Rompe de una vez
el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo
te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre.
el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo
te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre.
Gustavo Adolfo Becuqer
]
Pero todo fue inutil. Cuando el mas agil de los lebreles llego a las
carrascas jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo,
rapido como una saeta, las habia salvado de un solo brinco,
perdiendose entre los matorrales de una trocha, que conducia a la
fuente.
--? Alto! . . . ? Alto todo el mundo! grito Inigo entonces; estaba de Dios
que habia de marcharse.
Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles
dejaron refunfunando la pista a la voz de los cazadores.
En aquel momento se reunia a la comitiva el heroe de la fiesta,
Fernando de Argensola,[1] el primogenito de Almenar.
[Footnote 1: Argensola. A name familiar to students of Spanish
literature from the writings of the illustrious brothers Bartolome
and Lupercio Leonardo de Argensola (sixteenth century). It is also
the name of a small town of some 560 inhabitants in the province of
Barcelona. ]
--? Que haces? exclamo dirigiendose a su montero, y en tanto, ya se
pintaba el asombro en sus facciones, ya ardia la colera en sus ojos.
? Que haces, imbecil? ? Ves que la pieza esta herida, que es la primera
que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que
vaya a morir en el fondo del bosque! ? Crees acaso que he venido a
matar ciervos para festines de lobos?
--Senor, murmuro, Inigo entre dientes, es imposible pasar de este
punto.
--? Imposible! ? y por que?
--Porque esa trocha, prosiguio el montero, conduce a la fuente de los
Alamos; la fuente de los Alamos, en cuyas aguas habita un espiritu del
mal. El que osa enturbiar su corriente, paga caro su atrevimiento. Ya
la res habra salvado sus margenes; ? como la salvareis vos sin atraer
sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos
reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Pieza que se
refugia en esa fuente misteriosa, pieza perdida.
--? Pieza perdida! Primero perdere yo el senorio de mis padres, y
primero perdere el anima en manos de Satanas, que permitir que se me
escape ese ciervo, el unico que ha herido mi venablo, la primicia de
mis excursiones de cazador. . . . ? Lo ves? . . . ? lo ves? . . . Aun se
distingue a intervalos desde aqui . . . las piernas le faltan, su
carrera se acorta; dejame. . . dejame. . . suelta esa brida, o te revuelco
en el polvo. . . . ? Quien sabe si no le dare lugar para que llegue a la
fuente? y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores.
? Sus! ? _Relampago_! sus, caballo mio! si lo alcanzas, mando engarzar
los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.
Caballo y jinete partieron como un huracan.
Inigo los siguio con la vista hasta que se perdieron en la maleza;
despues volvio los ojos en derredor suyo; todos, como el, permanecian
inmoviles y consternados.
El montero exclamo al fin:
--Senores, vosotros lo habeis visto; me he expuesto a morir entre los
pies de su caballo por detenerle. Yo he cumplido con mi deber. Con el
diablo no sirven valentias. Hasta aqui llega el montero con su
ballesta; de aqui adelante, que pruebe a pasar el capellan con su
hisopo. [1]
[Footnote 1: hisopo = 'aspergillum. ' A brash or metallic instrument
for the sprinkling of holy water. As to the efficacy of holy water
against evil spirits St. Teresa of Avila (1515-1582) speaks as
follows:
I have learned from frequent experience that there is nothing better
(than holy water) to drive them away and to prevent them from
returning: they flee at the sight of the Cross, but return. The
virtue of holy water must be great indeed.
See _Escritos de Santa Teresa_, "Libro de su vida," capitulo 31, in
the _Biblioteca de Autores Espanoles_, Madrid, Rivadeneyra, 1861, p.
94.
L'Abbe Jean Joseph Gaume has written a work, entitled _l'Eau lenite
au XIXe siecle_ (Paris, 1866), in which he also advocates the use of
holy water to-day for similar purposes. ]
II
--Teneis la color quebrada; andais mustio, y sombrio; ? que os sucede?
Desde el dia, que yo siempre tendre por funesto, en que llegasteis a
la fuente de los Alamos en pos de la res herida, diriase que una mala
bruja os ha encanijado con sus hechizos.
Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauria, ni el clamor
de vuestras trompas despierta sus ecos. Solo con esas cavilaciones que
os persiguen, todas las mananas tomais la ballesta para enderezaros a
la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando
la noche obscurece y voiveis palido y fatigado al castillo, en balde
busco en la bandolera los despojos de la caza. ? Que os ocupa tan
largas horas lejos de los que mas os quieren?
Mientras Inigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba
maquinalmente astillas de su escano de ebano con el cuchillo de monte.
Despues de un largo silencio, que solo interrumpia el chirrido de la
hoja al resbalarse sobre la pulimentada madera, el joven exclamo
dirigiendose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de
sus palabras:
--Inigo, tu que eres viejo, tu que conoces todas las guaridas del
Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en
tus errantes excursiones de cazador subiste mas de una vez a su
cumbre, dime, ? has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus
rocas?
--? Una mujer! exclamo el montero con asombro y mirandole de hito en
hito.
--Si, dijo el joven; es una cosa extrana lo que me sucede, muy
extrana. . . . Crei poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya
posible; rebosa en mi corazon y asoma a mi semblante. Voy, pues, a
revelartelo. . . . Tu me ayudaras a desvanecer el misterio que envuelve a
esa criatura, que al parecer solo para mi existe, pues nadie la
conoce, ni la ha visto, ni puede darme razon de ella.
El montero, sin despegar los labios, arrastro su banquillo hasta
colocarlo junto al escano de su senor, del que no apartaba un punto
los espantados ojos. Este, despues de coordinar sus ideas, prosiguio
asi:
--Desde el dia en que a pesar de tus funestas predicciones llegue a la
fuente de los Alamos, y atravesando sus aguas recobre el ciervo que
vuestra supersticion hubiera dejado huir, se lleno mi alma del deseo
de la soledad.
Tu no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno
de una pena, y cae resbalandose gota a gota por entre las verdes y
flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna.
Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan
como las notas de un instrumento, se reunen entre los cespedes, y
susurrando, susurrando con un ruido semejante al de las abejas que
zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y
forman un cauce, y luchan con los obstaculos que se oponen a su
camino, y se repliegan sobre si mismas, y saltan, y huyen, y corren,
unas veces con risa, otras con suspires, hasta caer en un lago. En el
lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres,
cantares, yo no se lo que he oido en aquel rumor cuando me he sentado
solo y febril sobre el penasco, a cuyos pies saltan las aguas de la
fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmovil
superficie apenas riza el viento de la tarde.
Todo es alli grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos, vive
en aquellos lugares y embriaga el espiritu en su inefable melancolia.
En las plateadas hojas de los alamos, en los huecos de las penas, en
las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espiritus de
la naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espiritu del
hombre.
Cuando al despuntar la manana me veias tomar la ballesta y dirigirme
al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la
caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas
. . . no se que, ? una locura! El dia en que salte sobre ella con mi
_Relampago_[1] crei haber visto brillar en su fondo una cosa extrana
. . . muy extrana . . . los ojos de una mujer.
[Footnote 1: Relampago. The name of his horse, mentioned p. 17. ]
Tal vez seria un rayo de sol que serpeo fugitive entre su espuma; tal
vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos
calices parecen esmeraldas . . . no se: yo crei ver una mirada que se
clavo en la mia; una mirada que encendio en mi pecho un deseo absurdo,
irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.
En su busca fui un dia y otro a aquel sitio:
Por ultimo, una tarde . . . yo me crei juguete de un sueno . . . pero no,
es verdad, la[1] he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora
. . . una tarde encontre sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas
que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer
hermosa sobre toda ponderacion. Sus cabellos eran como el oro; sus
pestanas brillaban como hilos de luz, y entre las pestanas volteaban
inquietas unas pupilas que yo habia visto. . . si; porque los ojos de
aquella mujer eran los ojos que yo tenia clavados en la mente; unos
ojos de un color imposible; unos ojos . . .
[Footnote 1: la. The Spanish Academy condemns the use of _la_
instead of _le_ as a feminine dative. Spanish writers, however,
frequently so employ it. ]
--? Verdes! exclamo Inigo con un acento de profundo terror, e
incorporandose de un salto en su asiento.
Fernando le miro a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba
a decir, y le pregunto con una mezcla de ansiedad y de alegria:
--? La conoces?
--? Oh, no! dijo el montero. ? Libreme Dios de conocerla! Pero mis
padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces
que el espiritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas,
tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, por lo que mas ameis en la
tierra, a no volver a la fuente de los Alamos. Un dia u otro-os
alcanzara su venganza, y expiareis, muriendo, el delito de haber
encenagado sus ondas.
--? Por los que mas amo! . . . murmuro el joven con una triste sonrisa.
--? Si! , prosiguio el anciano; por vuestros padres, por vuestros
deudos, por las lagrimas de la que el cielo destina para vuestra
esposa, por las de un servidor que os ha visto nacer . . .
--? Sabes tu lo que mas amo en este mundo? Sabes tu por que daria yo el
amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el carino
que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada,
por una sola mirada de esos ojos . . . ? Como podre yo dejar de
buscarlos!
Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lagrima que
temblaba en los parpados de Inigo se resbalo silenciosa por su
mejilla, mientras exclamo con acento sombrio: ? Cumplase la voluntad
del cielo!
III
--? Quien eres tu? ? Cual es tu patria? ? En donde habitas? Yo vengo un
dia y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos
lugares, ni a los servidores que conducen tu litera.
Rompe de una vez
el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo
te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre. . . .
El sol habia traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a
grandes pasos, por su falda; la brisa gemia entre los alamos de la
fuente, y la niebla, elevandose poco a poco de la superficie del lago,
comenzaba a envolver las rocas de su margen.
Sobre una de estas rocas, sobre una que parecia proxima a desplomarse
en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba temblando el
primogenito de Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa
amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.
Ella era hermosa, hermosa y palida, como una estatua de alabastro. Uno
de sus rizos caia sobre sus hombros, deslizandose entre los pliegues
del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de
sus pestanas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas
en una joya de oro.
Cuando el joven acabo de hablarle, sus labios se removieron como para
pronunciar algunas palabras, pero solo exhalaron un suspiro, un
suspiro debil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una
brisa al morir entre los juncos.
--? No me respondes! exclamo Fernando al ver burlada su esperanza;
? querras que de credito a lo que de ti me han dicho? ? Oh! No. . . .
Hablame: yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte,
si eres una mujer. . .
--O un demonio. . . . ? Y si lo fuese?
El joven vacilo un instante; un sudor frio corrio por sus miembros;
sus pupilas se dilataron al fijarse con mas intensidad en las de
aquella mujer, y fascinado por su brillo fosforico, demente casi,
exclamo en un arrebato de amor:
--Si lo fueses . . . fe amaria . . . te amaria como te amo ahora, como es
mi destino amarte, hasta mas alla de esta vida, si hay algo mas alla
de ella.
--Fernando, dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una
musica: yo te amo mas aun que tu me amas; yo, que desciendo hasta un
mortal, siendo un espiritu puro. No soy una mujer como las que existen
en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demas
hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; incorporea como ellas,
fugaz y trasparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues.
Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio
con mi amor . . . como a un mortal superior a las supersticiones del
vulgo, como a un amante capaz de comprender mi carino extrano y
misterioso.
Mientras ella hablaba asi, el joven, absorto en la contemplacion de su
fantastica hermosura, atraido como por una fuerza desconocida, se
aproximaba mas y mas al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes
prosiguio asi:
--? Ves, ves el limpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y
verdes hojas que se agitan en su fondo? . . . Ellas nos daran un lecho de
esmeraldas y corales . . . y yo . . . yo te dare una felicidad sin nombre,
esa felicidad que has sonado en tus horas de delirio, y que no puede
ofrecerte nadie. . . . Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras
frentes como un pabellon de lino . . . las ondas nos llaman con sus
voces incomprensibles, el viento empieza entre los alamos sus himnos
de amor; ven . . . ven . . .
La noche comenzaba a extender sus sombras, la luna rielaba en la
superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y
los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que
corren sobre el haz de las aguas infectas. . . . Ven . . . ven . . . estas
palabras zumbaban en los oidos de Fernando como un conjuro. Ven . . . y
la mujer misteriosa le llamaba al borde del abismo, donde estaba
suspendida, y parecia ofrecerle un beso . . . un beso . . .
Fernando dio un paso hacia ella . . . otro . . . y sintio unos brazos
delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensacion fria
en sus labios ardorosos, un beso de nieve . . . y vacilo . . . y perdio
pie, y cayo al agua con un rumor sordo y lugubre.
Las aguas saltaron en chispas de luz, y se cerraron sobre su cuerpo, y
sus circulos de plata fueron ensanchandose, ensanchandose hasta
expirar[1] en las orillas. [2]
[Footnote 1: expirar. Becquer uses incorrectly the form _espirar_. ]
[Footnote 2: "It was a maxim both in ancient India and ancient
Greece not to look at one's reflection in water. . . . They feared that
the water-spirits would drag the person's reflection or soul under
water, leaving him soulless to die. This was probably the origin of
the classical story of Narcissus. . . . The same ancient belief
lingers, in a faded form, in the English superstition that whoever
sees a water-fairy must pine and die.
'Alas, the moon should ever beam
To show what man should never see! --
I saw a maiden on a stream,
And fair was she!
I staid to watch, a little space,
Her parted lips if she would sing;
The waters closed above her face
With many a ring.
I know my life will fade away,
I know that I must vainly pine,
For I am made of mortal clay.
But she's divine! '"
Fraser, _The Golden Bough_, London, Macmillan & Co. , 1900, vol. i,
pp. 293-294. The object of Fernando's love was evidently an undine
(see p. 43, note 1, and p. 47, note 1). ]
LA CORZA BLANCA
I
En un pequeno lugar[1] de Aragon,[1] y alla por los anos de mil
trescientos y pico, vivia retirado en su torre senorial un famoso
caballero llamado don Dionis, el cual, despues de haber servido a su
rey[3] en la guerra contra infieles, descansaba a la sazon, entregado
al alegre ejercicio de la caza, de las rudas fatigas de los combates.
[Footnote 1: un pequeno lugar. Veraton, a feudal town in the
neighborhood of the Moncayo (see p. 8, note 1). Population (1900),
484. ]
[Footnote 2: Aragon. "An ancient kingdom, now a captaincy-general of
Spain, capital Saragossa, bounded by France on the north, by
Catalonia on the east, by Valencia on the south, and by New Castile,
Old Castile, and Navarre on the west, comprising the provinces of
Huesca, Saragossa, and Teruel. It is traversed by mountains and
intersected by the Ebro. During the middle ages it was one of the
two chief Christian powers in the peninsula. In 1035 it became a
kingdom; was united to Catalonia in 1137; rose to great influence
through its acquisitions in the thirteenth and fourteenth centuries
of Valencia, the Balearic Islands, Sardinia, and the Sicilies; and
was united with Castile in 1479 through the marriage of Ferdinand of
Aragon with Isabella of Castile. " _Century Dict. _]
[Footnote 3: The kings who reigned in Aragon during the fourteenth
century were as follows: Jaime II _el Justo_ (1291-1327), Alfonso IV
_el Benigno_ (1327-1336), Pedro IV _el Ceremonioso_ (1336-1387),
Juan I _el Cazador_ (1387-1395), and Martin (1395-1410). ]
Acontecio una vez a este caballero, hallandose en su favorita
diversion acompanado de su hija, cuya belleza singular y
extraordinaria blancura le habian granjeado el sobrenombre de la
Azucena, que como se les entrase a mas andar el dia engolfados en
perseguir a una res en el monte de su feudo, tuvo que acogerse,
durante las horas de la siesta, a una canada por donde corria un
riachuelo, saltando de roca en roca con un ruido manso y agradable.
Haria[1] cosa de unas dos horas que don Dionis se encontraba en aquel
delicioso lugar, recostado sobre la menuda grama a la sombra de una
chopera, departiendo amigablemente con sus monteros sobre las
peripecias del dia, y refiriendose unos a otros las aventuras mas o
menos curiosas que en su vida de cazador les habian acontecido, cuando
por lo alto de la mas empinada ladera y a traves de los alternados
murmullos del viento que agitaba las hojas de los arboles, comenzo a
percibirse, cada vez mas cerca, el sonido de una esquililla semejante
a la del guion de un rebano.
[Footnote 1: Haria = 'it must have been. ' See p. 5, note 2, and p.
42, note 1. ]
En efecto, era asi, pues a poco de haberse oido la esquililla,
empezaron a saltar por entre las apinadas matas de cantueso y tomillo,
y a descender a la orilla opuesta del riachuelo, hasta unos cien
corderos, blancos como la nieve, detras de los cuales, con su caperuza
calada para libertarse la cabeza de los perpendiculares rayos del sol,
y su atillo al hombro en la punta de un palo, aparecio el zagal que
los conducia.
--A proposito de aventuras extraordinarias, exclamo al verle uno de
los monteros de don Dionis, dirigiendose a su senor: ahi teneis a
Esteban el zagal, que de algun tiempo a esta parte anda mas tonto que
lo que naturalmente lo hizo Dios, que no es poco, y el cual puede
haceros pasar un rato divertido refiriendo la causa de sus continuos
sustos.
--? Pues que le acontece a ese pobre diablo? exclamo don Dionis con
aire de curiosidad picada.
--? Friolera! anadio el montero en tono de zumba: es el caso, que sin
haber nacido en Viernes Santo[1] ni estar senalado con la cruz,[2] ni
hallarse en relaciones con el demonic, a lo que se puede colegir de
sus habitos de cristiano viejo, se encuentra sin saber como ni por
donde, dotado de la facultad mas maravillosa que ha poseido hombre
alguno, a no ser Salomon,[3] de quien se dice que sabia hasta el
lenguaje de los pajaros.
[Footnote 1: Viernes Santo = 'Good Friday,' the Friday of Holy Week,
anniversary of the death of Jesus Christ. Friday has long been
considered an unlucky day, and Good Friday, in spite of its name,
has been regarded by popular superstition as a fatal day. One born
on that day might have particular aptitude for witchcraft. ]
[Footnote 2: senalado con la cruz = 'marked with the cross. ' The
reference here is doubtless to a birth-mark in the form of a cross,
which would indicate a special aptitude for thaumaturgy or
occultism. This might take the form of Christian mysticism, as in
the case of St. Leo, who is said to have been "marked all over with
red crosses" at birth (see Brewer, _Dictionary of Miracles_, Phila. ,
1884, p. 425), or the less orthodox form of magic, as is suggested
here. ]
[Footnote 3: Salomon = 'Solomon. ' "A famous king of Israel, 993-953
B. C. (Duncker), son of David and Bathsheba. . . . The name of Solomon,
who was supposed to have possessed extraordinary magical powers,
plays an important part in Eastern and thence in European legends,"
_Century Dict. _ "His wisdom enabled him (as legend informs us) to
interpret the speech of beasts and birds, a gift shared afterwards,
it was said, by his descendant Hillel (Koran, sura 37, Ewald,
_Gesch. Isr. _, iii, 407). " M'Clintock and Strong, _Cyclopedia of
Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature_, N. Y. , 1880,
vol. ix, p. 871. ]
--? Y a que se refiere esa facultad maravillosa?
--Se refiere, prosiguio el montero, a que, segun el afirma, y lo jura
y perjura por todo lo mas sagrado del mundo, los ciervos que discurren
por estos montes, se han dado de ojo para no dejarle en paz, siendo lo
mas gracioso del caso, que en mas de una ocasion les ha sorprendido
concertando entre si las burlas que han de hacerle, y despues que
estas burlas se han llevado a termino, ha oido las ruidosas carcajadas
con que las celebran.
Mientras esto decia el montero, Constanza, que asi se llamaba la
hermosa hija de don Dionis, se habia aproximado al grupo de los
cazadores, y como demostrase su curiosidad por conocer la
extraordinaria historia de Esteban, uno de estos se adelanto hasta el
sitio en donde el zagal daba de beber a su ganado, y le condujo a
presencia de su senor, que para disipar la turbacion y el visible
encogimiento del pobre mozo, se apresuro a saludarle por su nombre,
acompanando el saludo con una bondadosa sonrisa.
Era Esteban un muchacho de diecinueve a veinte anos, fornido, con la
cabeza pequena y hundida entre los hombros, los ojos pequenos y
azules, la mirada incierta y torpe como la de los albinos, la nariz
roma, los labios gruesos y entreabiertos, la frente calzada, la tez
blanca pero ennegrecida por el sol, y el cabello que le caia en parte
sobre los ojos y parte alrededor de la cara, en guedejas asperas y
rojas semejantes a las crines de un rocin colorado.
Esto, sobre poco mas o menos, era Esteban en cuanto al fisico;
respecto a su moral, podia asegurarse sin temor de ser desmentido ni
por el ni por ninguna de las personas que le conocian, que era
perfectamente simple, aunque un tanto suspicaz y malicioso como buen
rustico.
Una vez el zagal repuesto de su turbacion, le dirigio de nuevo la
palabra don Dionis, y con el tono mas serio del mundo, y fingiendo un
extraordinario interes por conocer los detalles del suceso a que su
montero se habia referido, le hizo una multitud de preguntas, a las
que Esteban comenzo a contestar de una manera evasiva, como deseando
evitar explicaciones sobre el asunto.
Estrechado, sin embargo, por las interrogaciones de su senor y por los
ruegos de Constanza, que parecia la mas curiosa e interesada en que el
pastor refiriese sus estupendas aventuras, decidiose este a hablar,
mas no sin que antes dirigiese a su alrededor una mirada de
desconfianza, como temiendo ser oido por otras personas que las que
alli estaban presentes, y de rascarse tres o cuatro veces la cabeza
tratando de reunir sus recuerdos o hilvanar su discurso, que al fin
comenzo do esta manera:
--Es el caso, senor, que segun me dijo un preste de Tarazona,[1] al
que acudi no ha mucho, para consultar mis dudas, con el diablo no
sirven juegos, sino punto en boca, buenas y muchas oraciones a San
Bartolome,[2] que es quien le conoce las cosquillas, y dejarle andar;
que Dios, que es justo y esta alla arriba, proveera a todo. Firme en
esta idea, habia decidido no volver a decir palabra sobre el asunto a
nadie, ni por nada; pero lo hare hoy por satisfacer vuestra
curiosidad, y a fe a fe que despues de todo, si el diablo me lo toma
en cuenta, y torna a molestarme en castigo de mi indiscrecion, buenos
Evangelios llevo cosidos a la pellica, y con su ayuda creo que, como
otras veces no me sera inutil el garrote.
[Footnote 1: Tarazona. A venerable town of some 8800 inhabitants
situated on the river Queiles, northeast of the Moncayo (see p. 8,
note 1) and northwest of the town of Borja. ]
[Footnote 2: San Bartolome--'St. Bartholomew,' one of the twelve
apostles, deemed by some to be identical with Nathanael. "Little is
known of his work. According to tradition he preached in various
parts of Asia, and was flayed alive and then crucified, head
downward, at Albanopolis in Armenia. His memory is celebrated in the
Roman Catholic church on August 24. " _Century Dict. _ In popular
superstition St. Bartholomew is supposed to have had particular
power over the devil, and prayers to this saint are thought to be
specially efficacious against the wiles of the evil one. For a
detailed account of St. Bartholomew's power over the devil, see
Jacobi a Voragine, _Legenda Aurea_ (Th. Graesse), Lipsiae, MDCCCL,
cap. cxxiii, pp. 540-544.
Pero todo fue inutil. Cuando el mas agil de los lebreles llego a las
carrascas jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo,
rapido como una saeta, las habia salvado de un solo brinco,
perdiendose entre los matorrales de una trocha, que conducia a la
fuente.
--? Alto! . . . ? Alto todo el mundo! grito Inigo entonces; estaba de Dios
que habia de marcharse.
Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles
dejaron refunfunando la pista a la voz de los cazadores.
En aquel momento se reunia a la comitiva el heroe de la fiesta,
Fernando de Argensola,[1] el primogenito de Almenar.
[Footnote 1: Argensola. A name familiar to students of Spanish
literature from the writings of the illustrious brothers Bartolome
and Lupercio Leonardo de Argensola (sixteenth century). It is also
the name of a small town of some 560 inhabitants in the province of
Barcelona. ]
--? Que haces? exclamo dirigiendose a su montero, y en tanto, ya se
pintaba el asombro en sus facciones, ya ardia la colera en sus ojos.
? Que haces, imbecil? ? Ves que la pieza esta herida, que es la primera
que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que
vaya a morir en el fondo del bosque! ? Crees acaso que he venido a
matar ciervos para festines de lobos?
--Senor, murmuro, Inigo entre dientes, es imposible pasar de este
punto.
--? Imposible! ? y por que?
--Porque esa trocha, prosiguio el montero, conduce a la fuente de los
Alamos; la fuente de los Alamos, en cuyas aguas habita un espiritu del
mal. El que osa enturbiar su corriente, paga caro su atrevimiento. Ya
la res habra salvado sus margenes; ? como la salvareis vos sin atraer
sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos
reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Pieza que se
refugia en esa fuente misteriosa, pieza perdida.
--? Pieza perdida! Primero perdere yo el senorio de mis padres, y
primero perdere el anima en manos de Satanas, que permitir que se me
escape ese ciervo, el unico que ha herido mi venablo, la primicia de
mis excursiones de cazador. . . . ? Lo ves? . . . ? lo ves? . . . Aun se
distingue a intervalos desde aqui . . . las piernas le faltan, su
carrera se acorta; dejame. . . dejame. . . suelta esa brida, o te revuelco
en el polvo. . . . ? Quien sabe si no le dare lugar para que llegue a la
fuente? y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores.
? Sus! ? _Relampago_! sus, caballo mio! si lo alcanzas, mando engarzar
los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.
Caballo y jinete partieron como un huracan.
Inigo los siguio con la vista hasta que se perdieron en la maleza;
despues volvio los ojos en derredor suyo; todos, como el, permanecian
inmoviles y consternados.
El montero exclamo al fin:
--Senores, vosotros lo habeis visto; me he expuesto a morir entre los
pies de su caballo por detenerle. Yo he cumplido con mi deber. Con el
diablo no sirven valentias. Hasta aqui llega el montero con su
ballesta; de aqui adelante, que pruebe a pasar el capellan con su
hisopo. [1]
[Footnote 1: hisopo = 'aspergillum. ' A brash or metallic instrument
for the sprinkling of holy water. As to the efficacy of holy water
against evil spirits St. Teresa of Avila (1515-1582) speaks as
follows:
I have learned from frequent experience that there is nothing better
(than holy water) to drive them away and to prevent them from
returning: they flee at the sight of the Cross, but return. The
virtue of holy water must be great indeed.
See _Escritos de Santa Teresa_, "Libro de su vida," capitulo 31, in
the _Biblioteca de Autores Espanoles_, Madrid, Rivadeneyra, 1861, p.
94.
L'Abbe Jean Joseph Gaume has written a work, entitled _l'Eau lenite
au XIXe siecle_ (Paris, 1866), in which he also advocates the use of
holy water to-day for similar purposes. ]
II
--Teneis la color quebrada; andais mustio, y sombrio; ? que os sucede?
Desde el dia, que yo siempre tendre por funesto, en que llegasteis a
la fuente de los Alamos en pos de la res herida, diriase que una mala
bruja os ha encanijado con sus hechizos.
Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauria, ni el clamor
de vuestras trompas despierta sus ecos. Solo con esas cavilaciones que
os persiguen, todas las mananas tomais la ballesta para enderezaros a
la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando
la noche obscurece y voiveis palido y fatigado al castillo, en balde
busco en la bandolera los despojos de la caza. ? Que os ocupa tan
largas horas lejos de los que mas os quieren?
Mientras Inigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba
maquinalmente astillas de su escano de ebano con el cuchillo de monte.
Despues de un largo silencio, que solo interrumpia el chirrido de la
hoja al resbalarse sobre la pulimentada madera, el joven exclamo
dirigiendose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de
sus palabras:
--Inigo, tu que eres viejo, tu que conoces todas las guaridas del
Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en
tus errantes excursiones de cazador subiste mas de una vez a su
cumbre, dime, ? has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus
rocas?
--? Una mujer! exclamo el montero con asombro y mirandole de hito en
hito.
--Si, dijo el joven; es una cosa extrana lo que me sucede, muy
extrana. . . . Crei poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya
posible; rebosa en mi corazon y asoma a mi semblante. Voy, pues, a
revelartelo. . . . Tu me ayudaras a desvanecer el misterio que envuelve a
esa criatura, que al parecer solo para mi existe, pues nadie la
conoce, ni la ha visto, ni puede darme razon de ella.
El montero, sin despegar los labios, arrastro su banquillo hasta
colocarlo junto al escano de su senor, del que no apartaba un punto
los espantados ojos. Este, despues de coordinar sus ideas, prosiguio
asi:
--Desde el dia en que a pesar de tus funestas predicciones llegue a la
fuente de los Alamos, y atravesando sus aguas recobre el ciervo que
vuestra supersticion hubiera dejado huir, se lleno mi alma del deseo
de la soledad.
Tu no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno
de una pena, y cae resbalandose gota a gota por entre las verdes y
flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna.
Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan
como las notas de un instrumento, se reunen entre los cespedes, y
susurrando, susurrando con un ruido semejante al de las abejas que
zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y
forman un cauce, y luchan con los obstaculos que se oponen a su
camino, y se repliegan sobre si mismas, y saltan, y huyen, y corren,
unas veces con risa, otras con suspires, hasta caer en un lago. En el
lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres,
cantares, yo no se lo que he oido en aquel rumor cuando me he sentado
solo y febril sobre el penasco, a cuyos pies saltan las aguas de la
fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmovil
superficie apenas riza el viento de la tarde.
Todo es alli grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos, vive
en aquellos lugares y embriaga el espiritu en su inefable melancolia.
En las plateadas hojas de los alamos, en los huecos de las penas, en
las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espiritus de
la naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espiritu del
hombre.
Cuando al despuntar la manana me veias tomar la ballesta y dirigirme
al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la
caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas
. . . no se que, ? una locura! El dia en que salte sobre ella con mi
_Relampago_[1] crei haber visto brillar en su fondo una cosa extrana
. . . muy extrana . . . los ojos de una mujer.
[Footnote 1: Relampago. The name of his horse, mentioned p. 17. ]
Tal vez seria un rayo de sol que serpeo fugitive entre su espuma; tal
vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos
calices parecen esmeraldas . . . no se: yo crei ver una mirada que se
clavo en la mia; una mirada que encendio en mi pecho un deseo absurdo,
irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.
En su busca fui un dia y otro a aquel sitio:
Por ultimo, una tarde . . . yo me crei juguete de un sueno . . . pero no,
es verdad, la[1] he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora
. . . una tarde encontre sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas
que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer
hermosa sobre toda ponderacion. Sus cabellos eran como el oro; sus
pestanas brillaban como hilos de luz, y entre las pestanas volteaban
inquietas unas pupilas que yo habia visto. . . si; porque los ojos de
aquella mujer eran los ojos que yo tenia clavados en la mente; unos
ojos de un color imposible; unos ojos . . .
[Footnote 1: la. The Spanish Academy condemns the use of _la_
instead of _le_ as a feminine dative. Spanish writers, however,
frequently so employ it. ]
--? Verdes! exclamo Inigo con un acento de profundo terror, e
incorporandose de un salto en su asiento.
Fernando le miro a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba
a decir, y le pregunto con una mezcla de ansiedad y de alegria:
--? La conoces?
--? Oh, no! dijo el montero. ? Libreme Dios de conocerla! Pero mis
padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces
que el espiritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas,
tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, por lo que mas ameis en la
tierra, a no volver a la fuente de los Alamos. Un dia u otro-os
alcanzara su venganza, y expiareis, muriendo, el delito de haber
encenagado sus ondas.
--? Por los que mas amo! . . . murmuro el joven con una triste sonrisa.
--? Si! , prosiguio el anciano; por vuestros padres, por vuestros
deudos, por las lagrimas de la que el cielo destina para vuestra
esposa, por las de un servidor que os ha visto nacer . . .
--? Sabes tu lo que mas amo en este mundo? Sabes tu por que daria yo el
amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el carino
que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada,
por una sola mirada de esos ojos . . . ? Como podre yo dejar de
buscarlos!
Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lagrima que
temblaba en los parpados de Inigo se resbalo silenciosa por su
mejilla, mientras exclamo con acento sombrio: ? Cumplase la voluntad
del cielo!
III
--? Quien eres tu? ? Cual es tu patria? ? En donde habitas? Yo vengo un
dia y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos
lugares, ni a los servidores que conducen tu litera.
Rompe de una vez
el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo
te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre. . . .
El sol habia traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a
grandes pasos, por su falda; la brisa gemia entre los alamos de la
fuente, y la niebla, elevandose poco a poco de la superficie del lago,
comenzaba a envolver las rocas de su margen.
Sobre una de estas rocas, sobre una que parecia proxima a desplomarse
en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba temblando el
primogenito de Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa
amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.
Ella era hermosa, hermosa y palida, como una estatua de alabastro. Uno
de sus rizos caia sobre sus hombros, deslizandose entre los pliegues
del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de
sus pestanas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas
en una joya de oro.
Cuando el joven acabo de hablarle, sus labios se removieron como para
pronunciar algunas palabras, pero solo exhalaron un suspiro, un
suspiro debil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una
brisa al morir entre los juncos.
--? No me respondes! exclamo Fernando al ver burlada su esperanza;
? querras que de credito a lo que de ti me han dicho? ? Oh! No. . . .
Hablame: yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte,
si eres una mujer. . .
--O un demonio. . . . ? Y si lo fuese?
El joven vacilo un instante; un sudor frio corrio por sus miembros;
sus pupilas se dilataron al fijarse con mas intensidad en las de
aquella mujer, y fascinado por su brillo fosforico, demente casi,
exclamo en un arrebato de amor:
--Si lo fueses . . . fe amaria . . . te amaria como te amo ahora, como es
mi destino amarte, hasta mas alla de esta vida, si hay algo mas alla
de ella.
--Fernando, dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una
musica: yo te amo mas aun que tu me amas; yo, que desciendo hasta un
mortal, siendo un espiritu puro. No soy una mujer como las que existen
en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demas
hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; incorporea como ellas,
fugaz y trasparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues.
Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio
con mi amor . . . como a un mortal superior a las supersticiones del
vulgo, como a un amante capaz de comprender mi carino extrano y
misterioso.
Mientras ella hablaba asi, el joven, absorto en la contemplacion de su
fantastica hermosura, atraido como por una fuerza desconocida, se
aproximaba mas y mas al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes
prosiguio asi:
--? Ves, ves el limpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y
verdes hojas que se agitan en su fondo? . . . Ellas nos daran un lecho de
esmeraldas y corales . . . y yo . . . yo te dare una felicidad sin nombre,
esa felicidad que has sonado en tus horas de delirio, y que no puede
ofrecerte nadie. . . . Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras
frentes como un pabellon de lino . . . las ondas nos llaman con sus
voces incomprensibles, el viento empieza entre los alamos sus himnos
de amor; ven . . . ven . . .
La noche comenzaba a extender sus sombras, la luna rielaba en la
superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y
los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que
corren sobre el haz de las aguas infectas. . . . Ven . . . ven . . . estas
palabras zumbaban en los oidos de Fernando como un conjuro. Ven . . . y
la mujer misteriosa le llamaba al borde del abismo, donde estaba
suspendida, y parecia ofrecerle un beso . . . un beso . . .
Fernando dio un paso hacia ella . . . otro . . . y sintio unos brazos
delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensacion fria
en sus labios ardorosos, un beso de nieve . . . y vacilo . . . y perdio
pie, y cayo al agua con un rumor sordo y lugubre.
Las aguas saltaron en chispas de luz, y se cerraron sobre su cuerpo, y
sus circulos de plata fueron ensanchandose, ensanchandose hasta
expirar[1] en las orillas. [2]
[Footnote 1: expirar. Becquer uses incorrectly the form _espirar_. ]
[Footnote 2: "It was a maxim both in ancient India and ancient
Greece not to look at one's reflection in water. . . . They feared that
the water-spirits would drag the person's reflection or soul under
water, leaving him soulless to die. This was probably the origin of
the classical story of Narcissus. . . . The same ancient belief
lingers, in a faded form, in the English superstition that whoever
sees a water-fairy must pine and die.
'Alas, the moon should ever beam
To show what man should never see! --
I saw a maiden on a stream,
And fair was she!
I staid to watch, a little space,
Her parted lips if she would sing;
The waters closed above her face
With many a ring.
I know my life will fade away,
I know that I must vainly pine,
For I am made of mortal clay.
But she's divine! '"
Fraser, _The Golden Bough_, London, Macmillan & Co. , 1900, vol. i,
pp. 293-294. The object of Fernando's love was evidently an undine
(see p. 43, note 1, and p. 47, note 1). ]
LA CORZA BLANCA
I
En un pequeno lugar[1] de Aragon,[1] y alla por los anos de mil
trescientos y pico, vivia retirado en su torre senorial un famoso
caballero llamado don Dionis, el cual, despues de haber servido a su
rey[3] en la guerra contra infieles, descansaba a la sazon, entregado
al alegre ejercicio de la caza, de las rudas fatigas de los combates.
[Footnote 1: un pequeno lugar. Veraton, a feudal town in the
neighborhood of the Moncayo (see p. 8, note 1). Population (1900),
484. ]
[Footnote 2: Aragon. "An ancient kingdom, now a captaincy-general of
Spain, capital Saragossa, bounded by France on the north, by
Catalonia on the east, by Valencia on the south, and by New Castile,
Old Castile, and Navarre on the west, comprising the provinces of
Huesca, Saragossa, and Teruel. It is traversed by mountains and
intersected by the Ebro. During the middle ages it was one of the
two chief Christian powers in the peninsula. In 1035 it became a
kingdom; was united to Catalonia in 1137; rose to great influence
through its acquisitions in the thirteenth and fourteenth centuries
of Valencia, the Balearic Islands, Sardinia, and the Sicilies; and
was united with Castile in 1479 through the marriage of Ferdinand of
Aragon with Isabella of Castile. " _Century Dict. _]
[Footnote 3: The kings who reigned in Aragon during the fourteenth
century were as follows: Jaime II _el Justo_ (1291-1327), Alfonso IV
_el Benigno_ (1327-1336), Pedro IV _el Ceremonioso_ (1336-1387),
Juan I _el Cazador_ (1387-1395), and Martin (1395-1410). ]
Acontecio una vez a este caballero, hallandose en su favorita
diversion acompanado de su hija, cuya belleza singular y
extraordinaria blancura le habian granjeado el sobrenombre de la
Azucena, que como se les entrase a mas andar el dia engolfados en
perseguir a una res en el monte de su feudo, tuvo que acogerse,
durante las horas de la siesta, a una canada por donde corria un
riachuelo, saltando de roca en roca con un ruido manso y agradable.
Haria[1] cosa de unas dos horas que don Dionis se encontraba en aquel
delicioso lugar, recostado sobre la menuda grama a la sombra de una
chopera, departiendo amigablemente con sus monteros sobre las
peripecias del dia, y refiriendose unos a otros las aventuras mas o
menos curiosas que en su vida de cazador les habian acontecido, cuando
por lo alto de la mas empinada ladera y a traves de los alternados
murmullos del viento que agitaba las hojas de los arboles, comenzo a
percibirse, cada vez mas cerca, el sonido de una esquililla semejante
a la del guion de un rebano.
[Footnote 1: Haria = 'it must have been. ' See p. 5, note 2, and p.
42, note 1. ]
En efecto, era asi, pues a poco de haberse oido la esquililla,
empezaron a saltar por entre las apinadas matas de cantueso y tomillo,
y a descender a la orilla opuesta del riachuelo, hasta unos cien
corderos, blancos como la nieve, detras de los cuales, con su caperuza
calada para libertarse la cabeza de los perpendiculares rayos del sol,
y su atillo al hombro en la punta de un palo, aparecio el zagal que
los conducia.
--A proposito de aventuras extraordinarias, exclamo al verle uno de
los monteros de don Dionis, dirigiendose a su senor: ahi teneis a
Esteban el zagal, que de algun tiempo a esta parte anda mas tonto que
lo que naturalmente lo hizo Dios, que no es poco, y el cual puede
haceros pasar un rato divertido refiriendo la causa de sus continuos
sustos.
--? Pues que le acontece a ese pobre diablo? exclamo don Dionis con
aire de curiosidad picada.
--? Friolera! anadio el montero en tono de zumba: es el caso, que sin
haber nacido en Viernes Santo[1] ni estar senalado con la cruz,[2] ni
hallarse en relaciones con el demonic, a lo que se puede colegir de
sus habitos de cristiano viejo, se encuentra sin saber como ni por
donde, dotado de la facultad mas maravillosa que ha poseido hombre
alguno, a no ser Salomon,[3] de quien se dice que sabia hasta el
lenguaje de los pajaros.
[Footnote 1: Viernes Santo = 'Good Friday,' the Friday of Holy Week,
anniversary of the death of Jesus Christ. Friday has long been
considered an unlucky day, and Good Friday, in spite of its name,
has been regarded by popular superstition as a fatal day. One born
on that day might have particular aptitude for witchcraft. ]
[Footnote 2: senalado con la cruz = 'marked with the cross. ' The
reference here is doubtless to a birth-mark in the form of a cross,
which would indicate a special aptitude for thaumaturgy or
occultism. This might take the form of Christian mysticism, as in
the case of St. Leo, who is said to have been "marked all over with
red crosses" at birth (see Brewer, _Dictionary of Miracles_, Phila. ,
1884, p. 425), or the less orthodox form of magic, as is suggested
here. ]
[Footnote 3: Salomon = 'Solomon. ' "A famous king of Israel, 993-953
B. C. (Duncker), son of David and Bathsheba. . . . The name of Solomon,
who was supposed to have possessed extraordinary magical powers,
plays an important part in Eastern and thence in European legends,"
_Century Dict. _ "His wisdom enabled him (as legend informs us) to
interpret the speech of beasts and birds, a gift shared afterwards,
it was said, by his descendant Hillel (Koran, sura 37, Ewald,
_Gesch. Isr. _, iii, 407). " M'Clintock and Strong, _Cyclopedia of
Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature_, N. Y. , 1880,
vol. ix, p. 871. ]
--? Y a que se refiere esa facultad maravillosa?
--Se refiere, prosiguio el montero, a que, segun el afirma, y lo jura
y perjura por todo lo mas sagrado del mundo, los ciervos que discurren
por estos montes, se han dado de ojo para no dejarle en paz, siendo lo
mas gracioso del caso, que en mas de una ocasion les ha sorprendido
concertando entre si las burlas que han de hacerle, y despues que
estas burlas se han llevado a termino, ha oido las ruidosas carcajadas
con que las celebran.
Mientras esto decia el montero, Constanza, que asi se llamaba la
hermosa hija de don Dionis, se habia aproximado al grupo de los
cazadores, y como demostrase su curiosidad por conocer la
extraordinaria historia de Esteban, uno de estos se adelanto hasta el
sitio en donde el zagal daba de beber a su ganado, y le condujo a
presencia de su senor, que para disipar la turbacion y el visible
encogimiento del pobre mozo, se apresuro a saludarle por su nombre,
acompanando el saludo con una bondadosa sonrisa.
Era Esteban un muchacho de diecinueve a veinte anos, fornido, con la
cabeza pequena y hundida entre los hombros, los ojos pequenos y
azules, la mirada incierta y torpe como la de los albinos, la nariz
roma, los labios gruesos y entreabiertos, la frente calzada, la tez
blanca pero ennegrecida por el sol, y el cabello que le caia en parte
sobre los ojos y parte alrededor de la cara, en guedejas asperas y
rojas semejantes a las crines de un rocin colorado.
Esto, sobre poco mas o menos, era Esteban en cuanto al fisico;
respecto a su moral, podia asegurarse sin temor de ser desmentido ni
por el ni por ninguna de las personas que le conocian, que era
perfectamente simple, aunque un tanto suspicaz y malicioso como buen
rustico.
Una vez el zagal repuesto de su turbacion, le dirigio de nuevo la
palabra don Dionis, y con el tono mas serio del mundo, y fingiendo un
extraordinario interes por conocer los detalles del suceso a que su
montero se habia referido, le hizo una multitud de preguntas, a las
que Esteban comenzo a contestar de una manera evasiva, como deseando
evitar explicaciones sobre el asunto.
Estrechado, sin embargo, por las interrogaciones de su senor y por los
ruegos de Constanza, que parecia la mas curiosa e interesada en que el
pastor refiriese sus estupendas aventuras, decidiose este a hablar,
mas no sin que antes dirigiese a su alrededor una mirada de
desconfianza, como temiendo ser oido por otras personas que las que
alli estaban presentes, y de rascarse tres o cuatro veces la cabeza
tratando de reunir sus recuerdos o hilvanar su discurso, que al fin
comenzo do esta manera:
--Es el caso, senor, que segun me dijo un preste de Tarazona,[1] al
que acudi no ha mucho, para consultar mis dudas, con el diablo no
sirven juegos, sino punto en boca, buenas y muchas oraciones a San
Bartolome,[2] que es quien le conoce las cosquillas, y dejarle andar;
que Dios, que es justo y esta alla arriba, proveera a todo. Firme en
esta idea, habia decidido no volver a decir palabra sobre el asunto a
nadie, ni por nada; pero lo hare hoy por satisfacer vuestra
curiosidad, y a fe a fe que despues de todo, si el diablo me lo toma
en cuenta, y torna a molestarme en castigo de mi indiscrecion, buenos
Evangelios llevo cosidos a la pellica, y con su ayuda creo que, como
otras veces no me sera inutil el garrote.
[Footnote 1: Tarazona. A venerable town of some 8800 inhabitants
situated on the river Queiles, northeast of the Moncayo (see p. 8,
note 1) and northwest of the town of Borja. ]
[Footnote 2: San Bartolome--'St. Bartholomew,' one of the twelve
apostles, deemed by some to be identical with Nathanael. "Little is
known of his work. According to tradition he preached in various
parts of Asia, and was flayed alive and then crucified, head
downward, at Albanopolis in Armenia. His memory is celebrated in the
Roman Catholic church on August 24. " _Century Dict. _ In popular
superstition St. Bartholomew is supposed to have had particular
power over the devil, and prayers to this saint are thought to be
specially efficacious against the wiles of the evil one. For a
detailed account of St. Bartholomew's power over the devil, see
Jacobi a Voragine, _Legenda Aurea_ (Th. Graesse), Lipsiae, MDCCCL,
cap. cxxiii, pp. 540-544.
