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El caracter, tan pronto retraido y melancolico como bullicioso y
alegre de Constanza, la extrana           de sus ideas, sus
extravagantes caprichos, sus nunca vistas costumbres, hasta la
particularidad de tener los ojos y las cejas negras como la noche,
siendo blanca y rubia como el oro, habian contribuido a dar pabulo a
las hablillas de sus convecinos, y aun el mismo Garces, que tan
intimamente la trataba, habia llegado a persuadirse que su senora era
algo especial y no se parecia a las demas mujeres.