stuttgart 1992, págs. 14-s.
80 Para el concepto de «relación fuerte», cfr. Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de
mí que yo mismo. Elementos teológicos para una teoría del interior común», págs. 485-s.
81Lo cual se articula mediante el concepto de perichoresis, explicado en Esferas I,
capítulo 8, págs. 540-ss.
82Por sugerencias de Heiner Mühlmann, en el tercer volumen se interpretará la
morfogénesis de conjuntos sociales fundándose en el modelo de «tensogridad» de
Buckminster Fuller.
MCfr. Eric Voegelin, Order and History, vol. 4: The Ecumenic Age, Baton Rouge y
Londres 1974, págs. 272-ss.
MCfr. André Leroi-Gourhan, Hand und Wort. Die Evolution von Technik, Sprache
und Kunst, Frankfurt 1988, pág. 396.
85 Cfr. Klaus E. Müller, Das magische Universum der Identitát. Elementarformen sozia-
len Verhaltens. Ein ethnologischer Grundriss, Frankfurt-Nueva York 1987.
86Cfr. Hugh Miller, Progress and Decline. The Group in Evolution, 1964.
87 Dieter Claessens, Das Konkrete und das Abstrakte. Soziologische Skizzen zur Anthro
pologie, Frankfurt 1980, pág. 61.
88Thomas Macho, «Dentro y fuera. Reflexiones sobre la ordenación de los espa
cios», en Bemhard Perchinnig y Winfried Steiner (eds. ), Kaos Stadt. Móglichkeiten und
Wirklichkeiten stádtischer Kultur, Viena 1991, págs. 107-123.
89Louis Dumont, Homo hierarchicus. I^esystéme des costes et ses implications, París 1986,
pág. 397.
*' Se ve en este contexto cómo el lema de los mosqueteros, «uno para todos y to
dos para uno», insinúa un socialismo temprano, vago y romántico-militar. Hólderlin,
en el santo y seña de Hiperión: «Todos para uno y uno para todos», había anticipa
do esta figura mental como una profecía esferológica del «Estado libre», es decir de
la República burguesa.
91 Alfred Tomatis, Klangwelt Mutterleib. Die Anfánge der Kommunikation zwischen
Mutter und Kind, Munich 1994, pág. 126.
92Cfr. Erika Simón, «Der Schild des Achilleus», en Beschreibungskunst-Kunstbesch-
reibung, Ciottfried Boehm y Helmut Pfotenhauer (eds. ), Munich 1995, págs. 123-ss.
* Georg Simmel, «El marco. Un ensayo esférico», 1902, en G. S. , Vom Wesen derMo-
deme. Essays zur Philosophie uns Ásthetik, Wemerjung (ed. ), Hamburgo 1990, pág. 254.
888
94En el capítulo siguiente se explicará, en el caso de las potencialidades metafó
ricas de la arquitectura palaciega persa, cómo el esquema de la producción de espa
cio se ha abierto paso en la línea occidental por medio de transferencias de palacios;
cfr. infra las págs. 245-ss.
95 «Os mostraré que el mar birkánico (caspio) y el índico y el golfo Pérsico están
conectados; pues el Océano rodea toda la tierra. De modo que nosotros navegare
mos con nuestra flota desde el mar pérsico, a través de Libia (Africa), hasta las co
lumnas de Hércules, daremos la vuelta a Libia y después a toda Asia, de modo que
las fronteras de nuestro dominio coinciden con las que Dios trazó a la tierra», Flavio
Arriano, Anábasis V , 26.
96Cfr. infra el capítulo 8: «La última esfera. Para una historiafilosófica de la globali-
zación terrestre», págs. 756-ss.
97Esta doble centralidad ideal prototípica se presenta en las ciudades de Meso-
potamia como triple centralidad (de templo, palacio, silo).
,JKCfr. para ello el sobresaliente análisis de Norbert Bolz, Auszug aus der entzau-
berten Welt. Philosophischer Extremismus zwischen den Weltkriegm, Munich 1989.
99Cfr. infra el capítulo 4: «El argumento ontológico de la esfera», págs. 309-ss. ,
así como el excurso 4: «Panteón. Sobre la teoría de la cúpula», págs. 375-ss.
IH0 Vitruvii Pollionis de architectura libri decem. . . ; Vitruv, Zehn Bücher über Architektur,
traducción y notas del doctor Curt Fensterbusch, Darmstadt 1991, págs. 79-85 [Los diez
libros de arquitectura, Alianza, Madrid 2002].
"MLa derivación de toda sociedad de la reunión en torno al fuego ya fue comba
tida en la teoría clásica de la arquitectura, y con razón, puesto que adopta indebida
mente el punto de vista de los mundos de vida norteños. León Battista Alberti (muer
to en 1472), en la introducción de sus Diez libros sobre arquitectura (Zehn Bücher über die
Baukunst, Darmstadt 1975, pág. 10), puso en el comienzo la casa como tal: «Hubo
quienes dijeron que el agua o el fuego eran los comienzos sobre cuyo fundamento
se formó la sociedad humana. Pero si considero la utilidad y necesidad de techo y pa
red me convenceré de modo natural de que ellos han contribuido en mucho más al
to grado a reunir y mantener unidos a los seres humanos».
102Cfr; Esferas l, capítulo 6, «Compartidores del espacio anímico. Angeles, gemelos,
dobles», págs. 382-s.
,nsDerUntergangdesAbendlandes. UmrissezueinerMorfjhologiederWeltgeschichte,Mu
nich 1923, 1979, pág. 1035.
"MLa lógica del dominio a través de la irradiación se explicará después en el apar
tado sobre emanacionismo político; cfr. infra el capítulo 7: «Cómo a través del medio
puro el centro de las esferas actúa en la lejanía. Para una metafísica de la telecomunica
ción», págs. 616-ss. , 628-ss.
m No es casual que Hegel, que con sus instrumentos conceptuales ronda estre
chamente estas relaciones, en el parágrafo 257 de sus Principios defilosofía del derecho,
con el que comienza la teoría del Estado, hablara de la diferencia entre los dioses pri
vados y lo divino público: «Los penates son los dioses interiores, inferiores, el espíritu del
889
pueblo (Atenea), lo divino que se sabey se quierea sí mismo». G. W. F. Hegel, Werke,
vol. 7, Frankfurt 1970, pág. 398. Con ello se insinúa una clarajerarquización de los sis
temas de inmunidad pararreligiosos.
Cfr. Catherine Clément, La putain du diable, París 1996, págs. 64-s.
107Cfr. supra la Introducción: «Geometría en lo inmenso. El proyecto de la glo-
balización metafísica», apartado iv: «El evangelio morfológico y su destino», págs.
105-ss.
""Cfr. también W. Altmann, DieitalienischenRundbauten, 1906,citado por Oswald
Spengler (ver nota 103), pág. 699.
m Giacomo Leopardi, Gedichte und Prosa, obras escogidas y traducidas por Lud-
w i g W o l d e , F r a n k f u r t 1979, p á g . 143 [Poesía y prosa, A l f a g u a r a , M a d r i d 1990].
110Citado por Paul Hübner, VomerstenMenschenwirderzáhltinMythen, Wissenschafi
und Kunsl, Düsseldorf-Viena 1969, pág. 187.
Sobre el concepto de contrato natural, cfr. Michel Serres, Lecontratnaturel,Pa
rís 1990. Que Gunnar Heinsohn (en DieErschaffungderGotter. DasOpferaisUrsprung
der Religión, Reinbeck bei Hamburg 1997, pág. 157) crea poder caracterizar la con-
tractualización de la naturaleza posdiluviana por medio de la alianza como signo de
un «optimismo cósmico» es algo que pertenece a las florescencias más curiosas que
es capaz de ofrecer un filosemitismo sin recursos.
1,2Cfr. Rüdiger Safranski, DasBóseoderDasDramadermenschlichenFreiheit,Munich
1997, págs. 32-33 [El mal o El drama de la libertad, trad. de Raúl Gabás, Tusquets, Bar
celona 2000].
"* Cfr. para este tema Oswald Loretz, Des Gottes Einzigkeit. Ein altorientalisches
Argumentationsmodellzum «SchmaJisrael», Darmstadt 1997.
IMCfr. Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia, § 124, «En el horizonte de lo infinito»:
«¡Hemos abandonado tierra firme y embarcado! Hemos roto el puente -más aún: la
tierra firme- tras nosotros».
Cuando, al contrario, la ciudad entera sale al agua, surge la figura técnica ima
ginaria «gigante oceánico», representada clásicamente porJulio Veme en su novela
La ciudadflotante, siguiendo el modelo del primer gran barco de vapor, Great Eastem,
que en 1858 cruzó el Atlántico desde Bristol a Nueva York; cfr. infra la pág. 734.
Oswald Spengler (ver nota 103), pág. 661.
117Las intuiciones de Spengler fueron preparadas por la tipología de la expe
riencia del espacio de Leo Frobenius, que había distinguido entre culturas del
sentimiento de la amplitud y culturas del sentimiento de la caverna del mundo. Cfr.
Paideuma. Umrisse einer Kultur- und Seenlehre, Munich 1921; así como Hansjürgen
Heinrichs, DiefremdeWelt,dasbinich. LeoFrobenius:Ethnologe,Forschungsreisender,Aben-
teurer,Wuppertal 1998. La recepción yaguzamiento más interesante de las intuicio
nes filosófico-espaciales de Spengler se encuentra en la obra temprana de Max Ben-
se: Raum und Ich. Eine Philosophie über den Raum, Berlín
1934.
"HCfr. Mircea Eliade yloan P. Culianu, HandbuchderReligionen,Zurich y Munich
1991, pág. 145.
890
19Ello se refiere sobre todo a los diagnósticos de la fenomenología de microsfe-
ras que fue desarrollada en el primer volumen; también en las ciudades e imperios
alguien ha de cumplir la función del gemelo íntimo, el que complementa al indivi
duo «aislado», y esto sucede en ellos generalmente de modo que el grupo en su to
talidad se aúna en tomo a un mismo complementador. Más al respecto, infra, con
motivo de una observación de León Battista Alberti sobre genios de ciudad; ver tam
bién las explicaciones sobre la relación de la geometría y el modelo de almas geme
las en la teología cristiana en el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que es
talla» (págs. 458-ss. sobre todo), que continúa estas consideraciones.
El primer argumento se desarrolla a continuación en págs. 243-ss. ; el segundo, en
págs. 259-ss. ; el tercero, en págs. 278-ss.
120Cuarenta y cinco días de visye: en el poema de Gilgamés ésa es la clave de la
distancia desde Uruk hasta el borde del mundo.
121 C i t a d o p o r J a n A s s m a n n , D a s k u l t u r e l l e G e d á c h t n i s , M u n i c h 1 9 9 8 , p á g s . 1 9 8 - s s . ; e n
el contexto se explica cómo eljudaismo posterior al éxodo aprovecha el motivo egip
cio del «muro de bronce» para losjuegos de lenguaje de su secesión de los pueblos
impuros, no judíos.
122Con el ingenioso concepto de «arquitectura instintiva», desarrollado por Hei-
ner Mühlmann (cfr. DieNaturderKulturen. EntwuifeinerkulturgenetischenTheorie,Vie-
na-NuevaYork 1996,págs. 55-ss. ),se puede interpretar ese complejo fortificado como
síntesis de modo de construcción de alto estrés y de arte posestresórico de relajación.
123André Neher ha especificado esa tesis haciendo esta observación: si Fausto es
el mito del ser humano moderno, el golem encarna el del posmodemo. Citado en el
prólogo de Henri Atlan a Moshe Idel, Le golem, París 1992, pág. 8. Para la cuestión de
la técnica adámica, cfr. Esferasi, págs. 39-51.
171.
124Shalom ben-Horin, Paulus. Der Vólkerapostel injiidischer Sicht, Munich 1980, pág.
125Shalom ben-Horin escribe sin rodeos: «El monoteísmojudío, con su perspec
tiva universal, nace de la tragedia del exilio y queda preso del exilio», op. cit. «Exilio»
significa aquí: tener que lamentarse ante los ríos de Babilonia y tener que mirar ha
cia arriba a las altas construcciones de señores extraños.
126Al contrario, también se desarrollan discursos antiteológicos con forma de ri
validad o porfía; así, por ejemplo, se malentendería la dinámica específica del po-
sestructuralismo francés,junto con sus derivaciones alemanas, si no se reconociera
en él la subasta pública de las negaciones del sujeto: la pugna por el discurso más li
berado de restos teológicos.
127Para la interpretación de la representación como actividad original, cfr. infra
el capítulo 7: «Cómo a través del medio puro el centro de las esferas actúa en la le
janía», págs. 592-ss.
128Cfr. infra el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», págs. 403-
ss. , así como Esferas I, capítulo 8: «Más cerca de mí que yo mismo. Elementos teológicos
para una teoría del interior común», págs. 511-522.
891
,5NCfr. Ernst Heinrich y Ursula Seidl, «Mesura y exceso en las dimensiones de los
edificios de la antigua Mesopotamia»; conferencia pronunciada en la reunión anual
de la DOG, el 9 de junio de 1967; en Mitteilungen der Deutschen Orientgesellschaft 99,
págs. 5-8; agradezco a Gwendolyn Leick (Londres) y Elisabeth von Samsonow (Vie-
na) las referencias a este texto.
130Cfr. el libro del autor, Im selben Boot. Versuch über die Hyperpolitik, Frankfurt 1995,
págs.
