252 («a
colorless
all-color of atheism from which we shrink»).
Sloterdijk - Esferas - v2
Ese mismo artículo ilustra el problema de la técnica de
transmisión en esas telecomunicaciones tempranas: según manifestaciones de Anna
Mergeler, en la bola de Antón Fugger habrían estado encerradas almas de malhe
chores condenados a errar por los aires: ¿podría haber informadores más rápidos
(aunque también menos fiables)? ; cfr. Roper, págs. 134-s.
394Para el estado actual del presupuesto consultivo de Hóhler, cfr. su libro Herzsch-
lagderSieger. DieEQRevolution, Düsseldorf-Munich 1997. Obsérvese el doble sentido
fascinante de Herzschlag[latido del corazón e infarto]. Sobre el Herzschlagde los per
dedores reflexiona, más bien en el tono de una contraconsulta depresiva, Richard
Sennett en su libro DerflexibleAtenseh. DieKulturdes neuenKapitalismus, Berlín 1998.
395Cfr. Félix
Alfred
Plattner, Jesuiten zur See. Der Wegnach Asien. Ein Beitragzur Ges-
chichte der Entdeckung, Zurich 1946.
396Un documento actual, y chocante para los tradicionalistas, de esa entrega de
las universidades en manos del sistema capitalista de la cognición es el discurso que
el presidente alemán, Román Herzog, pronunció en Berlín en 1998sobre la necesi
dad de reforma de las universidades alemanas.
397Hermán Melville, MobyDickoderDerWal,Munich 1964,pág. 25.
913
198La conocida caracterización de Bloch de las utopías geográficas de la edad mo
derna como formas expresivas de una «búsqueda horizontal de tesoros*» (Das Prinzip
Hoffnung, Frankfurt 1959, vol. u, págs. 883-s. [Elprincipio esperanza, 2 vols. , Aguilar, Ma
drid 1979]) no oculta una cierta parcialidad en favor del modelo citado. Efectiva
mente, el socialismo-de-buscadores-de-tesoros supuso que la naturaleza siempre es
gratis. En ese sentido se manifiesta en Bloch un rasgo sólidamente saint-simonista,
que se traduce en la convicción de que la «explotación del ser humano por el ser hu
mano» ha de ser sustituida por la explotación del globo por el ser humano.
** Cfr. Pigafetta, Die ersle Reise (ver nota 375), págs. 84-86.
4“uCfr. Klaus Heinrich, fhss der Medusa. 3 Studien zur Faszinationsgeschichte mit meh-
reren Beilagen und einem Anhang, Basilea-Frankfurt 1995, págs. 9-45.
401 Para el motivo stop history/, cfr. Eric Voegelin, Order and History, vol. 4, The Ecu-
menic Age, Baton Rouge-Londres 1974, págs. 329-333.
Cuyo culto fue establecido en Roma tras el regreso de Augusto de su expedi
ción a Oriente el año 19 a. C.
404También Marx consideró el «retomo del punto de partida a sí mismo» como
característica del movimiento incipiente de capital. «Considerada a primera vista, la
circulación aparece como un perversoprocesoinfinito. La mercancía se cambia por di
nero; el dinero se cambia por mercancía y esto se repite hasta el infinito», Grundris-
se der Kritik der politischen Ókonomie, borrador 1857-1858, Frankfurt-Viena, sin fecha,
pág. 111. Pero lo que le importa a Marx es mostrar dos cosas: primera, que en la me
tamorfosis dinero-mercancía-dinero puede aparecer el fenómeno, en principio miste
rioso, de la plusvalía, que da alas al proceso del capital; segunda, que en la competen
cia de los capitales tienen que aparecer crisis en su explotación y, en consecuencia,
crisis sociales, que se crucen en el camino del permanente retomo feliz del dinero,
como capital, a sí mismo.
4,4ElmercaderdeVenecia,acto primero, primera escena: «Mis empresas no están
confiadas a una sola bodega, ni a un lugar; ni mi fortuna entera depende de la suer
te de este año; por eso no es mi mercancía lo que me pone triste».
405Cfr. Peter L. B em stein, Against the Gods. TheRemarkableStory ofRisk, Nueva York
1996; Frangois Ewald, Der Vorsorgestaat, Frankfurt 1993, sección II, «Del riesgo», págs. 171-275.
** Desde el punto de vista sociológico, la filosofía británica del commonsensere
fleja la circunstancia de que en Inglaterra se cerró antes, y en formas más sólidas, que
en los Estados territoriales continentales el compromiso histórico entre comercio
(burgués) y propiedad (aristocrática). Esto favoreció un clima en el que pudieron
florecer filosofías de la sociedad no-trágicas y convivíales, mientras que en el conti
nente, sobre todo en los principados alemanes, prevalecieron filosofías del Estado
trágicas y autoritarias.
44,7Una readaptación de Daniel 12, 4. Hay, por cierto, gran cantidad de historias soñolientas de la filosofía en las que los barcos de la portada de Bacon se represen tan saliendo del puerto.
914
408Historia ventorum, 1622; como apertura de su Historia naturalis et experimentalis
adcondendamphilosophiam,que apareciócomotercerapartedesu Instauratio.
409Edmund Husserl, Erfahrungund Urteil. UntersuchungenzurGenealogiederLogik,
Hamburgo 1972, pág. 24.
4. 0 «Diario de mi viaje en el año 1769», en Schriften. Eine Auswahl aus dem Gesamt-
werk, Munich 1960, págs. 27-28.
4. 1 «Sobre el fundamento de la distinción de todos los objetos en general en fe
nómenos y noúmenos», inicio.
4. 2Italienische Reise, Frankfurt 1976, pág. 302.
4,5El parágrafo es famoso no en último término porque Cari Schmitt se remite a él
para fundamentar sus doctrinas geopolíticas: así como, según la interpretación de Sch
mitt, el marxismo sólo habría sido un desarrollo histórico-universal de los parágrafos
precedentes, 243-246,de la Filosofíadelderechohegeliana, así el schmittismo tendría que
llevar a cabo el correspondiente desarrollo del parágrafo 247. La razón de que esto se
quedara en una pretensión vacía estuvo tanto en la insuficiencia de las contribuciones
de Hegel a la oceanología política como en la circunstancia de que al teorema funda
mental geopolitológico de Schmitt, el dogma del papel -constitutivo de poder- del do
minio sobre tierra, mar, aire y fuego, por su limitación en la teoría de los elementos, le
faltó la dimensión decisiva de una teoría moderna del poder, la teórico-mediátíca.
4. 4 «El romano vence estando sentado. » Principio fundamental de la era agro-
metafísicoimpenal: de una época en la que ordenanzas, administración, explotación
de recursos tenían preeminencia sobre flujos, circulaciones, inversiones. Hay que
admitir que los Estados territoriales del siglo xvn y xvih, cuando pretendieron mo
dernizarse, tuvieron que habérselas sobre todo con problemas internos; la creación
de «infraestructuras» y mercados interiores de comunicación de mercancías y noti
cias (canales, carreteras, puentes, catastros, editoriales, correo, telecomunicación, es
tándares para masas y pesos, ortografía, gramática, escuelas, bancos,juzgados, siste
ma monetario, impuestos, estadística) absorbía una gran parte de las energías
estatales e hizo que quedara en segunda fila la cuestión de las conexiones exteriores
con el mundo. Esto se refleja en prácticamente todos los discursos filosóficos, que
quedaron presos en un horizonte terrestre, «fisiocrático», orientado a bienes in
muebles y, en último término, agrosófico.
4. 5«Ser libre significa calcular cualquier movimiento del competidor a la vez que
uno mismo resulta completamente inaccesible a una calculabilidad así», Terry Ea-
gleton, Ásthetik. Die Geschichte ihrer Ideologie, Stuttgart-Weimar 1994, pág. 77.
416Cfr. Comel West, TheAmerican Evasión ofPhilosophy. A Genealogy ofPragmatismo
Wisconsin 1989.
4,7 Cfr. Bruno, Zwiegespráche vom unendlichen AU und den Weltenf Darmstadt 1983,
págs. 23y 22. Bruno celebra como una liberación de límites euforizante su travesía
mental del universo y su paso a través de la «bóveda superior del firmamento» al es
pacio infinito, y expone la analogía entre pensamiento y navegación. Cfr. DasAscher-
mittwochsmahly Frankfurt 1981, págs. 89-90.
915
418Das Aschermittwochsmahl, diálogo 1.
41yRalph Waldo Emerson, Circles, en ThePortableEmerson, nueva edición, Cari Bo
de y Malcolm Cowley (eds. ), Nueva York 1981, págs. 228 y 230.
420Cfr. Francis Fukuyama, «The End of History? », en The National Interest, verano
de 1989, pág. 7.
421Cfr. Gerhard Gamm, DieFluchtausderKategqrie. DiePositivierungdesUnbestimm-
tenimAnsgangderModeme,Frankfurt 1994.
422Cfr. Michael Walzer, Exodos und Revolution, Berlín 1988.
424 Ver nota 366, págs. 87-88, 91, 90. [Cfr. trad. cast. de Elena Cortés y Arturo Lei-
te, Caminos de bosque, Alianza, Madrid 1995, págs. 88-89, 91 y 90. ]
424Cfr. Henry Hobhouse, FünfPflamen verándem die Welt. Chinarinde, Zucker, Tee,
BaumwoUe, Kartoffel, Stuttgart 1987; Sidney W. Mintz, Die süsse Machí. Eine Kuliur-
geschichte des Zuckers, Frankfurt-Nueva York 1992; Alfred W. Crosby, DieFrüchte des weis-
sen Mannes. Ókologischer Imperialismos 900-1900, Frankfurt-Nueva York 1991.
425 Hans Freyer, Wellgeschichte Europas, Stuttgart, 3. * ed. , 1969, pág. 480; ese «justa
mente poder descargar» su ímpetu, o justamente poder lanzarse al ataque, de la vo
luntad es, sin embargo, y Freyer lo sabe implícitamente, la característica por anto
nomasia del obrar histórico, y está claro que había de ser prohibido desde la
perspectiva poshistórica (por primitivo, aventurero, insuficiente, no asegurable). El
«falso planteamiento» se produce, pues, porque se retroproyectan categorías de la
poshistoria (tiempo de seguros) a la historia (pre-seguros).
426Der Nomos derErde im Vólkerrecht des los Publicum Europaeum, 1950, 3. * ed. , Berlín
1988, págs. 96-109.
427Sobre el formalismo jurídico y la cuestionabilidad teórico-discursiva de los ac
tos de habla conquistadores de Colón, cfr. el análisis de Stephen Greenblatt, Wun-
derbare Besitztümer. DieErfindung des Fremden - Reisende und Entdecker, Berlín 1998, págs.
87-132. El periodista y explorador de Africa Henry Morton Stanley cerró para Leo
poldo 11 de Bélgica en pocos años al menos 400 «contratos» con jefes africanos, que
fueron interpretados primordialmente como alianzas amistosas por los partners afri
canos y por actos de sometimiento y concesiones de explotación por el lado europeo.
Un coleccionista de «contratos» similar fue Cari Peters, que con 120 «contratos» pu
so los fundamentos del Africa oriental alemana.
428 Moby Dick (ver nota 377), pág. 485.
42y «Fuiste el primero en circundarme»; es curioso que el verbo decisivo de la
globalización, circumdare, más bien signifique, en principio, rodeary darla vuelta^ es
to recuerda que, entonces, la tierra aún se representaba como algo que está «ro
deado», naturalmente por cubiertas celestes, a las que, por supuesto, no se podía ni
pensar en dar la vuelta. Después del hecho consumado, el que da la vuelta a la tie
rra aparece como el que la rodea: si se piensa hasta el final esta tendencia, el dar la
vuelta se manifiesta como el nuevo rodear; es decir, el tráfico de vuelta a la tierra
sustituirá la envoltura de cubiertas y el sujeto móvil se convertirá en lo «envolvente»
auténtico.
916
430Falta una presentación sinóptica de las ideas nacionales de elección o predes
tinación en la edad moderna europea.
431Cari Schmitt, DerNomosderErde(vernota426),págs. 103y102.
432Ibid. , pág. 103.
433Cfr. JohnGoss, Kartenkunst. DieGeschichtederKartographie,Braunschweig1994,
pág. 73.
434Ibid. , págs. 123, 124y 133. El mapa de Waldseemüller está a medio camino en
tre los nuevos mapas-corazón y los mapas-capa anteriores (en los que los contornos
de territorios y mares se proyectan a una capa litúrgica, sobre todo a la capa del em
perador) .
435Cfr. Muris-Saarmann (vernota357),págs. 76y83-84.
436 Cfr. Tiefenphilosophie. Texte zur Entdeckung des Unbeunissten vor Freud, editados
por Ludger Lütkehaus con un ensayo suyo, Hamburgo 1995 (nueva edición de 1989
de esta miscelánea, bajo el título Dieses wahre innere Afrika). Sobre la relación de Freud
con el dark continent, págs. 2-7. La formulación «auténtica Africa interior» se retrotrae
a la novela postuma de Jean Paul Selina, 1827.
437 Sigmund Freud, El yo y el ello (1923), en Gesammelte Schriften, vol. lll, 6. a ed. ,
Frankfurt 1969, pág. 286. Que este territorio ya estuviera muy poblado importó al con
quistador Freud tan poco como a otros conquistadores de la época imperial; los mag
netizadores del siglo xix se convirtieron para él en los indios del inconsciente y los
hipnotizadores, en sus palestinos.
43KGesammelte Werke, vol. 14, pág. 241.
439Christoph Ransmayr, DieSchreckendesEisesundderFinstemis,novela, Frankfurt
1997.
440Que, mientras tanto, los conquistadores del medio ambiente han llevado a su
forma más general.
41 Sein und Zeit, pág. 105. Cfr. también Esferas 1, págs. 305-ss.
442 Maurice Merleau-Ponty, Phánomenologie der Wahmehmung, Berlín 1966, § 20,
págs. 169-ss.
443 Maurice Merleau-Ponty, Das Auge und der Geist. Philosophische Essays, Hambur
go 1984, pág. 13.
44Ibid. , pág. 19.
443Cfr. Gert Raeithel, «GoWest»:FinpsychohistorischerVersuchüberdieAmerikaner,
Frankfurt 1981.
446DerNomosderErde(ver nota 426),págs. 54-69;cf. tambiénJacques Derrida, Po-
litiquedel'amitié,París 1995[Políticasdelaamistad,Trotta, Madrid 1998];por lo demás
es Nietzsche quien ha desarrollado los primeros planteamientos de una teoría de la
descompensación moral en la exterioridad: «Más bien pregúntese uno quiénes pro
piamente “malvado”. . . Contestado con todo rigor: precisamenteel “bueno” de la otra
moral, precisamente el noble, el poderoso, el dominador, sólo que ha cambiado de
color, interpretado yvisto del revés por el ojo venenoso del resentimiento. . . , aquellos
mismos hombres que eran mantenidos tan rigurosamente a raya por la costumbre,
917
el respeto, los usos, el agradecimiento y todavía más por la recíproca vigilancia, por
la emulación ínter pares, aquellos mismos hombres que, por otro lado, en su com
portamiento recíproco mostraban tanta inventiva en punto a atenciones, dominio de
sí, delicadeza, fidelidad, orgullo y amistad, no son hacia fuera, es decir, allí donde co
mienza lo extranjero, la tierra extraña, mucho mejores que animales de rapiña deja
dos sueltos. Allí disfrutan la libertad de toda constricción social, en la selva se des
quitan de la tensión ocasionada por una prolongada reclusión y encierro en la paz de
lacomunidad. . . » (ZurGenealogiederMoral,tratadoprimero11,KSA5,pág274[Lagenea
logía de la moral, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Alianza, Madrid 1975, págs. 46-47]).
447 Hermán Melville, Moby Dick (ver nota 377), pág. 8.
4KIbid. , pág.
252 («a colorless all-color of atheism from which we shrink»).
4í*Ibid. , pág. 252.
4V*Cfr. Vilém Flusser, Vom Subjekt zum Projekt, en Schriften, vol. 3, Bensheim y Düs-
seldorf 1994.
4,1Moby Dick (ver nota 377), pág. 484 («But often possession is the whole of the
law»).
4MCfr. supra, capítulo 3: «Arcas, murallas de ciudad, fronteras del mundo, siste
mas de inmunidad. Para una ontología del espacio cercado*, págs. 219-230.
451También esto lo plasmó Melville en Moby Dick En la capilla de los balleneros,
en Bedford, antes de zarpar a Nantucket, el narrador se percata de una serie de lá
pidas de mármol, enmarcadas en negro, que recuerdan a marinos muertos fuera:
«¡Qué vacío mortal y qué perplejidad gratuita [miran] desde esas líneas, que corroen
toda creencia y parecen negar la resurrección de aquellos que se han ido a pique en
cualquier parte sin sepulcro! » (pág. 66).
4,4 Horst Gründer, Welteroberung und Christentum. Ein Handbuch zur Geschichte der
Neuzeit, Gütersloh 1992, pág. 87.
4MUn símbolo litúrgico de esta autoexaltación planetaria es la tiara, que si es ver
dad que ya en el siglo xiv había adoptado su forma como hipercorona de tres pisos,
en el siglo xvi, sin embargo, fue adaptada a la situación globalizada mediante el aña
dido de una esfera en la cúspide de la corona (ver supra las págs. 683-ss. ).
45fi Es verdad que los príncipes de Gales han visitado la India, pero, por lo que sa
bemos, siempre antes de su coronación como soberanos.
457Cfr. Georg Forster, Entdeckungsreise (ver nota 379), pág. 419.
4%*Sobre el mundo de las lenguas criollas, cfr. Jochen Stórig, AbenteuerSprache. Ein
Streijzug durch die Sprachen der Erde, Munich 1992, págs. 345-ss. ; para el número de len
guas, cfr. David Crystal, Die Cambridge Enzyklopádie der Sprache, Frankfurt-Nueva York
1995, pág. 248.
Cfr. Peter Sloterdijk, «Tiempo nuevo - tiempo de hechos - tiempo de arte»,
en Heinrich Klotz (ed. ), Die Zweite Modeme, Munich 1996, págs. 52-56. En este con
texto resulta interesante la propuesta de Martin Albrow de considerar el período en
tre 1492 y 1945 (con ocasión de la Conferencia sobre el Clima de Río de Janeiro) co
mo sinónimo de «Modernidad» o de la «Era de la globalización», y excluir de ella la
918
Global Age de la incipiente forma de mundo posnacional, para la cual la fase heroica
de la globalización sólo creó los presupuestos. Si se entiende la globalidad en ese sen
tido, como resultado y hecho consumado de la globalización, salta a la vista, de he
cho, en esa «Era global» en la que hemos entrado, su estructura «poshistórica»: es
decir, un traslado de peso de la historia a las noticias y de la orientación a pasados
regionales a una orientación a futuros suprarregionales. Y por ello, el lema coqueto
de Albrow, ¡Olvidad la Modernidad! , resulta inaceptable, pero comprensible. Cfr.
Martin Albrow, Abschied vom Nationalstaat. Staat und Geseüschaft im Globalen Zeitalter,
Frankfurt 1998.
460Gilíes Deleuze y Félix Guattari, Miüe Plateaux, París 1980, en alemán: Berlín
1992, pág. 11: «Hay una historia universal, pero es una historia de la contingencia. . . »
[Mil mesetas, Pre-Textos, Valencia, 1994].
461 Cfr. , del autor, Derstarke Grund, zusammen zu sein. Erinnerungen an dieErfindung
des Volkes, Frankfurt 1998. El ensayo más pretencioso y sugestivo de deducir una teo
ría general de la cultura del análisis de mecanismos estresantes ypostestresantes lo
ha presentado Heiner Mühlmann en DieNaturderKulturen. Entwurfeinerkulturgene-
tischen Theorie,Viena-Nueva York 1996.
462Cfr. Eric Voegelin, Orderand History,vol. 4, TheEcumenicAge, cap. 6, «The Chí
nese Ecumene», Baton Rouge yLondres 1974,págs. 272-299.
4651bid. , pág. 305.
464Cfr. Order and History, vol. 3, Plato and Aristotle, Baton Rouge y Londres 1957,
reedición 1990. Remitimos a la obra monumental de Voegelin porque, aunque ape
nas ha tenido repercusión, puede ser interpretada como autopenetración ejemplar
del catolicismo filosófico; por lo demás, en ella puede comprobarse con especial cla
ridad que defensas de la philosophiaperennisen el siglo xx se convierten regularmen
te en necrologías involuntarias de lo defendido.
465Cfr. Johann Figl, Die Mitte der Religionen. Idee und Praxis universalreligioser Bewe-
gungen, Darmstadt 1993.
466Por una visión armonizadora de los desarrollos del mercado libre de la reli
gión se declara el libro de Irvin Hexham y Karla Poewe New Religions as Global Cultu
res, Making the Human Sacred, Boulder 1997. Típico para tendencias ilusorias de ar
monía en el mercado de las morales políticas es el libro de Oskar Lafontaine y
Christa Müller y Keine Angst vor der Globalisierung. Wohlstand und Arbeit für alie, Bonn
1998. Martha C. Nussbaum presenta un ensayo interesante de fundar desde Aristóte
les una ética socialdemócrata: «El democratismo social aristotélico», en M. C. N. , Ge-
rechtigkeit oder Das guíe Leben, Frankfurt 1999, págs. 24-85.
467Cfr. Gilíes Deleuze yFélix Guattari, Qu'est-cequelaphilosophie? ,París 1991,pág.
96;trad. alemana: WasistPhilosophie? ,Frankfurt1996,pág. 116[¿Quéeslafilosofía? ,
Anagrama, Barcelona, 1993].
468Desde el punto de vista estructural-profundo ésta fue la tarea intelectual que se
había propuesto la philosophia perennis y ante cuya imposible realización fracasó. Cfr.
para esto el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», págs. 403-ss.
919
Marshall McLuhan y Bruce R. Powers, The Global Village. Der Weg der Medienge-
selbchaft in das 21. Jahrhundert, Paderborn 1995, pág. 127 [La aldea global: transforma
ciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el siglo X X / , 1986].
Gedisa, Barcelona,
470Cfr. Martin Albrow, Abschied vom Nationalstaat (ver nota 459), así com o Jürgen
H a b e r m a s ,
Die postnalionale Konstellation.
Politische Essays,
F r a n k f u r t 1998
[Ensayos polí
ticos, Península, Barcelona, 1988].
471Bajo este concepto resumimos las consideraciones con las que la teoría de las es
feras de intimidad (microsferología) es «superada» al nivel de una teoría de las gran
des estructuras de inmunidad (Estados, imperios, «mundos»). Cfr. Esferasi.
472Para esa expresión, cfr. Esferas I, págs. 64-s.
474Cfr. Aijun Appadurai, «Espacios étnicos globales. Consideraciones y pregun
tas para el desarrollo de una antropología transnacional», en Perspektiven der Weltge-
sellschaft, Ulrich Beck (ed. ), Frankfurt 1998, págs. 11-40.
474Roland Robertson, Globalization. Social Theory and Global Culture, Londres/New-
bury Park-Nueva Delhi 1992, pág. 182.
475 Cfr. supra el capítulo 2: «Recuerdos-receptáculo. Sobre elfundamento de la soli
daridad en laforma inclusiva», págs. 200-ss.
920
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Isidoro Reguera
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En el mismo barco (1994)
Normas para el parque humano (2000)
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Esferas / (2003)
El sol y la muerte (2004)
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Plattner, Jesuiten zur See. Der Wegnach Asien. Ein Beitragzur Ges-
chichte der Entdeckung, Zurich 1946.
396Un documento actual, y chocante para los tradicionalistas, de esa entrega de
las universidades en manos del sistema capitalista de la cognición es el discurso que
el presidente alemán, Román Herzog, pronunció en Berlín en 1998sobre la necesi
dad de reforma de las universidades alemanas.
397Hermán Melville, MobyDickoderDerWal,Munich 1964,pág. 25.
913
198La conocida caracterización de Bloch de las utopías geográficas de la edad mo
derna como formas expresivas de una «búsqueda horizontal de tesoros*» (Das Prinzip
Hoffnung, Frankfurt 1959, vol. u, págs. 883-s. [Elprincipio esperanza, 2 vols. , Aguilar, Ma
drid 1979]) no oculta una cierta parcialidad en favor del modelo citado. Efectiva
mente, el socialismo-de-buscadores-de-tesoros supuso que la naturaleza siempre es
gratis. En ese sentido se manifiesta en Bloch un rasgo sólidamente saint-simonista,
que se traduce en la convicción de que la «explotación del ser humano por el ser hu
mano» ha de ser sustituida por la explotación del globo por el ser humano.
** Cfr. Pigafetta, Die ersle Reise (ver nota 375), págs. 84-86.
4“uCfr. Klaus Heinrich, fhss der Medusa. 3 Studien zur Faszinationsgeschichte mit meh-
reren Beilagen und einem Anhang, Basilea-Frankfurt 1995, págs. 9-45.
401 Para el motivo stop history/, cfr. Eric Voegelin, Order and History, vol. 4, The Ecu-
menic Age, Baton Rouge-Londres 1974, págs. 329-333.
Cuyo culto fue establecido en Roma tras el regreso de Augusto de su expedi
ción a Oriente el año 19 a. C.
404También Marx consideró el «retomo del punto de partida a sí mismo» como
característica del movimiento incipiente de capital. «Considerada a primera vista, la
circulación aparece como un perversoprocesoinfinito. La mercancía se cambia por di
nero; el dinero se cambia por mercancía y esto se repite hasta el infinito», Grundris-
se der Kritik der politischen Ókonomie, borrador 1857-1858, Frankfurt-Viena, sin fecha,
pág. 111. Pero lo que le importa a Marx es mostrar dos cosas: primera, que en la me
tamorfosis dinero-mercancía-dinero puede aparecer el fenómeno, en principio miste
rioso, de la plusvalía, que da alas al proceso del capital; segunda, que en la competen
cia de los capitales tienen que aparecer crisis en su explotación y, en consecuencia,
crisis sociales, que se crucen en el camino del permanente retomo feliz del dinero,
como capital, a sí mismo.
4,4ElmercaderdeVenecia,acto primero, primera escena: «Mis empresas no están
confiadas a una sola bodega, ni a un lugar; ni mi fortuna entera depende de la suer
te de este año; por eso no es mi mercancía lo que me pone triste».
405Cfr. Peter L. B em stein, Against the Gods. TheRemarkableStory ofRisk, Nueva York
1996; Frangois Ewald, Der Vorsorgestaat, Frankfurt 1993, sección II, «Del riesgo», págs. 171-275.
** Desde el punto de vista sociológico, la filosofía británica del commonsensere
fleja la circunstancia de que en Inglaterra se cerró antes, y en formas más sólidas, que
en los Estados territoriales continentales el compromiso histórico entre comercio
(burgués) y propiedad (aristocrática). Esto favoreció un clima en el que pudieron
florecer filosofías de la sociedad no-trágicas y convivíales, mientras que en el conti
nente, sobre todo en los principados alemanes, prevalecieron filosofías del Estado
trágicas y autoritarias.
44,7Una readaptación de Daniel 12, 4. Hay, por cierto, gran cantidad de historias soñolientas de la filosofía en las que los barcos de la portada de Bacon se represen tan saliendo del puerto.
914
408Historia ventorum, 1622; como apertura de su Historia naturalis et experimentalis
adcondendamphilosophiam,que apareciócomotercerapartedesu Instauratio.
409Edmund Husserl, Erfahrungund Urteil. UntersuchungenzurGenealogiederLogik,
Hamburgo 1972, pág. 24.
4. 0 «Diario de mi viaje en el año 1769», en Schriften. Eine Auswahl aus dem Gesamt-
werk, Munich 1960, págs. 27-28.
4. 1 «Sobre el fundamento de la distinción de todos los objetos en general en fe
nómenos y noúmenos», inicio.
4. 2Italienische Reise, Frankfurt 1976, pág. 302.
4,5El parágrafo es famoso no en último término porque Cari Schmitt se remite a él
para fundamentar sus doctrinas geopolíticas: así como, según la interpretación de Sch
mitt, el marxismo sólo habría sido un desarrollo histórico-universal de los parágrafos
precedentes, 243-246,de la Filosofíadelderechohegeliana, así el schmittismo tendría que
llevar a cabo el correspondiente desarrollo del parágrafo 247. La razón de que esto se
quedara en una pretensión vacía estuvo tanto en la insuficiencia de las contribuciones
de Hegel a la oceanología política como en la circunstancia de que al teorema funda
mental geopolitológico de Schmitt, el dogma del papel -constitutivo de poder- del do
minio sobre tierra, mar, aire y fuego, por su limitación en la teoría de los elementos, le
faltó la dimensión decisiva de una teoría moderna del poder, la teórico-mediátíca.
4. 4 «El romano vence estando sentado. » Principio fundamental de la era agro-
metafísicoimpenal: de una época en la que ordenanzas, administración, explotación
de recursos tenían preeminencia sobre flujos, circulaciones, inversiones. Hay que
admitir que los Estados territoriales del siglo xvn y xvih, cuando pretendieron mo
dernizarse, tuvieron que habérselas sobre todo con problemas internos; la creación
de «infraestructuras» y mercados interiores de comunicación de mercancías y noti
cias (canales, carreteras, puentes, catastros, editoriales, correo, telecomunicación, es
tándares para masas y pesos, ortografía, gramática, escuelas, bancos,juzgados, siste
ma monetario, impuestos, estadística) absorbía una gran parte de las energías
estatales e hizo que quedara en segunda fila la cuestión de las conexiones exteriores
con el mundo. Esto se refleja en prácticamente todos los discursos filosóficos, que
quedaron presos en un horizonte terrestre, «fisiocrático», orientado a bienes in
muebles y, en último término, agrosófico.
4. 5«Ser libre significa calcular cualquier movimiento del competidor a la vez que
uno mismo resulta completamente inaccesible a una calculabilidad así», Terry Ea-
gleton, Ásthetik. Die Geschichte ihrer Ideologie, Stuttgart-Weimar 1994, pág. 77.
416Cfr. Comel West, TheAmerican Evasión ofPhilosophy. A Genealogy ofPragmatismo
Wisconsin 1989.
4,7 Cfr. Bruno, Zwiegespráche vom unendlichen AU und den Weltenf Darmstadt 1983,
págs. 23y 22. Bruno celebra como una liberación de límites euforizante su travesía
mental del universo y su paso a través de la «bóveda superior del firmamento» al es
pacio infinito, y expone la analogía entre pensamiento y navegación. Cfr. DasAscher-
mittwochsmahly Frankfurt 1981, págs. 89-90.
915
418Das Aschermittwochsmahl, diálogo 1.
41yRalph Waldo Emerson, Circles, en ThePortableEmerson, nueva edición, Cari Bo
de y Malcolm Cowley (eds. ), Nueva York 1981, págs. 228 y 230.
420Cfr. Francis Fukuyama, «The End of History? », en The National Interest, verano
de 1989, pág. 7.
421Cfr. Gerhard Gamm, DieFluchtausderKategqrie. DiePositivierungdesUnbestimm-
tenimAnsgangderModeme,Frankfurt 1994.
422Cfr. Michael Walzer, Exodos und Revolution, Berlín 1988.
424 Ver nota 366, págs. 87-88, 91, 90. [Cfr. trad. cast. de Elena Cortés y Arturo Lei-
te, Caminos de bosque, Alianza, Madrid 1995, págs. 88-89, 91 y 90. ]
424Cfr. Henry Hobhouse, FünfPflamen verándem die Welt. Chinarinde, Zucker, Tee,
BaumwoUe, Kartoffel, Stuttgart 1987; Sidney W. Mintz, Die süsse Machí. Eine Kuliur-
geschichte des Zuckers, Frankfurt-Nueva York 1992; Alfred W. Crosby, DieFrüchte des weis-
sen Mannes. Ókologischer Imperialismos 900-1900, Frankfurt-Nueva York 1991.
425 Hans Freyer, Wellgeschichte Europas, Stuttgart, 3. * ed. , 1969, pág. 480; ese «justa
mente poder descargar» su ímpetu, o justamente poder lanzarse al ataque, de la vo
luntad es, sin embargo, y Freyer lo sabe implícitamente, la característica por anto
nomasia del obrar histórico, y está claro que había de ser prohibido desde la
perspectiva poshistórica (por primitivo, aventurero, insuficiente, no asegurable). El
«falso planteamiento» se produce, pues, porque se retroproyectan categorías de la
poshistoria (tiempo de seguros) a la historia (pre-seguros).
426Der Nomos derErde im Vólkerrecht des los Publicum Europaeum, 1950, 3. * ed. , Berlín
1988, págs. 96-109.
427Sobre el formalismo jurídico y la cuestionabilidad teórico-discursiva de los ac
tos de habla conquistadores de Colón, cfr. el análisis de Stephen Greenblatt, Wun-
derbare Besitztümer. DieErfindung des Fremden - Reisende und Entdecker, Berlín 1998, págs.
87-132. El periodista y explorador de Africa Henry Morton Stanley cerró para Leo
poldo 11 de Bélgica en pocos años al menos 400 «contratos» con jefes africanos, que
fueron interpretados primordialmente como alianzas amistosas por los partners afri
canos y por actos de sometimiento y concesiones de explotación por el lado europeo.
Un coleccionista de «contratos» similar fue Cari Peters, que con 120 «contratos» pu
so los fundamentos del Africa oriental alemana.
428 Moby Dick (ver nota 377), pág. 485.
42y «Fuiste el primero en circundarme»; es curioso que el verbo decisivo de la
globalización, circumdare, más bien signifique, en principio, rodeary darla vuelta^ es
to recuerda que, entonces, la tierra aún se representaba como algo que está «ro
deado», naturalmente por cubiertas celestes, a las que, por supuesto, no se podía ni
pensar en dar la vuelta. Después del hecho consumado, el que da la vuelta a la tie
rra aparece como el que la rodea: si se piensa hasta el final esta tendencia, el dar la
vuelta se manifiesta como el nuevo rodear; es decir, el tráfico de vuelta a la tierra
sustituirá la envoltura de cubiertas y el sujeto móvil se convertirá en lo «envolvente»
auténtico.
916
430Falta una presentación sinóptica de las ideas nacionales de elección o predes
tinación en la edad moderna europea.
431Cari Schmitt, DerNomosderErde(vernota426),págs. 103y102.
432Ibid. , pág. 103.
433Cfr. JohnGoss, Kartenkunst. DieGeschichtederKartographie,Braunschweig1994,
pág. 73.
434Ibid. , págs. 123, 124y 133. El mapa de Waldseemüller está a medio camino en
tre los nuevos mapas-corazón y los mapas-capa anteriores (en los que los contornos
de territorios y mares se proyectan a una capa litúrgica, sobre todo a la capa del em
perador) .
435Cfr. Muris-Saarmann (vernota357),págs. 76y83-84.
436 Cfr. Tiefenphilosophie. Texte zur Entdeckung des Unbeunissten vor Freud, editados
por Ludger Lütkehaus con un ensayo suyo, Hamburgo 1995 (nueva edición de 1989
de esta miscelánea, bajo el título Dieses wahre innere Afrika). Sobre la relación de Freud
con el dark continent, págs. 2-7. La formulación «auténtica Africa interior» se retrotrae
a la novela postuma de Jean Paul Selina, 1827.
437 Sigmund Freud, El yo y el ello (1923), en Gesammelte Schriften, vol. lll, 6. a ed. ,
Frankfurt 1969, pág. 286. Que este territorio ya estuviera muy poblado importó al con
quistador Freud tan poco como a otros conquistadores de la época imperial; los mag
netizadores del siglo xix se convirtieron para él en los indios del inconsciente y los
hipnotizadores, en sus palestinos.
43KGesammelte Werke, vol. 14, pág. 241.
439Christoph Ransmayr, DieSchreckendesEisesundderFinstemis,novela, Frankfurt
1997.
440Que, mientras tanto, los conquistadores del medio ambiente han llevado a su
forma más general.
41 Sein und Zeit, pág. 105. Cfr. también Esferas 1, págs. 305-ss.
442 Maurice Merleau-Ponty, Phánomenologie der Wahmehmung, Berlín 1966, § 20,
págs. 169-ss.
443 Maurice Merleau-Ponty, Das Auge und der Geist. Philosophische Essays, Hambur
go 1984, pág. 13.
44Ibid. , pág. 19.
443Cfr. Gert Raeithel, «GoWest»:FinpsychohistorischerVersuchüberdieAmerikaner,
Frankfurt 1981.
446DerNomosderErde(ver nota 426),págs. 54-69;cf. tambiénJacques Derrida, Po-
litiquedel'amitié,París 1995[Políticasdelaamistad,Trotta, Madrid 1998];por lo demás
es Nietzsche quien ha desarrollado los primeros planteamientos de una teoría de la
descompensación moral en la exterioridad: «Más bien pregúntese uno quiénes pro
piamente “malvado”. . . Contestado con todo rigor: precisamenteel “bueno” de la otra
moral, precisamente el noble, el poderoso, el dominador, sólo que ha cambiado de
color, interpretado yvisto del revés por el ojo venenoso del resentimiento. . . , aquellos
mismos hombres que eran mantenidos tan rigurosamente a raya por la costumbre,
917
el respeto, los usos, el agradecimiento y todavía más por la recíproca vigilancia, por
la emulación ínter pares, aquellos mismos hombres que, por otro lado, en su com
portamiento recíproco mostraban tanta inventiva en punto a atenciones, dominio de
sí, delicadeza, fidelidad, orgullo y amistad, no son hacia fuera, es decir, allí donde co
mienza lo extranjero, la tierra extraña, mucho mejores que animales de rapiña deja
dos sueltos. Allí disfrutan la libertad de toda constricción social, en la selva se des
quitan de la tensión ocasionada por una prolongada reclusión y encierro en la paz de
lacomunidad. . . » (ZurGenealogiederMoral,tratadoprimero11,KSA5,pág274[Lagenea
logía de la moral, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Alianza, Madrid 1975, págs. 46-47]).
447 Hermán Melville, Moby Dick (ver nota 377), pág. 8.
4KIbid. , pág.
252 («a colorless all-color of atheism from which we shrink»).
4í*Ibid. , pág. 252.
4V*Cfr. Vilém Flusser, Vom Subjekt zum Projekt, en Schriften, vol. 3, Bensheim y Düs-
seldorf 1994.
4,1Moby Dick (ver nota 377), pág. 484 («But often possession is the whole of the
law»).
4MCfr. supra, capítulo 3: «Arcas, murallas de ciudad, fronteras del mundo, siste
mas de inmunidad. Para una ontología del espacio cercado*, págs. 219-230.
451También esto lo plasmó Melville en Moby Dick En la capilla de los balleneros,
en Bedford, antes de zarpar a Nantucket, el narrador se percata de una serie de lá
pidas de mármol, enmarcadas en negro, que recuerdan a marinos muertos fuera:
«¡Qué vacío mortal y qué perplejidad gratuita [miran] desde esas líneas, que corroen
toda creencia y parecen negar la resurrección de aquellos que se han ido a pique en
cualquier parte sin sepulcro! » (pág. 66).
4,4 Horst Gründer, Welteroberung und Christentum. Ein Handbuch zur Geschichte der
Neuzeit, Gütersloh 1992, pág. 87.
4MUn símbolo litúrgico de esta autoexaltación planetaria es la tiara, que si es ver
dad que ya en el siglo xiv había adoptado su forma como hipercorona de tres pisos,
en el siglo xvi, sin embargo, fue adaptada a la situación globalizada mediante el aña
dido de una esfera en la cúspide de la corona (ver supra las págs. 683-ss. ).
45fi Es verdad que los príncipes de Gales han visitado la India, pero, por lo que sa
bemos, siempre antes de su coronación como soberanos.
457Cfr. Georg Forster, Entdeckungsreise (ver nota 379), pág. 419.
4%*Sobre el mundo de las lenguas criollas, cfr. Jochen Stórig, AbenteuerSprache. Ein
Streijzug durch die Sprachen der Erde, Munich 1992, págs. 345-ss. ; para el número de len
guas, cfr. David Crystal, Die Cambridge Enzyklopádie der Sprache, Frankfurt-Nueva York
1995, pág. 248.
Cfr. Peter Sloterdijk, «Tiempo nuevo - tiempo de hechos - tiempo de arte»,
en Heinrich Klotz (ed. ), Die Zweite Modeme, Munich 1996, págs. 52-56. En este con
texto resulta interesante la propuesta de Martin Albrow de considerar el período en
tre 1492 y 1945 (con ocasión de la Conferencia sobre el Clima de Río de Janeiro) co
mo sinónimo de «Modernidad» o de la «Era de la globalización», y excluir de ella la
918
Global Age de la incipiente forma de mundo posnacional, para la cual la fase heroica
de la globalización sólo creó los presupuestos. Si se entiende la globalidad en ese sen
tido, como resultado y hecho consumado de la globalización, salta a la vista, de he
cho, en esa «Era global» en la que hemos entrado, su estructura «poshistórica»: es
decir, un traslado de peso de la historia a las noticias y de la orientación a pasados
regionales a una orientación a futuros suprarregionales. Y por ello, el lema coqueto
de Albrow, ¡Olvidad la Modernidad! , resulta inaceptable, pero comprensible. Cfr.
Martin Albrow, Abschied vom Nationalstaat. Staat und Geseüschaft im Globalen Zeitalter,
Frankfurt 1998.
460Gilíes Deleuze y Félix Guattari, Miüe Plateaux, París 1980, en alemán: Berlín
1992, pág. 11: «Hay una historia universal, pero es una historia de la contingencia. . . »
[Mil mesetas, Pre-Textos, Valencia, 1994].
461 Cfr. , del autor, Derstarke Grund, zusammen zu sein. Erinnerungen an dieErfindung
des Volkes, Frankfurt 1998. El ensayo más pretencioso y sugestivo de deducir una teo
ría general de la cultura del análisis de mecanismos estresantes ypostestresantes lo
ha presentado Heiner Mühlmann en DieNaturderKulturen. Entwurfeinerkulturgene-
tischen Theorie,Viena-Nueva York 1996.
462Cfr. Eric Voegelin, Orderand History,vol. 4, TheEcumenicAge, cap. 6, «The Chí
nese Ecumene», Baton Rouge yLondres 1974,págs. 272-299.
4651bid. , pág. 305.
464Cfr. Order and History, vol. 3, Plato and Aristotle, Baton Rouge y Londres 1957,
reedición 1990. Remitimos a la obra monumental de Voegelin porque, aunque ape
nas ha tenido repercusión, puede ser interpretada como autopenetración ejemplar
del catolicismo filosófico; por lo demás, en ella puede comprobarse con especial cla
ridad que defensas de la philosophiaperennisen el siglo xx se convierten regularmen
te en necrologías involuntarias de lo defendido.
465Cfr. Johann Figl, Die Mitte der Religionen. Idee und Praxis universalreligioser Bewe-
gungen, Darmstadt 1993.
466Por una visión armonizadora de los desarrollos del mercado libre de la reli
gión se declara el libro de Irvin Hexham y Karla Poewe New Religions as Global Cultu
res, Making the Human Sacred, Boulder 1997. Típico para tendencias ilusorias de ar
monía en el mercado de las morales políticas es el libro de Oskar Lafontaine y
Christa Müller y Keine Angst vor der Globalisierung. Wohlstand und Arbeit für alie, Bonn
1998. Martha C. Nussbaum presenta un ensayo interesante de fundar desde Aristóte
les una ética socialdemócrata: «El democratismo social aristotélico», en M. C. N. , Ge-
rechtigkeit oder Das guíe Leben, Frankfurt 1999, págs. 24-85.
467Cfr. Gilíes Deleuze yFélix Guattari, Qu'est-cequelaphilosophie? ,París 1991,pág.
96;trad. alemana: WasistPhilosophie? ,Frankfurt1996,pág. 116[¿Quéeslafilosofía? ,
Anagrama, Barcelona, 1993].
468Desde el punto de vista estructural-profundo ésta fue la tarea intelectual que se
había propuesto la philosophia perennis y ante cuya imposible realización fracasó. Cfr.
para esto el capítulo 5: «Deus sive sphaera o: El Uno-Todo que estalla», págs. 403-ss.
919
Marshall McLuhan y Bruce R. Powers, The Global Village. Der Weg der Medienge-
selbchaft in das 21. Jahrhundert, Paderborn 1995, pág. 127 [La aldea global: transforma
ciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el siglo X X / , 1986].
Gedisa, Barcelona,
470Cfr. Martin Albrow, Abschied vom Nationalstaat (ver nota 459), así com o Jürgen
H a b e r m a s ,
Die postnalionale Konstellation.
Politische Essays,
F r a n k f u r t 1998
[Ensayos polí
ticos, Península, Barcelona, 1988].
471Bajo este concepto resumimos las consideraciones con las que la teoría de las es
feras de intimidad (microsferología) es «superada» al nivel de una teoría de las gran
des estructuras de inmunidad (Estados, imperios, «mundos»). Cfr. Esferasi.
472Para esa expresión, cfr. Esferas I, págs. 64-s.
474Cfr. Aijun Appadurai, «Espacios étnicos globales. Consideraciones y pregun
tas para el desarrollo de una antropología transnacional», en Perspektiven der Weltge-
sellschaft, Ulrich Beck (ed. ), Frankfurt 1998, págs. 11-40.
474Roland Robertson, Globalization. Social Theory and Global Culture, Londres/New-
bury Park-Nueva Delhi 1992, pág. 182.
475 Cfr. supra el capítulo 2: «Recuerdos-receptáculo. Sobre elfundamento de la soli
daridad en laforma inclusiva», págs. 200-ss.
920
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