--Sera tal vez algun antiguo amor de la corte que le sigue a Toledo
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
Gustavo Adolfo Becuqer
Al ponerse de pie, el guante
resbalo por entre los anchos pliegues de seda, y cayo en la alfombra.
Al verle caer, todos los caballeros que formaban su brillante comitiva
se inclinaron presurosos a recogerle,[1] disputandose el honor de
alcanzar un leve movimiento de cabeza en premio de su galanteria.
[Footnote 1: le. This use of the accusative _le_ instead of _lo_,
when the object is not personal, is sanctioned by the Spanish
Academy. See _Gramatica de La Lengua Castellana por La Real Academia
Espanola_, nueva edicion, Madrid, 1901, p. 241. ]
Al notar la precipitacion con que todos hicieron el ademan de
inclinarse, una imperceptible sonrisa de vanidad satisfecha asomo a
los labios de la orgullosa dona Ines, que despues de hacer un saludo
general a los galanes que tanto empeno mostraban en servirla, sin
mirar apenas y con la mirada alta y desdenosa, tendio la mano para
recoger el guante en la direccion que se encontraban Lope y Alonso,
los primeros que parecian haber llegado al sitio en que cayera. [1] En
efecto, ambos jovenes habian visto caer el guante cerca de sus pies;
ambos se habian inclinado con igual presteza a recogerle,[2] y al
incorporarse cada cual le[2] tenia asido por un extremo. Al verlos
inmoviles, desafiandose en silencio con la mirada, y decididos ambos a
no abandonar el guante que acababan de levantar del suelo, la dama
dejo escapar un grito leve e involuntario, que ahogo el murmullo de
los asombrados espectadores, los cuales presentian una escena
borrascosa, que en el alcazar y en presencia del rey podria
calificarse de un horrible desacato.
[Footnote 1: _cayera_. See p. 16, note 3. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
No obstante, Lope y Alonso permanecian impasibles, mudos, midiendose
con los ojos, de la cabeza a los pies, sin que la tempestad de sus
almas se revelase mas que por un ligero temblor nervioso, que agitaba
sus miembros como si se hallasen acometidos de una repentina fiebre.
Los murmullos y las exclamaciones iban subiendo de punto; la gente
comenzaba a agruparse en torno de los actores de la escena; dona Ines,
o aturdida o complaciendose en prolongarla, daba vueltas de un lado a
otro, como buscando donde refugiarse y evitar las miradas de la gente,
que cada vez acudia en mayor numero. La catastrofe era ya segura; los
dos jovenes habian ya cambiado algunas palabras en voz sorda, y
mientras que con la una mano sujetaban el guante con una fuerza
convulsiva, parecian ya buscar instintivamente con la otra el puno de
oro de sus dagas, cuando se entreabrio respetuosamente el grupo que
formaban los espectadores, y aparecio el Rey.
Su frente estaba serena; ni habia indignacion en su rostro, ni colera
en su ademan.
Tendio una mirada alrededor, y esta sola mirada fue bastante para
darle a conocer lo que pasaba. Con toda la galanteria del doncel mas
cumplido, tomo el guante de las manos de los caballeros que, como
movidas por un resorte, se abrieron sin dificultad al sentir el
contacto de la del monarca, y volviendose a dona Ines de Tordesillas
que, apoyada en el brazo de una duena,[1] parecia proxima a
desmayarse, exclamo, presentandolo, con acento, aunque templado,
firme:
[Footnote 1: duena = 'duenna,' an elderly woman who occupies a
position midway between that of governess and companion to young
Spanish women. ]
--Tomad, senora, y cuidad de no dejarle[1] caer en otra ocasion, donde
al devolverosle,[2] os lo devuelvan manchado en sangre.
[Footnote 1: le. See p. 66, note 1. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
Cuando el rey termino de decir estas palabras, dona Ines, no
acertaremos a decir si a impulsos de la emocion, o por salir mas
airosa del paso, se habia desvanecido en brazos de los que la
rodeaban.
Alonso y Lope, el uno estrujando en silencio entre sus manos el
birrete de terciopelo, cuya pluma arrastraba por la alfombra, y el
otro mordiendose los labios hasta hacerse brotar la sangre, se
clavaron una mirada tenaz e intensa.
Una mirada en aquel lance equivalia a un bofeton, a un guante arrojado
al rostro, a un desafio a muerte.
II
Al llegar la media noche, los reyes se retiraron a su camara. Termino
el sarao y los curiosos de la plebe que aguardaban con impaciencia
este momento, formando grupos y corrillos en las avenidas del palacio,
corrieron a estacionarse en la cuesta del alcazar,[1] los miradores[2]
y el Zocodover.
[Footnote 1: la cuesta del alcazar. This is the name of the street
that leads from the Zocodover up to the height on which is situated
the Alcazar (see p. 61, note 3). ]
[Footnote 2: miradores. See p. 51 note 2. ]
Durante una o dos horas, en las calles inmediatas a estos puntos reino
un bullicio, una animacion y un movimiento indescriptibles. Por todas
partes se veian cruzar escuderos caracoleando en sus corceles
ricamente enjaezados; reyes de armas con lujosas casullas llenas de
escudos y blasones: timbaleros vestidos de colores vistosos, soldados
cubiertos de armaduras resplandecientes, pajes con capotillos de
terciopelo y birretes coronados de plumas, y servidores de a pie que
precedian las lujosas literas y las andas cubiertas de ricos panos,
llevando en sus manos grandes hachas encendidas, a cuyo rojizo
resplandor podia verse a la multitud, que con cara atonita, labios
entreabiertos y ojos espantados, miraba desfilar con asombro a todo lo
mejor de la nobleza castellana, rodeada en aquella ocasion de un
fausto y un esplendor fabulosos.
Luego, poco a poco fue cesando el ruido y la animacion; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atraveso
por entre los apinados grupos la ultima cabalgata; la gente del pueblo
a su vez comenzo a dispersarse en todas direcciones, perdiendose entre
las sombras del enmaranado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche mas que
el grito lejano de vela de algun guerrero, el rumor de los pasos de
algun curioso que se retiraba el ultimo, o el ruido que producian las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducia a la plataforma del palacio aparecio un
caballero, el cual, despues de tender la vista por todos lados como
buscando a alguien que debia esperarle, descendio lentamente hasta la
cuesta del alcazar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
[Footnote 1: torcidas. See p. 50, note 2. ]
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento, y volvio a
pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba obscura; no brillaba
una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veia una sola
luz; no obstante, alla a lo lejos, y en la misma direccion en que
comenzo a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban
aproximandose, creyo distinguir el bulto de un hombre: era sin duda el
mismo a quien parecia[1] aguardaba con tanta impaciencia.
[Footnote 1: parecia is parenthetic in sense as used here. ]
El caballero que acababa de abandonar el alcazar para dirigirse al
Zocodover era Alonso Carrillo, que en razon al puesto de honor que
desempenaba cerca de la persona del rey, habia tenido que acompanarle
en su camara hasta aquellas horas. El que saliendo de entre las
sombras de los arcos[1] que rodean la plaza vino a reunirsele, Lope de
Sandoval. Cuando los dos caballeros se hubieron reunido, cambiaron
algunas frases en voz baja.
[Footnote 1: arcos. See p. 64, note 1. ]
--Presumi que me aguardabas, dijo el uno.
--Esperaba que lo presumirias, contesto el otro.
--Y ? a donde iremos?
--A cualquiera parte en que se puedan hallar cuatro palmos de terreno
donde revolverse, y un rayo de claridad que nos alumbre.
Terminado este brevisimo dialogo, los dos jovenes se internaron por
una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover,
desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que
despues de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en atomos de
niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Largo rato anduvieron dando vueltas a traves de las calles de Toledo,
buscando un lugar a proposito para terminar sus diferencias; pero la
obscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo parecia
imposible. No obstante, ambos deseaban batirse, y batirse antes que
rayase el alba; pues al amanecer debian partir las huestes reales, y
Alonso con ellas. Prosiguieron, pues, cruzando al azar plazas
desiertas, pasadizos sombrios, callejones estrechos y tenebrosos,
hasta que por ultimo, vieron brillar a lo lejos una luz, una luz
pequena y moribunda, en torno de la cual la niebla formaba un cerco de
claridad fantastica y dudosa.
Habian llegado a la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecia ser la del farolillo que alumbraba en
aquella epoca, y alumbra aun, a la imagen que le da su nombre. Al
verla, ambos dejaron escapar una exclamacion de jubilo, y apresurando
el paso en su direccion, no tardaron mucho en encontrarse junto al
retablo en que ardia. Un arco rehundido en el muro, en el fondo del
cual se veia la imagen del Redentor enclavado en la cruz y con una
calavera al pie; un tosco cobertizo de tablas que lo defendia de la
intemperie, y el pequeno farolillo colgado de una cuerda que lo
iluminaba debilmente, vacilando al impulse del aire, formaban todo el
retablo, alrededor del cual colgaban algunos festones de hiedra que
habian crecido entre los obscuros y rotos sillares, formando una
especie de pabellon de verdura.
[Footnote 1: la calle del Cristo. The street mentioned here is one
known up to the year 1864 as _la Calle del Cristo de la Calavera_ or
_la Calle de la Calavera_, but which bears to-day the name of _la
Cuesta del Pez_. It terminates near a little square which is called
to-day _Plazuela de Abdon de Paz_, but which earlier bore the name
of _Plazuela de la Cruz de la Calavera_. Miraculous tales are
related of several of the images of Christ in Toledo, of the _Cristo
de la Luz_, of the _Cristo de la Vega_, and others, as well as of
the image we have to deal with here. ]
Los caballeros, despues de saludar respetuosamente la imagen de
Cristo, quitandose los birretes y murmurando en voz baja una corta
oracion, reconocieron el terreno con una ojeada, echaron a tierra sus
mantos, y apercibiendose mutuamente para el combate y dandose la senal
con un leve movimiento de cabeza, cruzaron los estoques. Pero apenas
se habian tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso o intentar un golpe, la luz se
apago[1] de repente y la calle quedo sumida en la obscuridad mas
profunda. Como guiados de un mismo pensamiento y al verse rodeados de
repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atras,
bajaron al suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia
el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvio a brillar de
nuevo al punto en que hicieron ademan de suspender la pelea.
[Footnote 1: la luz se apago. Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lampara que ardia
Tremula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombria
La misteriosa calle encapoto.
Al pronunciar tan insolente ultraje
La lampara del Cristo se encendio:
Y una mujer velada en blanco traje,
Ante la imagen de rodillas vio.
Y al rostro la acerca, que el candido lino
Encubre, con animo asaz descortes;
Mas la luz apaga viento repentino,
Y la blanca dama se puso de pie. ]
--Sera alguna rafaga de aire que ha abatido la llama al pasar, exclamo
Carrillo volviendo a ponerse en guardia, y previniendo con una voz a
Lope, que parecia preocupado.
Lope dio un paso adelante para recuperar el terreno perdido, tendio el
brazo y los aceros se tocaron otra vez; mas al tocarse, la luz se
torno a apagar por si misma, permaneciendo asi mientras no se
separaron los estoques.
--En verdad que esto es extrano, murmuro Lope mirando al farolillo,
que espontaneamente habia vuelto a encenderse, y se mecia con lentitud
en el aire, derramando una claridad tremula y extrana sobre el
amarillo craneo de la calavera colocada a los pies de Cristo.
--? Bah! dijo Alonso, sera que la beata encargada de cuidar del farol
del retablo sisa a los devotos y escasea el aceite, por lo cual la
luz, proxima a morir, luce y se obscurece a intervalos en senal de
agonia; y dichas estas palabras, el impetuoso joven torno a colocarse
en actitud de defensa. Su contrario le imito; pero esta vez, no tan
solo volvio a rodearlos una sombra espesisima e impenetrable, sino que
al mismo tiempo hirio sus oidos el eco profundo de una voz misteriosa,
semejante a esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y
articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y
tenebrosas calles de Toledo.
Que dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero
al oirla ambos jovenes se sintieron poseidos de tan profundo terror,
que las espadas se escaparon de sus manos, el cabello se les erizo, y
por sus cuerpos, que estremecia un temblor involuntario, y por sus
frentes palidas y descompuestas, comenzo a correr un sudor frio como
el de la muerte.
La luz, por tercera vez apagada, por tercera vez volvio a resucitar, y
las tinieblas se disiparon.
--? Ah! exclamo Lope al ver a su contrario entonces, y en otros dias su
mejor amigo, asombrado como el, y como el palido e inmovil; Dios no
quiere permitir este combate, porque es una lucha fratricida; porque
un combate entre nosotros ofende al cielo, ante el cual nos hemos
jurado cien veces una amistad eterna. Y esto diciendo se arrojo en los
brazos de Alonso, que le estrecho entre los suyos con una fuerza y una
efusion indecibles.
III
Pasados algunos minutos, durante los cuales ambos jovenes se dieron
toda clase de muestras de amistad y carino, Alonso tomo la palabra, y
con acento conmovido aun por la escena que acabamos de referir,
exclamo, dirigiendose a su amigo:
--Lope, yo se que amas a dona Ines; ignoro si tanto como yo, pero la
amas. Puesto que un duelo entre nosotros es imposible, resolvamonos a
encomendar nuestra suerte en sus manos. Vamos en su busca; que ella
decida con libre albedrio cual ha de ser el dichoso, cual el infeliz.
Su decision sera respetada por ambos, y el que no merezca sus favores
manana saldra con el rey de Toledo, e ira a buscar el consuelo del
olvido en la agitacion de la guerra.
--Pues tu lo quieres, sea; contesto Lope.
Y el uno apoyado en el brazo del otro, los dos amigos se dirigieron
hacia la catedral,[1] en cuya plaza,[2] y en un palacio del que ya no
quedan ni aun los restos, habitaba dona Ines de Tordesillas.
[Footnote 1: la catedral. See p. 55, note 1. ]
[Footnote 2: plaza. There is a small square in front of the
cathedral, called to-day the _Plaza de_ (or _del_) _Ayuntamiento_. ]
Estaba a punto de rayar el alba, y como algunos de los deudos de dona
Ines, sus hermanos entre ellos, marchaban al otro dia con el ejercito
real, no era imposible que en las primeras horas de la manana pudiesen
penetrar en su palacio.
Animados con esta esperanza, llegaron, en fin, al pie de la gotica
torre[1] del templo; mas al llegar a aquel punto, un ruido particular
llamo su atencion, y deteniendose en uno de los angulos, ocultos entre
las sombras de los altos machones que flanquean los muros, vieron, no
sin grande asombro, abrirse el balcon del palacio de su dama, aparecer
en el un hombre que se deslizo hasta el suelo con la ayuda de una
cuerda, y, por ultimo, una forma blanca, dona Ines sin duda, que
inclinandose sobre el calado antepecho, cambio algunas tiernas frases
de despedida con su misterioso galan.
[Footnote 1: la gotica torre. See p. 55, note i. ]
El primer movimiento de los dos jovenes fue llevar las manos al puno
de sus espadas; pero deteniendose como heridos de una idea subita,
volvieron los ojos a mirarse, y se hubieron de encontrar con una cara
de asombro tan comica, que ambos prorrumpieron en una ruidosa
carcajada, carcajada que, repitiendose de eco en el silencio de la
noche, resono en toda la plaza y llego hasta el palacio.
Al oirla, la forma blanca desaparecio del balcon, se escucho el ruido
de las puertas que se cerraron con violencia, y todo volvio a quedar
en silencio.
Al dia siguiente, la reina, colocada en un estrado lujosisimo, veia
desfilar las huestes que marchaban a la guerra de moros, teniendo a su
lado las damas mas principales de Toledo. Entre ellas estaba dona Ines
de Tordesillas, en la que aquel dia, como siempre, se fijaban todos
los ojos; pero segun a ella le parecia advertir, con diversa expresion
que la de costumbre. Diriase que en todas las curiosas miradas que a
ella se volvian, retozaba una sonrisa burlona.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habia creido
percibir a lo lejos y en uno de los angulos de la plaza, cuando
cerraba el balcon y despedia a su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar a la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivino, y la purpura de la verguenza enrojecio su frente, y brillo en
sus ojos una lagrima de despecho.
EL BESO
I
Cuando una parte del ejercito frances se apodero a principios de este
siglo[1] de la historica Toledo,[2] sus jefes, que no ignoraban el
peligro a que se exponian en las poblaciones espanolas diseminandose
en alojamientos separados, comenzaron por habilitar para cuarteles los
mas grandes y mejores edificios de la ciudad.
[Footnote 1: una parte. . . siglo. The French armies of Napoleon
entered Spain in 1808. Joseph Bonaparte was declared king, but the
opposition of Spain was most heroic, and in 1814 the French were
expelled. They made great havoc in Toledo, where among other
desecrations they burned the Alcazar (now restored) and the convent
church of San Juan de los Reyes. ]
[Footnote 2: Toledo. See p. 50, note 2. ]
Despues de ocupado el suntuoso alcazar[1] de Carlos V, [Footnote:2]
echose mano de la casa de Consejos;[3] y cuando esta no pudo contener
mas gente, comenzaron a invadir el asilo de las comunidades
religiosas, acabando a la postre por transformar en cuadras hasta las
iglesias consagradas al culto. En esta conformidad se encontraban las
cosas en la poblacion donde tuvo lugar el suceso que voy a referir,
cuando, una noche, ya a hora bastante avanzada, envueltos en sus
obscures capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias
calles que conducen desde la Puerta del Sol[4] a Zocodover,[5] con el
choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles
que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta
unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que
todavia nos hablan con admiracion nuestras abuelas.
[Footnote 1: alcazar. See p. 61, note 3. ]
[Footnote 2: Carlos V. Charles V, the son of Philip of Burgundy by
Joanna (daughter of Ferdinand and Isabella), and grandson of the
emperor Maximilian 1, was bom at Ghent, Flanders, February 24,1500,
and died in the monastery of Yuste, Estremadura, Spain, September
21, 1558. He became king of Spain (as Charles 1) in 1516, and
emperor in 1520. In 1556 he abdicated the government of the former
in favor of his son Philip II, and of the latter in favor of his
brother Ferdinand I. ]
[Footnote 3: la casa de Consejos. The _Casa de_ Consejos ('City
Hall'), _Casa Consistorial_, or _Ayuntamiento_, by which various
names it is known, is a building erected in the fifteenth century
and remodeled in the seventeenth. It has a handsome Greco-Roman
facade in striking' contrast with the Gothic architecture of the
cathedral, which stands upon the same plaza (see p. 73, note 2). ]
[Footnote 4: la Puerta del Sol. A charming old Moorish gateway with
horseshoe arches between two towers, built about 1100, and recently
restored. It is one of the most impressive and beautiful of Toledo's
monuments. ]
[Footnote 5: Zocodover. See p. 64, note 1. ]
Mandaba la fuerza un oficial bastante joven, el cual iba como a
distancia de unos treinta pasos de su gente hablando a media voz con
otro, tambien militar a lo que podia colegirse por su traje. Este, que
caminaba a pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un
farolillo, parecia servirle de guia por entre aquel laberinto de
calles obscuras, enmaranadas y revueltas.
--Con verdad, decia el jinete a su acompanante, que si el alojamiento
que se nos prepara es tal y como me lo pintas, casi casi seria
preferible arrancharnos en el campo o en medio de una plaza.
--? Y que quereis, mi capitan? contestole el guia que efectivamente era
un sargento aposentador; en el alcazar no cabe ya un grano de trigo
cuanto mas un hombre; de San Juan de los Reyes[1] no digamos, porque
hay celda de fraile en la que duermen quince husares. El convento a
donde voy a conduciros no era mal local, pero hara cosa de tres o
cuatro dias nos cayo aqui como de las nubes ima de las columnas
volantes que recorren la provincia, y gracias que hemos podido
conseguir que se amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
[Footnote 1: San Juan de los Reyes. This convent was founded in 1476
by Ferdinand and Isabella, who meant it to be their burial-place,
and was dedicated to their patron saint John the Baptist. "After the
capture of Granada in 1492 and the foundation of the royal mausoleum
there, the chief object of San Juan disappeared and the building was
protracted till the seventeenth century. Thus the edifice, begun in
the late Gothic style, shows a strong leaning towards the forms of
the Renaissance. The interior was much damaged by the French in
1808. " Baedeker's _Spain_ (1901), p. 147. ]
--En fin, exclamo el oficial despues de un corto silencio y como
resignandose con el extrano alojamiento que la casualidad le
deparaba,--mas vale incomodo que ninguno. De todas maneras, si llueve,
que no sera dificil segun se agrupan las nubes, estaremos a cubierto y
algo es algo.
Interrumpida la conversacion en este punto, los jinetes, precedidos
del guia, siguieron en silencio el camino adelante hasta llegar a una
plazuela, en cuyo fondo se destacaba la negra silueta del convento con
su torre morisca, su campanario de espadana, su cupula ojival y sus
tejados de crestas desiguales y obscuras.
--He aqui vuestro alojamiento, exclamo el aposentador al divisarle y
dirigiendose al capitan, que despues que hubo mandado hacer alto a la
tropa, echo pie a tierra, tomo el farolillo de manos del guia, y se
dirigio hacia el punto que este le senalaba.
Como quiera que la iglesia del convento estaba completamente
desmantelada, los soldados que ocupaban el resto del edificio habian
creido que las puertas le eran ya poco menos que inutiles, y un
tablero hoy, otro manana, habian ido arrancandolas pedazo a pedazo
para hacer hogueras con que calentarse por las noches.
Nuestro joven oficial no tuvo, pues, que torcer Haves ni descorrer
cerrojos para penetrar en el interior del templo.
A la luz del farolillo, cuya dudosa claridad se perdia entre las
espesas sombras de las naves y dibujaba con gigantescas proporciones
sobre el muro la fantastica sombra del sargento aposentador que iba
precediendole, recorrio la iglesia de arriba abajo y escudrino una por
una todas sus desiertas capillas, hasta que una vez hecho cargo del
local, mando echar pie a tierra a su gente, y hombres y caballos
revueltos, fue acomodandola como mejor pudo.
Segun dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en
el altar mayor pendian aun de las alias cornisas los rotos jirones del
velo con que le habian cubierto los religiosos al abandonar aquel
recinto; diseminados por las naves veianse algunos retablos adosados
al muro, sin imagenes en las hornacinas; en el coro se 'dibujaban con
un ribete de luz los extranos perfiles de la obscura silleria de
alerce; en el pavimento, destrozado en varies puntos, distinguianse
aun anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas
inscripciones goticas; y alla a lo lejos, en el fondo de las
silenciosas capillas y a lo largo del crucero, se destacaban
confusamente entre la obscuridad, semejantes a blancos e inmoviles
fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos
sobre el marmol de sus tumbas, parecian ser los unicos habitantes del
ruinoso edificio.
A cualquiera otro menos molido que el oficial de dragones, el cual
traia una jornada de catorce leguas en el cuerpo, o menos acostumbrado
a ver estos sacrilegios como la cosa mas natural del mundo, hubieranle
bastado dos adarmes de imaginacion para no pegar los ojos en toda la
noche en aquel obscuro e imponente recinto, donde las blasfemias de
los soldados que se quejaban en alta voz del improvisado cuartel, el
metalico golpe de sus espuelas que resonaban sobre las antes losas
sepulcrales del navimento, el ruido de los caballos que piafaban
impacientes, cabeceando y haciendo sonar las cadenas con que estaban
sujetos a los pilares, formaban un rumor extrano y temeroso que se
dilataba por todo el ambito de la iglesia y se reproducia cada vez mas
confuso repetido de eco en eco en sus alias bovedas.
Pero nuestro heroe, aunque joven, estaba ya tan familiarizado con
estas peripecias de la vida de campana, que apenas hubo acomodado a su
gente, mando colocar un saco de forraje al pie de la grada del
presbiterio, y arrebujandose como mejor pudo en su capote y echando la
cabeza en el escalon, a los cinco minutos roncaba con mas tranquilidad
que el mismo rey Jose[1] en su palacio de Madrid. [2]
[Footnote 1: rey Jose. Joseph Bonaport. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: Madrid. The capital of Spain and of the province of
Madrid, situated on the Manzanares, and nearly in the geographical
center of Spain. Population some 540,000. The royal palace, begun in
1737, is an imposing rectangular structure on a lofty terrace
overlooking the Manzanares. ]
Los soldados, haciendose almohadas de las monturas, imitaron su
ejemplo, y poco a poco fue apagandose el murmullo de sus voces.
A la media hora solo se oian los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenian sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los
pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de
su capote, a lo largo del portico.
II
En la epoca a que se remonta la relacion de esta historia, tan
veridica como extraordinaria, lo mismo que al presente, para los que
no sabian apreciar los tesoros del arte que encierran sus muros la
ciudad de Toledo no era mas que un poblacon destartalado, antiguo,
ruinoso e insufrible.
Los oficiales del ejercito frances, que a juzgar por los actos de
vandalismo[1] con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de
su ocupacion, de todo tenian menos de artistas o arqueologos, no hay
para que decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad
de los Cesares. [2]
[Footnote 1: vandalismo. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: ciudad de los Cesares. See p. 50, note 2, and p. 52,
note 1. ]
En esta situacion de animo, la mas insignificante novedad que viniese
a romper la monotona quietud de aquellos dias eternos e iguales, era
acogida con avidez entre los ociosos; asi es que la promocion al grado
inmediato de uno de sus camaradas, la noticia del movimiento
estrategico de una columna volante, la salida de un correo de
gabinete, o la llegada de una fuerza cualquiera a la ciudad,
convertianse en tema fecundo de conversacion y objeto de toda clase de
comentarios, hasta tanto que otro incidente venia a sustituirle,[1]
sirviendo de base a nuevas quejas, criticas y suposiciones.
[Footnote 1: sustituirle. See p. 66, note 1. ]
Como era de esperar, entre los oficiales que, segun tenian de
costumbre, acudieron al dia siguiente a tomar el sol y a charlar un
rato en el Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la
llegada de los dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capitulo
durmiendo a pierna suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
Cerca de una hora hacia que la conversacion giraba alrededor de este
asunto, y ya comenzaba a interpretarse de diversos modos la ausencia
del recien venido, a quien uno de los presentes, antiguo companero
suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las
boca-calles de la plaza aparecio al fin nuestro bizarro capitan
despojado de su ancho capoton de guerra, luciendo un gran casco de
metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turqui con
vueltas rojas y un magnifico mandoble con vaina de acero, que resonaba
arrastrandose al compas de sus marciales pasos y del golpe seco y
agudo de sus espuelas de oro.
Apenas le vio su camarada, salio a su encuentro para saludarle, y con
el se adelantaron casi todos los que a la sazon se encontraban en el
corrillo; en quienes habian despertado la curiosidad y la gana de
conocerle, los pormenores que ya habian oido referir acerca de su
caracter original y extrano.
Despues de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones,
placemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; despues de hablar
largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia
fortuna de la guerra y los amigotes muertos o ausentes, rodando de uno
en otro asunto la conversacion, vino a parar al tema obligado, esto
es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la
ciudad y el inconveniente de los alojamientos.
Al llegar a este punto, uno de los de la reunion que, por lo visto,
tenia noticia del mal talante con que el joven oficial se habia
resignado a acomodar su gente en la abandonada iglesia, le dijo con
aire de zumba:
--Y a proposito de alojamiento, ? que tal se ha pasado la noche en el
que ocupais?
--Ha habido de todo, contesto el interpelado; pues si bien es verdad
que no he dormido gran cosa, el origen de mi vigilia merece la pena de
la velada. El insomnio junto a una mujer bonita no es seguramente el
peor de los males.
--? Una mujer! repitio su interlocutor como admirandose de la buena
fortuna del recien venido; eso es lo que se llama llegar y besar el
santo.
--Sera tal vez algun antiguo amor de la corte que le sigue a Toledo
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
--? Oh! no, dijo entonces el capitan; nada menos que eso. Juro, a fe de
quien soy, que no la conocia y que nunca crei hallar tan bella patrona
en tan incomodo alojamiento. Es todo lo que se llama una verdadera
aventura.
--? Contadla! ? contadla! exclamaron en coro los oficiales que rodeaban
al capitan; y como este se dispusiera a hacerlo asi, todos prestaron
la mayor atencion a sus palabras, mientras el comenzo la historia en
estos terminos:
--Dormia esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo
trece[1] leguas de camino, cuando he aqui que en lo mejor del sueno me
hizo despertar sobresaltado e incorporarme sobre el codo un estruendo
horrible, un estruendo tal, que me ensordecio un instante para dejarme
despues los oidos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardon me
cantase a la oreja.
[Footnote 1: trece = 'thirteen. ' Our author has told us on p. 79
that it was catorce ('fourteen'). ]
Como os habras figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oia de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canonigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable proposito de matar a disgustos a los necesitados de reposo.
[Footnote 1: campana gorda = 'great bell. ' The famous _Campana
Gorda_, weighing nearly two tons, was cast by Alejandro Gargollo in
1753. It hangs in the cathedral tower surrounded by eight other
bells, and surmounted by two more. ]
Renegando entre dientes de la campana y del campanero que la toca,
disponiame, una vez apagado aquel insolito y temeroso rumor, a coger
nuevamente el hilo del interrumpido sueno, cuando vino a herir mi
imaginacion y a ofrecerse ante mis ojos una cosa extraordinaria. A la
dudosa luz de la luna que entraba en el templo por el estrecho ajimez
del muro de la capilla mayor, vi una mujer arrodillada junto al altar.
Los oficiales se miraron entre si con expresion entre asombrada e
incredula; el capitan, sin atender al efecto que su narracion
producia, continuo de este modo:
--No podeis figuraros nada semejante a aquella nocturna y fantastica
vision que se dibujaba confusamente en la penumbra de la capilla como
esas virgenes pintadas en los vidrios de colores que habreis visto
alguna vez destacarse a lo lejos, blancas y luminosas, sobre el
obscuro fondo de las catedrales.
Su rostro ovalado, en donde se veia impreso el sello de una leve y
espiritual demacracion, sus armoniosas facciones llenas de una suave y
melancolica dulzura; su intensa palidez, las purisimas lineas de su
contorno esbelto, su ademan reposado y noble, su traje blanco y
flotante, me traian a la memoria esas mujeres que yo sonaba cuando
casi era un nino. ? Castas y celestes imagenes, quimerico objeto del
vago amor de la adolescencia! Yo me creia juguete de una alucinacion,
y sin quitarle un punto los ojos, ni aun osaba respirar, temiendo que
un soplo desvaneciese el encanto. Ella permanecia inmovil.
Antojabaseme al verla tan diafana y luminosa que no era una criatura
terrenal, sino un espiritu que, revistiendo por un instante la forma
humana, habia descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y
en pos de si la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba
verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura
sombra de aquel recinto lobrego y misterioso.
--Pero . . . exclamo interrumpiendole su camarada de colegio, que,
comenzando por echar a broma la historia, habia concluido
interesandose con su relato: ? como estaba alli aquella mujer? ? No
la[1] dijiste nada? ? No te explico su presencia en aquel sitio?
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--No me determine a hablarla,[1] porque estaba seguro de que no habia
de contestarme, ni verme ni oirme.
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--? Era sorda?
--? Era ciega?
--? Era muda? exclamaron a un tiempo tres o cuatro de los que
escuchaban la relacion.
--Lo era todo a la vez, exclamo al fin el capitan despues de un
momento de pausa; porque era. . . de marmol. Al oir el estupendo
desenlace de tan extrana aventura, cuantos habia en el corro
prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al
narrador de la peregrina historia, que era el unico que permanecia
callado y en una grave actitud:
--? Acabaramos de una vez! Lo que es de ese genero, tengo yo mas de un
millar, un verdadero serrallo, en San Juan de los Reyes; serrallo que
desde ahora pongo a vuestra disposicion, ya que, a lo que parece,
tanto os da de una mujer de carne como de piedra.
--? Oh! no . . . continuo el capitan, sin alterarse en lo mas minimo por
las carcajadas de sus companeros: estoy seguro de que no pueden ser
como la mia. La mia es una verdadera dama castellana que por un
milagro de la escultura parece que no la han enterrado en un sepulcro,
sino que aun permanece en cuerpo y alma de hinojos sobre la losa que
le cubre, inmovil, con las manos juntas en ademan suplicante,
sumergida en un extasis de mistico amor.
--De tal modo te explicas, que acabaras por probarnos la verosimilitud
de la fabula de Galatea. [1]
[Footnote 1: Galatea. In the story told by Ovid (_Met. _ x. 243)
Pygmalion, king of Cyprus, conceived an aversion to women, and
devoted himself to art, but having made in ivory a lovely statue of
a woman he became enamored of it, and at his request Aphrodite
endowed it with life. This beautiful woman, Galatea, became his
wife, and bore him a son called Paphos, founder of the city of that
name in Cyprus. ]
--Por mi parte, puedo deciros que siempre la crei una locura; mas
desde anoche comienzo a comprender la pasion del escultor griego.
--Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que, no
tendras inconveniente en presentarnos a ella. De mi se decir que ya no
vivo hasta ver esa maravilla. Pero . . . ? que diantres te pasa? . . .
diriase que esquivas la presentacion. ? Ja! ? ja! ? ja! Bonito fuera que
ya te tuvieramos hasta celoso.
--Celoso, se apresuro a decir el capitan, celoso . . . de los hombres no
. . . mas ved, sin embargo, hasta donde llega mi extravagancia. Junto a
la imagen de esa mujer, tambien de marmol, grave y al parecer con vida
como ella, hay un guerrero, . . . su marido sin duda. . . . Pues bien . . .
lo voy a decir todo, aunque os mofeis de mi necedad . . . si no hubiera
temido que me tratasen de loco, creo que ya lo habria hecho cien veces
pedazos.
Una nueva y aun mas ruidosa carcajada de los oficiales saludo esta
original revelacion del estrambotico enamorado de la dama de piedra.
--Nada, nada; es preciso que la veamos, decian los unos.
--Si, si, es preciso saber si el objeto corresponde a tan alta pasion,
anadian los otros.
--? Cuando nos reuniremos a echar un trago en la iglesia en que os
alojais? exclamaron los demas.
--Cuando mejor os parezca: esta misma noche si quereis, respondio el
joven capitan, recobrando su habitual sonrisa, disipada un instante
por aquel relampago de celos. --A proposito. Con los bagajes he traido
hasta un par de docenas de botellas de _Champagne_, verdadero
_Champagne_, restos de un regalo hecho a nuestro general de brigada,
que, como sabeis, es algo pariente.
? Bravo! ? bravo! exclamaron los oficiales a una voz, prorrumpiendo en
alegres exclamaciones.
--? Se bebera vino del pais! [1]
[Footnote 1: vino del pais = 'wine from home,' 'wine from our own
country. ']
--? Y cantaremos una cancion de Ronsard! [1]
[Footnote 1: Ronsard. A celebrated French poet of the sixteenth
century (b. 1524, d. 1585) and father of lyric poetry in France. ]
--Y hablaremos de mujeres, a proposito de la dama del anfitrion.
--Conque . . . ? hasta la noche!
--Hasta la noche.
III
Ya hacia largo rato que los pacificos habitantes de Toledo habian
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcazar, convertido en cuartel, se oia el
ultimo toque de silencio de los clarines, cuando diez o doce oficiales
que poco a poco habian ido reuniendose en el Zocodover, tomaron el
camino que conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el
capitan, animados mas con la esperanza de apurar las prometidas
botellas, que con el deseo de conocer la-maravillosa escultura.
La noche habia cerrado sombria y amenazadora; el cielo estaba cubierto
de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las
estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo
de los retablos, o hacia girar con un chirrido agudo las veletas de
hierro de las torres.
Apenas los oficiales dieron vista a la plaza en que se hallaba situado
el alojamiento de su nuevo amigo, este, que les aguardaba impaciente,
salio a encontrarles; y despues de cambiar algunas palabras a media
voz, todos penetraron juntos en la iglesia, en cuyo lobrego recinto la
escasa claridad de una linterna luchaba trabajosamente con las
obscuras y espesisimas sombras.
--? Por quien soy! exclamo uno de los convidados tendiendo a su
alrededor la vista, que el local es de los menos aproposito del mundo
para una fiesta.
--Efectivamente, dijo otro; nos traes a conocer a una dama, y apenas
si con mucha dificultad se ven los dedos de la mano.
--Y sobre todo, hace un frio, que no parece sino que estamos en la
Siberia,[1] anadio un tercero arrebujandose en el capote.
[Footnote 1: Siberia. A vast region in northern and central Asia,
which forms part of the Russian empire, and which has by far the
lowest winter temperatures of the known world. ]
--Calma, senores, calma, interrumpio el anfitrion; calma, que a todo.
se proveera. ? Eh, muchacho! prosiguio dirigiendose a uno de sus
asistentes; busca por ahi un poco de lena, y enciendenos una buena
fogata en la capilla mayor.
El asistente, obedeciendo las ordenes de su capitan, comenzo a
descargar golpes en la silleria del coro, y despues que hubo reunido
una gran cantidad de lena que fue apilando al pie de las gradas del
presbiterio, tomo la linterna y se dispuso a hacer un auto de fe con
aquellos fragmentos tallados de riquisimas labores entre los que se
veian por aqui parte de una columnilla salomonica, por alla la imagen
de un santo abad, el torso de una mujer, o la disforme cabeza de un
grifo asomado entre hojarasca.
A los pocos minutos, una gran claridad que de improviso se derramo por
todo el ambito de la iglesia, anuncio a los oficiales que habia
llegado la hora de comenzar el festin.
El capitan, que hacia los honores de su alojamiento con la misma
ceremonia que hubiera hecho los de su casa, exclamo dirigiendose a los
convidados:
--Si gustais, pasaremos al _buffet_. [1]
[Footnote 1: buffet. A French word meaning 'refreshment-table. ' It
is customary in France at large receptions and dancing-parties to
install in some room a counter or table from which to serve
refreshments. This is known as the _buffet_. ]
Sus camaradas, afectando la mayor gravedad, respondieron a la
invitacion con un comico salido, y se encaminaron a la capilla mayor
precedidos del heroe de la fiesta, que al llegar a la escalinata se
detuvo un instante, y extendiendo la mano en direccion al sitio que
ocupaba la tumba, les dijo con la finura mas exquisita:
--Tengo el placer de presentaros a la dama de mis pensamientos. Creo
que convendreis conmigo en que no he exagerado su belleza.
Los oficiales volvieron los ojos al punto que les senalaba su amigo, y
una exclamacion de asombro se escapo involuntariamente de todos los
labios.
En el fondo de un arco sepulcral revestido de marmoles negros,
arrodillada delante de un reclinatorio, con las manos juntas y la cara
vuelta hacia el altar, vieron, en efecto, la imagen de una mujer tan
bella, que jamas salio otra igual de manos de un escultor, ni el deseo
pudo pintarla en la fantasia mas soberanamente hermosa.
--En verdad que es un angel, exclamo uno de ellos.
--? Lastima que sea de marmol! anadio otro.
--No hay duda que aunque no sea mas que la ilusion de hallarse junto a
una mujer de este calibre, es lo suficiente para no pegar los ojos en
toda la noche.
--? Y no sabeis quien es ella? preguntaron algunos de los que
contemplaban la estatua al capitan, que sonreia satisfecho de su
triunfo.
--Recordando un poco del latin--que en mi ninez supe, he conseguido, a
duras penas, descifrar la inscripcion de la tumba, contesto el
interpelado; y a lo que he podido colegir, pertenece a un titulo de
Castilla,[1] famoso guerrero que hizo la campana con el Gran
Capitan. [2] Su nombre lo he olvidado; mas su esposa, que es la que
veis, se llama dona Elvira de Castaneda, y por mi fe que si la copia
se parece al original, debio ser la mujer mas notable de su siglo.
[Footnote 1: Castilla. See p. 34, note 1. ]
[Footnote 2: el Gran Capitan. Gonzalo Fernandez de Cordoba (b. 1453,
d. 1515). A famous Spanish general, who served with distinction in
the wars against Portugal and the Moors, and in several Italian
campaigns. ]
Despues de estas breves explicaciones, los convidados, que no perdian
de vista al principal objeto de la reunion, procedieron a destapar
algunas de las botellas y sentandose alrededor de la lumbre, empezo a
andar el vino a la ronda.
A medida que las libaciones se hacian mas numerosas y frecuentes, y el
vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba a trastornar las cabezas,
crecian la animacion, el ruido y la algazara de los jovenes, de los
cuales estos arrojaban a los monjes de granito adosados en los pilares
los cascos de las botellas vacias, y aquellos cantaban a toda voz
canciones baquicas y escandalosas, mientras los de mas alla
prorrumpian en carcajadas, batian las palmas en senal de aplauso, o
disputaban entre si con blasfemias y juramentos.
El capitan bebia en silencio como un desesperado y sin apartar los
ojos de la estatua de dona Elvira.
Iluminada por el rojizo resplandor de la hoguera, y a traves del
confuso velo que la embriaguez habia puesto delante de su vista,
pareciale que la marmorea imagen se transformaba aveces en una mujer
real; pareciale que entreabria los labios como murmurando una oracion;
que se alzaba su pecho' como oprimido y sollozante; que cruzaba las
manos con mas fuerza; que sus mejillas se coloreaban, en fin, como si
se ruborizase ante aquel sacrilego y repugnante espectaculo.
Los oficiales que advirtieron la taciturna tristeza de su camarada, le
sacaron del extasis en que se encontraba sumergido, y presentandole
una copa, exclamaron en coro:
--? Vamos, brindad vos, que sois el unico que no lo ha hecho en toda la
noche!
El joven tomo la copa, y poniendose de pie y alzandola en alto, dijo
encarandose con la estatua del guerrero arrodillado junto a dona
Elvira:
--? Brindo por el emperador,[1] y brindo por la fortuna de sus armas,
merced a las cuales hemos podido venir hasta el fondo de Castilla a
cortejarle su mujer, en su misma tumba, a un vencedor de Cerinola! [2]
[Footnote 1: el emperador. Napoleon Bonaparte, born at Ajaccio,
Corsica, August 15, 1769; died on the island of St. Helena, May 5,
1821. At this time he was at the height of his power. ]
[Footnote 2: Cerinola. At Cerignola, Italy, on April 28, 1503, the
Spanish army under Gonzalo de Cordoba defeated the French under the
Duc de Nemours, and gained for Spain the kingdom of Naples. ]
Los militares acogieron el brindis con una salva de aplausos, y el
capitan, balanceandose, dio algunos pasos hacia el sepulcro.
--No. .
resbalo por entre los anchos pliegues de seda, y cayo en la alfombra.
Al verle caer, todos los caballeros que formaban su brillante comitiva
se inclinaron presurosos a recogerle,[1] disputandose el honor de
alcanzar un leve movimiento de cabeza en premio de su galanteria.
[Footnote 1: le. This use of the accusative _le_ instead of _lo_,
when the object is not personal, is sanctioned by the Spanish
Academy. See _Gramatica de La Lengua Castellana por La Real Academia
Espanola_, nueva edicion, Madrid, 1901, p. 241. ]
Al notar la precipitacion con que todos hicieron el ademan de
inclinarse, una imperceptible sonrisa de vanidad satisfecha asomo a
los labios de la orgullosa dona Ines, que despues de hacer un saludo
general a los galanes que tanto empeno mostraban en servirla, sin
mirar apenas y con la mirada alta y desdenosa, tendio la mano para
recoger el guante en la direccion que se encontraban Lope y Alonso,
los primeros que parecian haber llegado al sitio en que cayera. [1] En
efecto, ambos jovenes habian visto caer el guante cerca de sus pies;
ambos se habian inclinado con igual presteza a recogerle,[2] y al
incorporarse cada cual le[2] tenia asido por un extremo. Al verlos
inmoviles, desafiandose en silencio con la mirada, y decididos ambos a
no abandonar el guante que acababan de levantar del suelo, la dama
dejo escapar un grito leve e involuntario, que ahogo el murmullo de
los asombrados espectadores, los cuales presentian una escena
borrascosa, que en el alcazar y en presencia del rey podria
calificarse de un horrible desacato.
[Footnote 1: _cayera_. See p. 16, note 3. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
No obstante, Lope y Alonso permanecian impasibles, mudos, midiendose
con los ojos, de la cabeza a los pies, sin que la tempestad de sus
almas se revelase mas que por un ligero temblor nervioso, que agitaba
sus miembros como si se hallasen acometidos de una repentina fiebre.
Los murmullos y las exclamaciones iban subiendo de punto; la gente
comenzaba a agruparse en torno de los actores de la escena; dona Ines,
o aturdida o complaciendose en prolongarla, daba vueltas de un lado a
otro, como buscando donde refugiarse y evitar las miradas de la gente,
que cada vez acudia en mayor numero. La catastrofe era ya segura; los
dos jovenes habian ya cambiado algunas palabras en voz sorda, y
mientras que con la una mano sujetaban el guante con una fuerza
convulsiva, parecian ya buscar instintivamente con la otra el puno de
oro de sus dagas, cuando se entreabrio respetuosamente el grupo que
formaban los espectadores, y aparecio el Rey.
Su frente estaba serena; ni habia indignacion en su rostro, ni colera
en su ademan.
Tendio una mirada alrededor, y esta sola mirada fue bastante para
darle a conocer lo que pasaba. Con toda la galanteria del doncel mas
cumplido, tomo el guante de las manos de los caballeros que, como
movidas por un resorte, se abrieron sin dificultad al sentir el
contacto de la del monarca, y volviendose a dona Ines de Tordesillas
que, apoyada en el brazo de una duena,[1] parecia proxima a
desmayarse, exclamo, presentandolo, con acento, aunque templado,
firme:
[Footnote 1: duena = 'duenna,' an elderly woman who occupies a
position midway between that of governess and companion to young
Spanish women. ]
--Tomad, senora, y cuidad de no dejarle[1] caer en otra ocasion, donde
al devolverosle,[2] os lo devuelvan manchado en sangre.
[Footnote 1: le. See p. 66, note 1. ]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1. ]
Cuando el rey termino de decir estas palabras, dona Ines, no
acertaremos a decir si a impulsos de la emocion, o por salir mas
airosa del paso, se habia desvanecido en brazos de los que la
rodeaban.
Alonso y Lope, el uno estrujando en silencio entre sus manos el
birrete de terciopelo, cuya pluma arrastraba por la alfombra, y el
otro mordiendose los labios hasta hacerse brotar la sangre, se
clavaron una mirada tenaz e intensa.
Una mirada en aquel lance equivalia a un bofeton, a un guante arrojado
al rostro, a un desafio a muerte.
II
Al llegar la media noche, los reyes se retiraron a su camara. Termino
el sarao y los curiosos de la plebe que aguardaban con impaciencia
este momento, formando grupos y corrillos en las avenidas del palacio,
corrieron a estacionarse en la cuesta del alcazar,[1] los miradores[2]
y el Zocodover.
[Footnote 1: la cuesta del alcazar. This is the name of the street
that leads from the Zocodover up to the height on which is situated
the Alcazar (see p. 61, note 3). ]
[Footnote 2: miradores. See p. 51 note 2. ]
Durante una o dos horas, en las calles inmediatas a estos puntos reino
un bullicio, una animacion y un movimiento indescriptibles. Por todas
partes se veian cruzar escuderos caracoleando en sus corceles
ricamente enjaezados; reyes de armas con lujosas casullas llenas de
escudos y blasones: timbaleros vestidos de colores vistosos, soldados
cubiertos de armaduras resplandecientes, pajes con capotillos de
terciopelo y birretes coronados de plumas, y servidores de a pie que
precedian las lujosas literas y las andas cubiertas de ricos panos,
llevando en sus manos grandes hachas encendidas, a cuyo rojizo
resplandor podia verse a la multitud, que con cara atonita, labios
entreabiertos y ojos espantados, miraba desfilar con asombro a todo lo
mejor de la nobleza castellana, rodeada en aquella ocasion de un
fausto y un esplendor fabulosos.
Luego, poco a poco fue cesando el ruido y la animacion; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atraveso
por entre los apinados grupos la ultima cabalgata; la gente del pueblo
a su vez comenzo a dispersarse en todas direcciones, perdiendose entre
las sombras del enmaranado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche mas que
el grito lejano de vela de algun guerrero, el rumor de los pasos de
algun curioso que se retiraba el ultimo, o el ruido que producian las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducia a la plataforma del palacio aparecio un
caballero, el cual, despues de tender la vista por todos lados como
buscando a alguien que debia esperarle, descendio lentamente hasta la
cuesta del alcazar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
[Footnote 1: torcidas. See p. 50, note 2. ]
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento, y volvio a
pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba obscura; no brillaba
una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veia una sola
luz; no obstante, alla a lo lejos, y en la misma direccion en que
comenzo a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban
aproximandose, creyo distinguir el bulto de un hombre: era sin duda el
mismo a quien parecia[1] aguardaba con tanta impaciencia.
[Footnote 1: parecia is parenthetic in sense as used here. ]
El caballero que acababa de abandonar el alcazar para dirigirse al
Zocodover era Alonso Carrillo, que en razon al puesto de honor que
desempenaba cerca de la persona del rey, habia tenido que acompanarle
en su camara hasta aquellas horas. El que saliendo de entre las
sombras de los arcos[1] que rodean la plaza vino a reunirsele, Lope de
Sandoval. Cuando los dos caballeros se hubieron reunido, cambiaron
algunas frases en voz baja.
[Footnote 1: arcos. See p. 64, note 1. ]
--Presumi que me aguardabas, dijo el uno.
--Esperaba que lo presumirias, contesto el otro.
--Y ? a donde iremos?
--A cualquiera parte en que se puedan hallar cuatro palmos de terreno
donde revolverse, y un rayo de claridad que nos alumbre.
Terminado este brevisimo dialogo, los dos jovenes se internaron por
una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover,
desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que
despues de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en atomos de
niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Largo rato anduvieron dando vueltas a traves de las calles de Toledo,
buscando un lugar a proposito para terminar sus diferencias; pero la
obscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo parecia
imposible. No obstante, ambos deseaban batirse, y batirse antes que
rayase el alba; pues al amanecer debian partir las huestes reales, y
Alonso con ellas. Prosiguieron, pues, cruzando al azar plazas
desiertas, pasadizos sombrios, callejones estrechos y tenebrosos,
hasta que por ultimo, vieron brillar a lo lejos una luz, una luz
pequena y moribunda, en torno de la cual la niebla formaba un cerco de
claridad fantastica y dudosa.
Habian llegado a la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecia ser la del farolillo que alumbraba en
aquella epoca, y alumbra aun, a la imagen que le da su nombre. Al
verla, ambos dejaron escapar una exclamacion de jubilo, y apresurando
el paso en su direccion, no tardaron mucho en encontrarse junto al
retablo en que ardia. Un arco rehundido en el muro, en el fondo del
cual se veia la imagen del Redentor enclavado en la cruz y con una
calavera al pie; un tosco cobertizo de tablas que lo defendia de la
intemperie, y el pequeno farolillo colgado de una cuerda que lo
iluminaba debilmente, vacilando al impulse del aire, formaban todo el
retablo, alrededor del cual colgaban algunos festones de hiedra que
habian crecido entre los obscuros y rotos sillares, formando una
especie de pabellon de verdura.
[Footnote 1: la calle del Cristo. The street mentioned here is one
known up to the year 1864 as _la Calle del Cristo de la Calavera_ or
_la Calle de la Calavera_, but which bears to-day the name of _la
Cuesta del Pez_. It terminates near a little square which is called
to-day _Plazuela de Abdon de Paz_, but which earlier bore the name
of _Plazuela de la Cruz de la Calavera_. Miraculous tales are
related of several of the images of Christ in Toledo, of the _Cristo
de la Luz_, of the _Cristo de la Vega_, and others, as well as of
the image we have to deal with here. ]
Los caballeros, despues de saludar respetuosamente la imagen de
Cristo, quitandose los birretes y murmurando en voz baja una corta
oracion, reconocieron el terreno con una ojeada, echaron a tierra sus
mantos, y apercibiendose mutuamente para el combate y dandose la senal
con un leve movimiento de cabeza, cruzaron los estoques. Pero apenas
se habian tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso o intentar un golpe, la luz se
apago[1] de repente y la calle quedo sumida en la obscuridad mas
profunda. Como guiados de un mismo pensamiento y al verse rodeados de
repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atras,
bajaron al suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia
el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvio a brillar de
nuevo al punto en que hicieron ademan de suspender la pelea.
[Footnote 1: la luz se apago. Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lampara que ardia
Tremula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombria
La misteriosa calle encapoto.
Al pronunciar tan insolente ultraje
La lampara del Cristo se encendio:
Y una mujer velada en blanco traje,
Ante la imagen de rodillas vio.
Y al rostro la acerca, que el candido lino
Encubre, con animo asaz descortes;
Mas la luz apaga viento repentino,
Y la blanca dama se puso de pie. ]
--Sera alguna rafaga de aire que ha abatido la llama al pasar, exclamo
Carrillo volviendo a ponerse en guardia, y previniendo con una voz a
Lope, que parecia preocupado.
Lope dio un paso adelante para recuperar el terreno perdido, tendio el
brazo y los aceros se tocaron otra vez; mas al tocarse, la luz se
torno a apagar por si misma, permaneciendo asi mientras no se
separaron los estoques.
--En verdad que esto es extrano, murmuro Lope mirando al farolillo,
que espontaneamente habia vuelto a encenderse, y se mecia con lentitud
en el aire, derramando una claridad tremula y extrana sobre el
amarillo craneo de la calavera colocada a los pies de Cristo.
--? Bah! dijo Alonso, sera que la beata encargada de cuidar del farol
del retablo sisa a los devotos y escasea el aceite, por lo cual la
luz, proxima a morir, luce y se obscurece a intervalos en senal de
agonia; y dichas estas palabras, el impetuoso joven torno a colocarse
en actitud de defensa. Su contrario le imito; pero esta vez, no tan
solo volvio a rodearlos una sombra espesisima e impenetrable, sino que
al mismo tiempo hirio sus oidos el eco profundo de una voz misteriosa,
semejante a esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y
articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y
tenebrosas calles de Toledo.
Que dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero
al oirla ambos jovenes se sintieron poseidos de tan profundo terror,
que las espadas se escaparon de sus manos, el cabello se les erizo, y
por sus cuerpos, que estremecia un temblor involuntario, y por sus
frentes palidas y descompuestas, comenzo a correr un sudor frio como
el de la muerte.
La luz, por tercera vez apagada, por tercera vez volvio a resucitar, y
las tinieblas se disiparon.
--? Ah! exclamo Lope al ver a su contrario entonces, y en otros dias su
mejor amigo, asombrado como el, y como el palido e inmovil; Dios no
quiere permitir este combate, porque es una lucha fratricida; porque
un combate entre nosotros ofende al cielo, ante el cual nos hemos
jurado cien veces una amistad eterna. Y esto diciendo se arrojo en los
brazos de Alonso, que le estrecho entre los suyos con una fuerza y una
efusion indecibles.
III
Pasados algunos minutos, durante los cuales ambos jovenes se dieron
toda clase de muestras de amistad y carino, Alonso tomo la palabra, y
con acento conmovido aun por la escena que acabamos de referir,
exclamo, dirigiendose a su amigo:
--Lope, yo se que amas a dona Ines; ignoro si tanto como yo, pero la
amas. Puesto que un duelo entre nosotros es imposible, resolvamonos a
encomendar nuestra suerte en sus manos. Vamos en su busca; que ella
decida con libre albedrio cual ha de ser el dichoso, cual el infeliz.
Su decision sera respetada por ambos, y el que no merezca sus favores
manana saldra con el rey de Toledo, e ira a buscar el consuelo del
olvido en la agitacion de la guerra.
--Pues tu lo quieres, sea; contesto Lope.
Y el uno apoyado en el brazo del otro, los dos amigos se dirigieron
hacia la catedral,[1] en cuya plaza,[2] y en un palacio del que ya no
quedan ni aun los restos, habitaba dona Ines de Tordesillas.
[Footnote 1: la catedral. See p. 55, note 1. ]
[Footnote 2: plaza. There is a small square in front of the
cathedral, called to-day the _Plaza de_ (or _del_) _Ayuntamiento_. ]
Estaba a punto de rayar el alba, y como algunos de los deudos de dona
Ines, sus hermanos entre ellos, marchaban al otro dia con el ejercito
real, no era imposible que en las primeras horas de la manana pudiesen
penetrar en su palacio.
Animados con esta esperanza, llegaron, en fin, al pie de la gotica
torre[1] del templo; mas al llegar a aquel punto, un ruido particular
llamo su atencion, y deteniendose en uno de los angulos, ocultos entre
las sombras de los altos machones que flanquean los muros, vieron, no
sin grande asombro, abrirse el balcon del palacio de su dama, aparecer
en el un hombre que se deslizo hasta el suelo con la ayuda de una
cuerda, y, por ultimo, una forma blanca, dona Ines sin duda, que
inclinandose sobre el calado antepecho, cambio algunas tiernas frases
de despedida con su misterioso galan.
[Footnote 1: la gotica torre. See p. 55, note i. ]
El primer movimiento de los dos jovenes fue llevar las manos al puno
de sus espadas; pero deteniendose como heridos de una idea subita,
volvieron los ojos a mirarse, y se hubieron de encontrar con una cara
de asombro tan comica, que ambos prorrumpieron en una ruidosa
carcajada, carcajada que, repitiendose de eco en el silencio de la
noche, resono en toda la plaza y llego hasta el palacio.
Al oirla, la forma blanca desaparecio del balcon, se escucho el ruido
de las puertas que se cerraron con violencia, y todo volvio a quedar
en silencio.
Al dia siguiente, la reina, colocada en un estrado lujosisimo, veia
desfilar las huestes que marchaban a la guerra de moros, teniendo a su
lado las damas mas principales de Toledo. Entre ellas estaba dona Ines
de Tordesillas, en la que aquel dia, como siempre, se fijaban todos
los ojos; pero segun a ella le parecia advertir, con diversa expresion
que la de costumbre. Diriase que en todas las curiosas miradas que a
ella se volvian, retozaba una sonrisa burlona.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habia creido
percibir a lo lejos y en uno de los angulos de la plaza, cuando
cerraba el balcon y despedia a su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar a la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivino, y la purpura de la verguenza enrojecio su frente, y brillo en
sus ojos una lagrima de despecho.
EL BESO
I
Cuando una parte del ejercito frances se apodero a principios de este
siglo[1] de la historica Toledo,[2] sus jefes, que no ignoraban el
peligro a que se exponian en las poblaciones espanolas diseminandose
en alojamientos separados, comenzaron por habilitar para cuarteles los
mas grandes y mejores edificios de la ciudad.
[Footnote 1: una parte. . . siglo. The French armies of Napoleon
entered Spain in 1808. Joseph Bonaparte was declared king, but the
opposition of Spain was most heroic, and in 1814 the French were
expelled. They made great havoc in Toledo, where among other
desecrations they burned the Alcazar (now restored) and the convent
church of San Juan de los Reyes. ]
[Footnote 2: Toledo. See p. 50, note 2. ]
Despues de ocupado el suntuoso alcazar[1] de Carlos V, [Footnote:2]
echose mano de la casa de Consejos;[3] y cuando esta no pudo contener
mas gente, comenzaron a invadir el asilo de las comunidades
religiosas, acabando a la postre por transformar en cuadras hasta las
iglesias consagradas al culto. En esta conformidad se encontraban las
cosas en la poblacion donde tuvo lugar el suceso que voy a referir,
cuando, una noche, ya a hora bastante avanzada, envueltos en sus
obscures capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias
calles que conducen desde la Puerta del Sol[4] a Zocodover,[5] con el
choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles
que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta
unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que
todavia nos hablan con admiracion nuestras abuelas.
[Footnote 1: alcazar. See p. 61, note 3. ]
[Footnote 2: Carlos V. Charles V, the son of Philip of Burgundy by
Joanna (daughter of Ferdinand and Isabella), and grandson of the
emperor Maximilian 1, was bom at Ghent, Flanders, February 24,1500,
and died in the monastery of Yuste, Estremadura, Spain, September
21, 1558. He became king of Spain (as Charles 1) in 1516, and
emperor in 1520. In 1556 he abdicated the government of the former
in favor of his son Philip II, and of the latter in favor of his
brother Ferdinand I. ]
[Footnote 3: la casa de Consejos. The _Casa de_ Consejos ('City
Hall'), _Casa Consistorial_, or _Ayuntamiento_, by which various
names it is known, is a building erected in the fifteenth century
and remodeled in the seventeenth. It has a handsome Greco-Roman
facade in striking' contrast with the Gothic architecture of the
cathedral, which stands upon the same plaza (see p. 73, note 2). ]
[Footnote 4: la Puerta del Sol. A charming old Moorish gateway with
horseshoe arches between two towers, built about 1100, and recently
restored. It is one of the most impressive and beautiful of Toledo's
monuments. ]
[Footnote 5: Zocodover. See p. 64, note 1. ]
Mandaba la fuerza un oficial bastante joven, el cual iba como a
distancia de unos treinta pasos de su gente hablando a media voz con
otro, tambien militar a lo que podia colegirse por su traje. Este, que
caminaba a pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un
farolillo, parecia servirle de guia por entre aquel laberinto de
calles obscuras, enmaranadas y revueltas.
--Con verdad, decia el jinete a su acompanante, que si el alojamiento
que se nos prepara es tal y como me lo pintas, casi casi seria
preferible arrancharnos en el campo o en medio de una plaza.
--? Y que quereis, mi capitan? contestole el guia que efectivamente era
un sargento aposentador; en el alcazar no cabe ya un grano de trigo
cuanto mas un hombre; de San Juan de los Reyes[1] no digamos, porque
hay celda de fraile en la que duermen quince husares. El convento a
donde voy a conduciros no era mal local, pero hara cosa de tres o
cuatro dias nos cayo aqui como de las nubes ima de las columnas
volantes que recorren la provincia, y gracias que hemos podido
conseguir que se amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
[Footnote 1: San Juan de los Reyes. This convent was founded in 1476
by Ferdinand and Isabella, who meant it to be their burial-place,
and was dedicated to their patron saint John the Baptist. "After the
capture of Granada in 1492 and the foundation of the royal mausoleum
there, the chief object of San Juan disappeared and the building was
protracted till the seventeenth century. Thus the edifice, begun in
the late Gothic style, shows a strong leaning towards the forms of
the Renaissance. The interior was much damaged by the French in
1808. " Baedeker's _Spain_ (1901), p. 147. ]
--En fin, exclamo el oficial despues de un corto silencio y como
resignandose con el extrano alojamiento que la casualidad le
deparaba,--mas vale incomodo que ninguno. De todas maneras, si llueve,
que no sera dificil segun se agrupan las nubes, estaremos a cubierto y
algo es algo.
Interrumpida la conversacion en este punto, los jinetes, precedidos
del guia, siguieron en silencio el camino adelante hasta llegar a una
plazuela, en cuyo fondo se destacaba la negra silueta del convento con
su torre morisca, su campanario de espadana, su cupula ojival y sus
tejados de crestas desiguales y obscuras.
--He aqui vuestro alojamiento, exclamo el aposentador al divisarle y
dirigiendose al capitan, que despues que hubo mandado hacer alto a la
tropa, echo pie a tierra, tomo el farolillo de manos del guia, y se
dirigio hacia el punto que este le senalaba.
Como quiera que la iglesia del convento estaba completamente
desmantelada, los soldados que ocupaban el resto del edificio habian
creido que las puertas le eran ya poco menos que inutiles, y un
tablero hoy, otro manana, habian ido arrancandolas pedazo a pedazo
para hacer hogueras con que calentarse por las noches.
Nuestro joven oficial no tuvo, pues, que torcer Haves ni descorrer
cerrojos para penetrar en el interior del templo.
A la luz del farolillo, cuya dudosa claridad se perdia entre las
espesas sombras de las naves y dibujaba con gigantescas proporciones
sobre el muro la fantastica sombra del sargento aposentador que iba
precediendole, recorrio la iglesia de arriba abajo y escudrino una por
una todas sus desiertas capillas, hasta que una vez hecho cargo del
local, mando echar pie a tierra a su gente, y hombres y caballos
revueltos, fue acomodandola como mejor pudo.
Segun dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en
el altar mayor pendian aun de las alias cornisas los rotos jirones del
velo con que le habian cubierto los religiosos al abandonar aquel
recinto; diseminados por las naves veianse algunos retablos adosados
al muro, sin imagenes en las hornacinas; en el coro se 'dibujaban con
un ribete de luz los extranos perfiles de la obscura silleria de
alerce; en el pavimento, destrozado en varies puntos, distinguianse
aun anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas
inscripciones goticas; y alla a lo lejos, en el fondo de las
silenciosas capillas y a lo largo del crucero, se destacaban
confusamente entre la obscuridad, semejantes a blancos e inmoviles
fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos
sobre el marmol de sus tumbas, parecian ser los unicos habitantes del
ruinoso edificio.
A cualquiera otro menos molido que el oficial de dragones, el cual
traia una jornada de catorce leguas en el cuerpo, o menos acostumbrado
a ver estos sacrilegios como la cosa mas natural del mundo, hubieranle
bastado dos adarmes de imaginacion para no pegar los ojos en toda la
noche en aquel obscuro e imponente recinto, donde las blasfemias de
los soldados que se quejaban en alta voz del improvisado cuartel, el
metalico golpe de sus espuelas que resonaban sobre las antes losas
sepulcrales del navimento, el ruido de los caballos que piafaban
impacientes, cabeceando y haciendo sonar las cadenas con que estaban
sujetos a los pilares, formaban un rumor extrano y temeroso que se
dilataba por todo el ambito de la iglesia y se reproducia cada vez mas
confuso repetido de eco en eco en sus alias bovedas.
Pero nuestro heroe, aunque joven, estaba ya tan familiarizado con
estas peripecias de la vida de campana, que apenas hubo acomodado a su
gente, mando colocar un saco de forraje al pie de la grada del
presbiterio, y arrebujandose como mejor pudo en su capote y echando la
cabeza en el escalon, a los cinco minutos roncaba con mas tranquilidad
que el mismo rey Jose[1] en su palacio de Madrid. [2]
[Footnote 1: rey Jose. Joseph Bonaport. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: Madrid. The capital of Spain and of the province of
Madrid, situated on the Manzanares, and nearly in the geographical
center of Spain. Population some 540,000. The royal palace, begun in
1737, is an imposing rectangular structure on a lofty terrace
overlooking the Manzanares. ]
Los soldados, haciendose almohadas de las monturas, imitaron su
ejemplo, y poco a poco fue apagandose el murmullo de sus voces.
A la media hora solo se oian los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenian sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los
pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de
su capote, a lo largo del portico.
II
En la epoca a que se remonta la relacion de esta historia, tan
veridica como extraordinaria, lo mismo que al presente, para los que
no sabian apreciar los tesoros del arte que encierran sus muros la
ciudad de Toledo no era mas que un poblacon destartalado, antiguo,
ruinoso e insufrible.
Los oficiales del ejercito frances, que a juzgar por los actos de
vandalismo[1] con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de
su ocupacion, de todo tenian menos de artistas o arqueologos, no hay
para que decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad
de los Cesares. [2]
[Footnote 1: vandalismo. See p. 76, note 1. ]
[Footnote 2: ciudad de los Cesares. See p. 50, note 2, and p. 52,
note 1. ]
En esta situacion de animo, la mas insignificante novedad que viniese
a romper la monotona quietud de aquellos dias eternos e iguales, era
acogida con avidez entre los ociosos; asi es que la promocion al grado
inmediato de uno de sus camaradas, la noticia del movimiento
estrategico de una columna volante, la salida de un correo de
gabinete, o la llegada de una fuerza cualquiera a la ciudad,
convertianse en tema fecundo de conversacion y objeto de toda clase de
comentarios, hasta tanto que otro incidente venia a sustituirle,[1]
sirviendo de base a nuevas quejas, criticas y suposiciones.
[Footnote 1: sustituirle. See p. 66, note 1. ]
Como era de esperar, entre los oficiales que, segun tenian de
costumbre, acudieron al dia siguiente a tomar el sol y a charlar un
rato en el Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la
llegada de los dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capitulo
durmiendo a pierna suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
Cerca de una hora hacia que la conversacion giraba alrededor de este
asunto, y ya comenzaba a interpretarse de diversos modos la ausencia
del recien venido, a quien uno de los presentes, antiguo companero
suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las
boca-calles de la plaza aparecio al fin nuestro bizarro capitan
despojado de su ancho capoton de guerra, luciendo un gran casco de
metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turqui con
vueltas rojas y un magnifico mandoble con vaina de acero, que resonaba
arrastrandose al compas de sus marciales pasos y del golpe seco y
agudo de sus espuelas de oro.
Apenas le vio su camarada, salio a su encuentro para saludarle, y con
el se adelantaron casi todos los que a la sazon se encontraban en el
corrillo; en quienes habian despertado la curiosidad y la gana de
conocerle, los pormenores que ya habian oido referir acerca de su
caracter original y extrano.
Despues de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones,
placemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; despues de hablar
largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia
fortuna de la guerra y los amigotes muertos o ausentes, rodando de uno
en otro asunto la conversacion, vino a parar al tema obligado, esto
es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la
ciudad y el inconveniente de los alojamientos.
Al llegar a este punto, uno de los de la reunion que, por lo visto,
tenia noticia del mal talante con que el joven oficial se habia
resignado a acomodar su gente en la abandonada iglesia, le dijo con
aire de zumba:
--Y a proposito de alojamiento, ? que tal se ha pasado la noche en el
que ocupais?
--Ha habido de todo, contesto el interpelado; pues si bien es verdad
que no he dormido gran cosa, el origen de mi vigilia merece la pena de
la velada. El insomnio junto a una mujer bonita no es seguramente el
peor de los males.
--? Una mujer! repitio su interlocutor como admirandose de la buena
fortuna del recien venido; eso es lo que se llama llegar y besar el
santo.
--Sera tal vez algun antiguo amor de la corte que le sigue a Toledo
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
--? Oh! no, dijo entonces el capitan; nada menos que eso. Juro, a fe de
quien soy, que no la conocia y que nunca crei hallar tan bella patrona
en tan incomodo alojamiento. Es todo lo que se llama una verdadera
aventura.
--? Contadla! ? contadla! exclamaron en coro los oficiales que rodeaban
al capitan; y como este se dispusiera a hacerlo asi, todos prestaron
la mayor atencion a sus palabras, mientras el comenzo la historia en
estos terminos:
--Dormia esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo
trece[1] leguas de camino, cuando he aqui que en lo mejor del sueno me
hizo despertar sobresaltado e incorporarme sobre el codo un estruendo
horrible, un estruendo tal, que me ensordecio un instante para dejarme
despues los oidos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardon me
cantase a la oreja.
[Footnote 1: trece = 'thirteen. ' Our author has told us on p. 79
that it was catorce ('fourteen'). ]
Como os habras figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oia de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canonigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable proposito de matar a disgustos a los necesitados de reposo.
[Footnote 1: campana gorda = 'great bell. ' The famous _Campana
Gorda_, weighing nearly two tons, was cast by Alejandro Gargollo in
1753. It hangs in the cathedral tower surrounded by eight other
bells, and surmounted by two more. ]
Renegando entre dientes de la campana y del campanero que la toca,
disponiame, una vez apagado aquel insolito y temeroso rumor, a coger
nuevamente el hilo del interrumpido sueno, cuando vino a herir mi
imaginacion y a ofrecerse ante mis ojos una cosa extraordinaria. A la
dudosa luz de la luna que entraba en el templo por el estrecho ajimez
del muro de la capilla mayor, vi una mujer arrodillada junto al altar.
Los oficiales se miraron entre si con expresion entre asombrada e
incredula; el capitan, sin atender al efecto que su narracion
producia, continuo de este modo:
--No podeis figuraros nada semejante a aquella nocturna y fantastica
vision que se dibujaba confusamente en la penumbra de la capilla como
esas virgenes pintadas en los vidrios de colores que habreis visto
alguna vez destacarse a lo lejos, blancas y luminosas, sobre el
obscuro fondo de las catedrales.
Su rostro ovalado, en donde se veia impreso el sello de una leve y
espiritual demacracion, sus armoniosas facciones llenas de una suave y
melancolica dulzura; su intensa palidez, las purisimas lineas de su
contorno esbelto, su ademan reposado y noble, su traje blanco y
flotante, me traian a la memoria esas mujeres que yo sonaba cuando
casi era un nino. ? Castas y celestes imagenes, quimerico objeto del
vago amor de la adolescencia! Yo me creia juguete de una alucinacion,
y sin quitarle un punto los ojos, ni aun osaba respirar, temiendo que
un soplo desvaneciese el encanto. Ella permanecia inmovil.
Antojabaseme al verla tan diafana y luminosa que no era una criatura
terrenal, sino un espiritu que, revistiendo por un instante la forma
humana, habia descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y
en pos de si la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba
verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura
sombra de aquel recinto lobrego y misterioso.
--Pero . . . exclamo interrumpiendole su camarada de colegio, que,
comenzando por echar a broma la historia, habia concluido
interesandose con su relato: ? como estaba alli aquella mujer? ? No
la[1] dijiste nada? ? No te explico su presencia en aquel sitio?
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--No me determine a hablarla,[1] porque estaba seguro de que no habia
de contestarme, ni verme ni oirme.
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2. ]
--? Era sorda?
--? Era ciega?
--? Era muda? exclamaron a un tiempo tres o cuatro de los que
escuchaban la relacion.
--Lo era todo a la vez, exclamo al fin el capitan despues de un
momento de pausa; porque era. . . de marmol. Al oir el estupendo
desenlace de tan extrana aventura, cuantos habia en el corro
prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al
narrador de la peregrina historia, que era el unico que permanecia
callado y en una grave actitud:
--? Acabaramos de una vez! Lo que es de ese genero, tengo yo mas de un
millar, un verdadero serrallo, en San Juan de los Reyes; serrallo que
desde ahora pongo a vuestra disposicion, ya que, a lo que parece,
tanto os da de una mujer de carne como de piedra.
--? Oh! no . . . continuo el capitan, sin alterarse en lo mas minimo por
las carcajadas de sus companeros: estoy seguro de que no pueden ser
como la mia. La mia es una verdadera dama castellana que por un
milagro de la escultura parece que no la han enterrado en un sepulcro,
sino que aun permanece en cuerpo y alma de hinojos sobre la losa que
le cubre, inmovil, con las manos juntas en ademan suplicante,
sumergida en un extasis de mistico amor.
--De tal modo te explicas, que acabaras por probarnos la verosimilitud
de la fabula de Galatea. [1]
[Footnote 1: Galatea. In the story told by Ovid (_Met. _ x. 243)
Pygmalion, king of Cyprus, conceived an aversion to women, and
devoted himself to art, but having made in ivory a lovely statue of
a woman he became enamored of it, and at his request Aphrodite
endowed it with life. This beautiful woman, Galatea, became his
wife, and bore him a son called Paphos, founder of the city of that
name in Cyprus. ]
--Por mi parte, puedo deciros que siempre la crei una locura; mas
desde anoche comienzo a comprender la pasion del escultor griego.
--Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que, no
tendras inconveniente en presentarnos a ella. De mi se decir que ya no
vivo hasta ver esa maravilla. Pero . . . ? que diantres te pasa? . . .
diriase que esquivas la presentacion. ? Ja! ? ja! ? ja! Bonito fuera que
ya te tuvieramos hasta celoso.
--Celoso, se apresuro a decir el capitan, celoso . . . de los hombres no
. . . mas ved, sin embargo, hasta donde llega mi extravagancia. Junto a
la imagen de esa mujer, tambien de marmol, grave y al parecer con vida
como ella, hay un guerrero, . . . su marido sin duda. . . . Pues bien . . .
lo voy a decir todo, aunque os mofeis de mi necedad . . . si no hubiera
temido que me tratasen de loco, creo que ya lo habria hecho cien veces
pedazos.
Una nueva y aun mas ruidosa carcajada de los oficiales saludo esta
original revelacion del estrambotico enamorado de la dama de piedra.
--Nada, nada; es preciso que la veamos, decian los unos.
--Si, si, es preciso saber si el objeto corresponde a tan alta pasion,
anadian los otros.
--? Cuando nos reuniremos a echar un trago en la iglesia en que os
alojais? exclamaron los demas.
--Cuando mejor os parezca: esta misma noche si quereis, respondio el
joven capitan, recobrando su habitual sonrisa, disipada un instante
por aquel relampago de celos. --A proposito. Con los bagajes he traido
hasta un par de docenas de botellas de _Champagne_, verdadero
_Champagne_, restos de un regalo hecho a nuestro general de brigada,
que, como sabeis, es algo pariente.
? Bravo! ? bravo! exclamaron los oficiales a una voz, prorrumpiendo en
alegres exclamaciones.
--? Se bebera vino del pais! [1]
[Footnote 1: vino del pais = 'wine from home,' 'wine from our own
country. ']
--? Y cantaremos una cancion de Ronsard! [1]
[Footnote 1: Ronsard. A celebrated French poet of the sixteenth
century (b. 1524, d. 1585) and father of lyric poetry in France. ]
--Y hablaremos de mujeres, a proposito de la dama del anfitrion.
--Conque . . . ? hasta la noche!
--Hasta la noche.
III
Ya hacia largo rato que los pacificos habitantes de Toledo habian
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcazar, convertido en cuartel, se oia el
ultimo toque de silencio de los clarines, cuando diez o doce oficiales
que poco a poco habian ido reuniendose en el Zocodover, tomaron el
camino que conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el
capitan, animados mas con la esperanza de apurar las prometidas
botellas, que con el deseo de conocer la-maravillosa escultura.
La noche habia cerrado sombria y amenazadora; el cielo estaba cubierto
de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las
estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo
de los retablos, o hacia girar con un chirrido agudo las veletas de
hierro de las torres.
Apenas los oficiales dieron vista a la plaza en que se hallaba situado
el alojamiento de su nuevo amigo, este, que les aguardaba impaciente,
salio a encontrarles; y despues de cambiar algunas palabras a media
voz, todos penetraron juntos en la iglesia, en cuyo lobrego recinto la
escasa claridad de una linterna luchaba trabajosamente con las
obscuras y espesisimas sombras.
--? Por quien soy! exclamo uno de los convidados tendiendo a su
alrededor la vista, que el local es de los menos aproposito del mundo
para una fiesta.
--Efectivamente, dijo otro; nos traes a conocer a una dama, y apenas
si con mucha dificultad se ven los dedos de la mano.
--Y sobre todo, hace un frio, que no parece sino que estamos en la
Siberia,[1] anadio un tercero arrebujandose en el capote.
[Footnote 1: Siberia. A vast region in northern and central Asia,
which forms part of the Russian empire, and which has by far the
lowest winter temperatures of the known world. ]
--Calma, senores, calma, interrumpio el anfitrion; calma, que a todo.
se proveera. ? Eh, muchacho! prosiguio dirigiendose a uno de sus
asistentes; busca por ahi un poco de lena, y enciendenos una buena
fogata en la capilla mayor.
El asistente, obedeciendo las ordenes de su capitan, comenzo a
descargar golpes en la silleria del coro, y despues que hubo reunido
una gran cantidad de lena que fue apilando al pie de las gradas del
presbiterio, tomo la linterna y se dispuso a hacer un auto de fe con
aquellos fragmentos tallados de riquisimas labores entre los que se
veian por aqui parte de una columnilla salomonica, por alla la imagen
de un santo abad, el torso de una mujer, o la disforme cabeza de un
grifo asomado entre hojarasca.
A los pocos minutos, una gran claridad que de improviso se derramo por
todo el ambito de la iglesia, anuncio a los oficiales que habia
llegado la hora de comenzar el festin.
El capitan, que hacia los honores de su alojamiento con la misma
ceremonia que hubiera hecho los de su casa, exclamo dirigiendose a los
convidados:
--Si gustais, pasaremos al _buffet_. [1]
[Footnote 1: buffet. A French word meaning 'refreshment-table. ' It
is customary in France at large receptions and dancing-parties to
install in some room a counter or table from which to serve
refreshments. This is known as the _buffet_. ]
Sus camaradas, afectando la mayor gravedad, respondieron a la
invitacion con un comico salido, y se encaminaron a la capilla mayor
precedidos del heroe de la fiesta, que al llegar a la escalinata se
detuvo un instante, y extendiendo la mano en direccion al sitio que
ocupaba la tumba, les dijo con la finura mas exquisita:
--Tengo el placer de presentaros a la dama de mis pensamientos. Creo
que convendreis conmigo en que no he exagerado su belleza.
Los oficiales volvieron los ojos al punto que les senalaba su amigo, y
una exclamacion de asombro se escapo involuntariamente de todos los
labios.
En el fondo de un arco sepulcral revestido de marmoles negros,
arrodillada delante de un reclinatorio, con las manos juntas y la cara
vuelta hacia el altar, vieron, en efecto, la imagen de una mujer tan
bella, que jamas salio otra igual de manos de un escultor, ni el deseo
pudo pintarla en la fantasia mas soberanamente hermosa.
--En verdad que es un angel, exclamo uno de ellos.
--? Lastima que sea de marmol! anadio otro.
--No hay duda que aunque no sea mas que la ilusion de hallarse junto a
una mujer de este calibre, es lo suficiente para no pegar los ojos en
toda la noche.
--? Y no sabeis quien es ella? preguntaron algunos de los que
contemplaban la estatua al capitan, que sonreia satisfecho de su
triunfo.
--Recordando un poco del latin--que en mi ninez supe, he conseguido, a
duras penas, descifrar la inscripcion de la tumba, contesto el
interpelado; y a lo que he podido colegir, pertenece a un titulo de
Castilla,[1] famoso guerrero que hizo la campana con el Gran
Capitan. [2] Su nombre lo he olvidado; mas su esposa, que es la que
veis, se llama dona Elvira de Castaneda, y por mi fe que si la copia
se parece al original, debio ser la mujer mas notable de su siglo.
[Footnote 1: Castilla. See p. 34, note 1. ]
[Footnote 2: el Gran Capitan. Gonzalo Fernandez de Cordoba (b. 1453,
d. 1515). A famous Spanish general, who served with distinction in
the wars against Portugal and the Moors, and in several Italian
campaigns. ]
Despues de estas breves explicaciones, los convidados, que no perdian
de vista al principal objeto de la reunion, procedieron a destapar
algunas de las botellas y sentandose alrededor de la lumbre, empezo a
andar el vino a la ronda.
A medida que las libaciones se hacian mas numerosas y frecuentes, y el
vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba a trastornar las cabezas,
crecian la animacion, el ruido y la algazara de los jovenes, de los
cuales estos arrojaban a los monjes de granito adosados en los pilares
los cascos de las botellas vacias, y aquellos cantaban a toda voz
canciones baquicas y escandalosas, mientras los de mas alla
prorrumpian en carcajadas, batian las palmas en senal de aplauso, o
disputaban entre si con blasfemias y juramentos.
El capitan bebia en silencio como un desesperado y sin apartar los
ojos de la estatua de dona Elvira.
Iluminada por el rojizo resplandor de la hoguera, y a traves del
confuso velo que la embriaguez habia puesto delante de su vista,
pareciale que la marmorea imagen se transformaba aveces en una mujer
real; pareciale que entreabria los labios como murmurando una oracion;
que se alzaba su pecho' como oprimido y sollozante; que cruzaba las
manos con mas fuerza; que sus mejillas se coloreaban, en fin, como si
se ruborizase ante aquel sacrilego y repugnante espectaculo.
Los oficiales que advirtieron la taciturna tristeza de su camarada, le
sacaron del extasis en que se encontraba sumergido, y presentandole
una copa, exclamaron en coro:
--? Vamos, brindad vos, que sois el unico que no lo ha hecho en toda la
noche!
El joven tomo la copa, y poniendose de pie y alzandola en alto, dijo
encarandose con la estatua del guerrero arrodillado junto a dona
Elvira:
--? Brindo por el emperador,[1] y brindo por la fortuna de sus armas,
merced a las cuales hemos podido venir hasta el fondo de Castilla a
cortejarle su mujer, en su misma tumba, a un vencedor de Cerinola! [2]
[Footnote 1: el emperador. Napoleon Bonaparte, born at Ajaccio,
Corsica, August 15, 1769; died on the island of St. Helena, May 5,
1821. At this time he was at the height of his power. ]
[Footnote 2: Cerinola. At Cerignola, Italy, on April 28, 1503, the
Spanish army under Gonzalo de Cordoba defeated the French under the
Duc de Nemours, and gained for Spain the kingdom of Naples. ]
Los militares acogieron el brindis con una salva de aplausos, y el
capitan, balanceandose, dio algunos pasos hacia el sepulcro.
--No. .
